En entrevista, el especialista en temas laborales hace un repaso al mercado laboral en el 2022 y a las medidas que ha planteado el Ejecutivo y Congreso en los últimos 10 meses.
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—¿Qué indicadores del mercado laboral están aún lejos de mostrar una recuperación frente al 2019?
El indicador más rezagado es el empleo formal: hemos perdido cerca de una década. Estamos en el nivel del 2014. Lima es donde se ha sufrido más la pandemia que en el resto del país. Si miras empleo agregado entre el 2021 y el 2019, solamente en el sector rural ha recuperado el empleo.
—Además, se ha visto una rápida recuperación del empleo informal. ¿Quiénes son los más afectados?
Claramente, mujeres. Claramente, en trabajos de baja calificación. Pero hay también cosas nuevas: el empleo que más ha caído es el de trabajadores con educación universitaria, que tendían a trabajar más en el sector formal. Ellos están sufriendo más, para ellos es más complicado generar su propio empleo, no los vas a ver en las esquinas. En general, la pegada más fuerte ya no está solo en los más jóvenes, sino está más distribuida.
—Con un crecimiento del PBI de 2,5%, ¿lograremos revertir estos problemas?
Si no hay políticas que toman como meta la generación de mejores empleos, no va a pasar nada. Vamos a seguir en esta misma senda de deterioro de las condiciones de empleo. Lamentablemente, las señales que el Gobierno da son en la dirección opuesta.
—¿Eso le resulta inédito viniendo desde el Ejecutivo?
En al menos los últimos 30 años, esto es singular.
—El Código de Trabajo, por ejemplo. ¿Le parece que es una salida al problema del mercado laboral?
No. Me parece que va en la otra dirección. Tampoco contiene enormes reformas. Se incrementa la indemnización por despido, pero ya el costo de terminar contratos es tan alto que el efecto de la nueva norma será marginal. El resto es una cantidad de disposiciones menudas que apuntan en la misma dirección: hacer más onerosa la relación laboral formal.
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—Muy en línea con un Ministerio de Trabajo que se ha mostrado prosindical.
Claramente las políticas de este gobierno atienden a una clientela política bien específica, que son los sindicatos. Y los sindicatos, mirando dentro de los asalariados –que ya son la mitad de la población económicamente activa– son apenas 2% y 3% en el sector privado. Por mirar estos árboles, el Gobierno ha perdido la vista del bosque. El resto del bosque arde en llamas, pero no se percatan de ello.
—Este mes ya rige el nuevo salario mínimo. ¿Era momento para un alza?
Nuevamente, se legisla para un porcentaje muy pequeño de la fuerza laboral. Si me preguntas, uno estaría más inclinado a considerar subir el salario mínimo en un mercado boyante, donde se genera bastante empleo formal.Pero no en un mercado en el que el crecimiento del empleo formal es anémico. No creo que haya sido el mejor este momento.
—Entiendo que la fórmula para elevarlo ya arrojaba un avance en la productividad. Considerando, además, que el valor del salario mínimo no se actualizaba desde el 2018.
El tema es que resulta bien difícil evaluar cómo ha cambiado la productividad después de la pandemia. En parte, la reducción del empleo en empresas más grandes tiene que ver con este escenario político tan volátil, pero también con ajustes que la virtualidad ha traído al centro de trabajo. Las funciones de producción pueden haber cambiado significativamente. No solo en términos de desde dónde se trabaja, sino en cuál es la combinación de trabajadores que necesita la empresa para que su negocio funcione.
—¿Qué tan deprimidos están hoy los salarios en la economía? Hoy tenemos una alta inflaciónque ya genera un impacto en la capacidad adquisitiva.
Ese es un tema bastante preocupante. La caída fue más fuerte hasta hace un año, sin duda, pero hace seis meses está con caídas de cerca de 20%. Eso sí, con diferencias bien grandes entre sector formal e informal. En el sector informal han caído fuerte. En promedio, tenemos salarios más bajos. Eso se refleja bien en la cantidad de empleo adecuado que hemos perdido: más del 10%.
—¿Agravará ello el escenario de pobreza? Ya en el 2021 alcanza al 25,9% de los peruanos y está cinco puntos por encima de lo visto en el 2019.
Para los que hemos seguido el mercado laboral, no sorprenden las cifras de pobreza del 2021. Diversos indicadores del mercado laboral ya indicaban que los ingresos estaban deprimidos. Particularmente golpeados: independientes, que son en un 90% informales. Ahí es donde más han caído los salarios. Lamentablemente, si no se genera empleo formal, no veo que eso mejore mucho.
—¿Y la liberación de la AFP? ¿Realmente atienden la pobreza de hoy?
No. Nadie ha dicho de dónde va a salir la plata para que esta gente reciba pensión en el futuro. Están sacrificando su pensión por consumo presente. En la misma línea del Gobierno, son políticas que van a un porcentaje pequeñito de la PEA. Para la mayoría, no hay nada.
—¿Ni con la CTS?
Tampoco. La CTS es para el sector asalariado formal de la economía que es el 15%. Se sigue normando para ese porcentaje pequeño.
—Finalmente, habiendo transcurrido cerca de 10 meses de Gobierno. ¿Qué podríamos esperar para lo sucesivo?
Más importante que mi particular expectativa, es lo que deberíamos estar exigiéndole al Gobierno. Se requiere pensar políticas para todos los trabajadores. Generar condiciones para que se genere más empleo formal y de calidad. Esa debería ser la obsesión.