(Foto: Archivo)
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Cuando menos visión estratégica muestra un frente político, empresarial y económico, es cuando más tendemos a concentrarnos en el corto plazo, en lo adjetivo, en lo que muchas veces no responde a las reales necesidades del país, sino a intereses particulares. Quizás por ello es que hasta hoy no disponemos de una agenda nacional y, menos aun, de políticas de Estado.

Hoy, por ejemplo, el accionar de nuestro frente político se acerca más al contenido de una página policial que a uno propositivo que nos permita emprender un programa orgánico para reducir el tremendo déficit de infraestructura, para plantear el camino a la institucionalidad en materia de justicia, seguridad, salud o educación.

La misma urgencia de mejorar la calidad de nuestro Estado no está dentro de sus prioridades. Es claro que no dispone de visión de mediano y largo plazo. Pura miopía, pura demagogia.

De otro lado, también tenemos que aceptar que las decisiones empresariales se toman con un sesgo en extremo pegado a la coyuntura. Por ejemplo, solo si estamos en lo más alto de crecimiento, invertimos; dejando de considerar la naturaleza cíclica del comportamiento de nuestra economía.

Esta actitud, recurrente, desconoce que la inversión debe tener un sesgo contracíclico y ejecutarse a la espera de que su maduración se alinee con lo mejor de la fase expansiva del ciclo. Debe realizarse con una perspectiva de mediano plazo y cuando el proceso de recuperación económica empieza a identificarse.

Debemos apreciar que hoy, justamente, estamos saliendo de un proceso de desaceleración en materia productiva y las perspectivas de crecimiento para el mediano plazo, de acuerdo al mismo FMI, nos indican que a pesar de nuestras limitaciones estructurales, el crecimiento promedio anual en los próximos años estará en alrededor del 4%.

Lamentablemente, mucho de nuestro frente empresarial es miope: no pasa de concentrarse y sobrevalorar el corto plazo.

Ahora bien, en materia económica también nos invade una suerte de miopía.

Nos concentramos en demasía en la cifra del año, del mes, del día; dejando de reconocer que somos una de las pocas economías de la región que ha crecido casi 20 años de manera continua y que nuestra vulnerabilidad a choques externos es perfectamente administrable en el marco de las ventajas con que contamos en materia de disponibilidad de reservas internacionales y nuestro bajo nivel de endeudamiento público.

Somos, a pesar de la mediocridad que nos rodea, casi una joya en el mundo de los emergentes.Siempre habrá alguien que diga que el largo plazo no es relevante porque en el mismo todos estaremos muertos. Nada más dañino en la formación de un pensamiento estratégico para nuestro frente político, empresarial y económico. La lógica inteligente es al revés: debemos preocuparnos en el largo plazo, si no lo hacemos podríamos estar todos muertos en el corto plazo.

 Los problemas reiterativos del corto plazo se han debido a que por 200 años no hemos sido capaces de solucionar nuestros problemas de estructura. Tenemos que superar nuestra permanente miopía, solo así se reducirá la posibilidad de presencia de posiciones extremas en cada proceso electoral.

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