Los conflictos entre el turismo y la minería no son extraños en Perú, país lleno de sitios históricos y turísticos que también es el segundo mayor productor mundial de cobre, zinc y plata. Pero en el caso de la Montaña Arcoíris, los partidarios de la conservación parecen haber ganado.
El viernes por la noche, el gobierno peruano bloqueó todas las licencias de exploración minera en la Montaña Arcoíris, un destino turístico en alza en Sudamérica. Ubicadas en el sureste de Perú, cerca de Cuzco, la otrora capital del imperio inca, y de las ruinas de Machu Picchu, las coloridas laderas de la zona atraen a alrededor de mil turistas al día a Winikunka, que significa Montaña de los Siete Colores en el idioma local quechua.
Los colores también llamaron la atención de las empresas mineras. Donde los turistas ven una mezcla fascinante de rojos, amarillos y verdes, las mineras vieron rastros de mineral de cobre, de hierro y otros minerales.
Una unidad de Camino Minerals Corp., con sede en Canadá, se adjudicó en marzo una concesión minera, lo que generó protestas de las comunidades locales. Aunque la compañía informó en junio que renunciaría a los derechos mineros en el área, la incertidumbre en torno al futuro del área se mantuvo hasta muy tarde el viernes, cuando un decreto presidencial prohibió la actividad minera en el área durante 12 meses.
La agencia estatal de noticias, Andina, informó que el gobierno regional había señalado que el Ministerio de Energía y Minas ahora tendrá que procesar los documentos para declarar la zona un área de conservación regional.
Entre las grandes operaciones mineras ubicadas alrededor de Cuzco figuran la mina de cobre Las Bambas, de MMG Ltd.; Antapaccay, de Glencore Plc; y Constancia, de Hudbay Minerals Inc.