El 17 de octubre se conmemorará el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza y los desafíos de los crecientes niveles de pobreza pospandemia en el Perú prevalecen. Se requieren acciones concretas que impulsen más inversión y competitividad en las regiones y aborden las nuevas características de la pobreza. En ese contexto, el Banco Mundial y el IPE presentarán próximamente el estudio “Revirtiendo la pobreza en el Perú: desafíos y oportunidades pospandemia”.
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Nuevo panorama
En los últimos años, las condiciones de vida se deterioraron principalmente en las zonas urbanas del país, donde la pobreza aumentó de 14,6% en el 2019 a 26,4% en el 2023, el nivel más alto de la pobreza urbana desde el 2007. En contraste, la pobreza rural bajó ligeramente de 40,8% a 39,8%. Así, las ciudades han pasado de albergar el 57% de la población en condición de pobreza en el 2019 al 73% en el 2023.
Otro cambio importante es una mayor profundización de la pobreza. Así, la brecha de pobreza, es decir, la distancia entre los gastos de una persona promedio en situación de pobreza y una que se encuentra en la línea de pobreza, aumentó de 4,5% a 7,5% entre el 2019 y 2023. Este cambio fue más abrupto en Lima Metropolitana, donde la brecha se multiplicó 2,8 veces en ese período, alcanzando 7,2% en el 2023.
Radiografía regional
El incremento de la pobreza ha sido mayor en regiones como Tumbes, Ucayali, Lima y Callao y Tacna, con aumentos de casi 15 puntos porcentuales entre el 2019 y 2023, mientras que solo tres regiones (Amazonas, Apurímac y San Martín) lograron reducir su pobreza de forma significativa. En tanto, la pobreza urbana aumentó en todas las regiones, duplicándose incluso en ocho regiones, entre ellas Áncash, Tacna, Tumbes y Ucayali.
Detrás de estos incrementos están la recesión del 2023 y la alta inflación, que erosionaron el poder adquisitivo de los hogares y limitaron la generación de empleos de calidad. Destaca el caso de Lima y Callao, cuyas economías crecieron en promedio apenas 0,9% en el 2022-2023 y la tasa de empleo adecuado se redujo de 68,9% a 61,8% desde el 2019. Con ello, la pobreza en la capital más que se duplicó de 14,2% a 28,7% entre el 2019 y 2023, un retroceso a niveles de hace 17 años.
Brechas de competitividad
Las brechas de competitividad impiden tanto una protección adecuada para la población en condición de vulnerabilidad, dejándolos expuestos al riesgo de regresar a la pobreza, como un mayor aprovechamiento del potencial productivo de las regiones en actividades económicas como la agricultura, la minería, los hidrocarburos y el turismo.
Incluso aquellas regiones con mayores niveles de desarrollo aún presentan brechas importantes. Por ejemplo, si bien Tacna tiene el menor nivel de anemia a escala nacional, aún el 34% de niños menores de 3 años la padece. Asimismo, persisten diferencias en el interior de las regiones. Si bien Cusco es una de las pocas regiones donde la pobreza no se incrementó de manera significativa entre el 2019 y 2023, uno de cada cuatro distritos registra puntajes muy bajos en el Índice de Desarrollo Humano.
Retos de política
Los principales retos para retomar la lucha contra la pobreza incluyen, por un lado, el menor dinamismo de la inversión privada, que crecerá apenas 1,6% este año, según estima el IPE, en comparación con los avances de doble dígito de hace más de una década. A ello se suma la corrupción, la falta de capacidades técnicas y la elevada rotación de funcionarios en gobiernos subnacionales, que continúan limitando la efectividad del gasto de sus recursos para cerrar las brechas de desarrollo.
En este contexto, el Banco Mundial proyecta que el Perú sería uno de los pocos países de la región que en el 2026 aún mantendría tasas de pobreza superiores al nivel prepandemia.
Sin embargo, el panorama por delante luce favorable para nuestro país: una adjudicación importante de proyectos de inversión, mayores precios de minerales, creciente demanda por agroexportaciones y recuperación del turismo. Recuperar la senda de reducción de la pobreza es entonces posible y responsabilidad de las autoridades. Es necesario encender todos los motores de crecimiento y enfrentar los retos de gestión pública, desplegando políticas focalizadas que aborden las causas específicas de la pobreza en cada región.