“La minería es, sin duda alguna, la columna vertebral de la economía peruana”. Fueron las palabras que escogió Pedro Cateriano el pasado lunes para remarcar ante el Congreso el potencial productivo que tiene el Perú en el rubro minero.
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No obstante, a la presentación del entonces primer ministro le siguió un debate que dejó en claro la marcada oposición de algunas bancadas parlamentarias. “Para algunas comunidades del país, la minería no es una bendición”, afirmó la vocera del Frepap, María Teresa Céspedes.
El enfrentamiento protagonizado por el Ejecutivo y el Legislativo constituye uno de los debates más presentes cuando se habla de la matriz productiva peruana: “Perú, país minero”, ¿podemos o debemos dejar de serlo en estos momentos? ¿Cuán importante es para el país?
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El aporte minero
Con cerca del 10% del PBI y una participación del 60% de nuestras exportaciones, hablamos de una actividad que históricamente es considerada como un importante generador de divisas.
“En algún momento, la actividad minera representaba casi el 50% de la recaudación tributaria del país”, explicó Marcial García, Socio Lider de Minería de EY Perú, “luego varió, pero porque mejoraron los niveles de recaudación en el país”, agregó.
Sin embargo, en los últimos años representa cerca del 10,8% de la recaudación de tributos que logra el país. Adicionalmente, existen conceptos como el canon y la regalía minera con la cual cumplen las empresas del sector y que a junio de este año permitieron la transferencia de S/1.834 millones a las regiones del país.
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Áncash (S/471 millones), Arequipa (S/433 millones) y Cusco (S/138 millones) son las regiones que recibieron las mayores transferencias y donde, claramente, también reside la mayor actividad minera del país.
Del mismo modo, en el primer semestre del año, la actividad empleó a 152.581 personas mostrando un incremento de 19% frente a mayo, donde se registró 128 mil trabajadores en la actividad; según datos del Ministerio de Energía y Minas.
“Por el lado de las inversiones, en junio, se obtuvo un aumento de 44% respecto de mayo, con un monto ejecutado de US$ 350 millones. De esta manera, la inversión minera al cierre del primer semestre del año sumó US$ 1,910 millones, que corresponden, principalmente, a la construcción de los proyectos Quellaveco (Moquegua), Mina Justa (Ica) y Ampliación Toromocho (Junín), en ese orden”
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El cobre es la principal oferta minera exportable del país y posiciona al Perú entre los principales proveedores mundiales. Su producción, notablemente afectada por la cuarentena, ha comenzado a recuperarse en los últimos meses.
En abril, la producción cuprífera alcanzó las 125.225 toneladas métricas finas (TMF), pero con la fase 1 de la reactivación creció un 2,5% a 128.407 TMF y en junio ya alcanzó las 180.792 TMF: un crecimiento de 40,8% frente al mes previo.
El mejor momento
Con un país sufriendo los embates económicos de la pandemia, resulta necesario “encender” la actividad minera y aprovechar la coyuntura de precios internacionales. “La cotización del cobre ahora está un 27% mayor al que tenía el 15 de marzo. El oro que es nuestro segundo producto de exportación, también está a niveles interesantes”, sostiene Marcial García, socio de EY.
A estoy hay que sumarle la situación con la demanda del cobre. Las proyecciones de consumo de cobre refinado para el 2020 se han ajustado a -7,4%; sin embargo, las expectativas para el 2021 son más optimistas con una recuperación de la demanda de cobre de 6,6%.
En tanto, el gerente del Instituto Peruano de Economía (IPE), Diego Macera, explica que la minería se convierte en una de las mejores palancas para salir de la crisis.
“Primero, porque, por dónde y cómo se realiza, se puede implementar protocolos para reducir el contagio mejor que otras actividades. Segundo, porque es el único sector económico del Perú capaz de mover cientos de millones de dólares de inversión en relativamente poco tiempo. Tercero, porque los precios van bien. Y cuarto porque no depende de la demanda interna, hoy deprimida, sino de los vientos externos, que van mejor”
La cartera de proyectos de exploración del sector a febrero del presente año asciende a US$498.6 millones en 64 proyectos.
Razones de la conflictividad
El lastre que arrastra la minería y que despierta los debates en el país está vinculado principalmente al impacto ambiental que genera. “Se han generado desastres ambientales y muchas comunidades han quedado contaminadas”, sostuvo en diálogo con El Comercio la congresista del Frente Amplio, Mirtha Vásquez.
Del mismo modo, las brechas sociales y niveles de pobreza en las regiones predominantemente mineras son las que despiertan el conflicto. “Es la falta de garantías ambientales y la flexibilización en temas ambientales y administrativos sociales son los que generan preocupación. Con reducir la consulta previa, se le está quitando ese derecho a la población”, agregó la congresista Vásquez.
Para el director ejecutivo de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (Snmpe), Pablo de la Flor, el objetivo es darle celeridad a la Consulta Previa; pero no eliminarlas. “Hay consultas que han demorado hasta 3 años. Esto complejiza el proceso de inversión al extenderse los plazos innecesariamente. No pretendemos prescindir de esta mecánica. Aquí en Perú tenemos la consulta hasta en dos momentos: en exploración y en explotación”, agregó.
Lo que en su momento propuso la Snmpe es eliminar la consulta previa en exploración para mantener la práctica tal y como funciona en otros países. Sin embargo, el Ejecutivo no se ha mostrado a favor de la misma y es por ello que se planteó la celeridad de la misma.
“Buena parte de la conflictividad se explica fundamentalmente por la persistencia de importantes brechas sociales y de acceso a servicios públicos. Lamentablemente, no se ha podido cerrar esa brecha por efectos de la escasa eficacia que se ha tenido en materia de inversión de los recursos del canon. La clave está en mejorar la ejecución de estos recursos”, agregó De la Flor.
Diego Macera, gerente del IPE, advierte que ya en algunas zonas mineras los niveles de pobreza se han reducido. “Los casos más emblemáticos de gran escala son Moquegua y Tacna, aunque tomó tiempo. El reto es hacer que en regiones como Apurímac este proceso tome muchísimo menos. Parte del reto es transformar los recursos que se obtienen de canon y regalías en cierre de brechas productivas y sociales para las comunidades”, acotó.
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