Un reto de América Latina, por Piero Ghezzi [ANÁLISIS]
Un reto de América Latina, por Piero Ghezzi [ANÁLISIS]
Piero Ghezzi Solís

Esta semana fui invitado por el Ministerio de Producción de Argentina para discutir temas de . También participé en la conferencia organizada por el Instituto para la Integración Latinoamericana. Fue una oportunidad para reflexionar sobre retos comunes de la . Tal vez, el mayor es nuestra limitada capacidad de generar buen empleo para nuestra población, en su mayoría poco calificada. Y muy relacionado, el que la productividad media sea baja (en relación, por ejemplo, con Estados Unidos) y heterogénea (conviven empresas altamente productivas con otras de baja productividad). 

El ejemplo emblemático es México. Un estudio de McKinsey del 2014 (“Historia de dos Méxicos”) resaltaba este dualismo. Empresas grandes habían aumentado mucho su productividad: 5,8% anual. Empresas pequeñas la habían reducido dramáticamente: -6,5% anual. Además, el porcentaje de la PEA en el sector que reducía su productividad había aumentado. No era una sorpresa pues que México hubiese crecido solo 2,3% anual en los últimos 35 años. 

México es un caso extremo por lo sofisticado de su sector exportador (su canasta exportadora es manufacturera y su industria aeroespacial es de clase mundial). Pero la heterogeneidad productiva y poca generación de empleo es un problema latinoamericano.

Lamentablemente, esto se puede complicar. La robotización y otros desarrollos que reducen la demanda por mano de obra no calificada son un riesgo. Si además aparecen sustitutos a materias primas (como ha sido el ‘shale oil’ para países petroleros) los riesgos son grandes. 

A nivel mundial, las empresas reaccionan a esta mayor incertidumbre. Ante el riesgo de nuevas tecnologías que hagan obsoletos a sus proveedores, las empresas ya no quieren ser dueños de estos. Asimismo, muchas empresas tienen un sistema de producción ‘justo-a-tiempo’ en el que mantienen inventarios muy bajos para detectar rápidamente errores en la producción. 

Ha aumentado también la demanda mundial por regulaciones (ambientales, laborales, trazabilidad, permisos fitosanitarios, etc.). Ello implica que implementar políticas públicas que solucionen los problemas de productividad y empleo se hace más complejo.

—Nuevas soluciones—
La solución tradicional latinoamericana –crear consejos nacionales de productividad o competitividad– no ha funcionado. Nuestros estados no se han adecuado a las necesidades productivas y regulatorias modernas. Y a menos que se cambie la relación público-privada, seguirá igual. 

Esta relación ha sido de extremos. A veces demasiado cercana, con riesgos de captura. Otra veces, distante. Una gran distancia es perjudicial. El sector privado cuenta con señales de mercado: precios, rentabilidad y competencia que selecciona a las mejores firmas. Pero el sector público, cuando toma decisiones, no tiene señales claras que evalúen su performance. Necesita información que solo el sector privado le puede proveer.  

Lamentablemente, no abundan ejemplos de colaboraciones público-privadas para mejorar las políticas públicas en Latinoamérica. Ha habido esfuerzos a nivel local, pero muy aislados. La primera estrategia sistemática diseñada desde un gobierno central y que delineaba un marco para obtener la información del sector privado han sido las mesas ejecutivas en nuestro país. Copiando el modelo peruano, Argentina lanzó también mesas ejecutivas. Esa fue la razón de la invitación.

Para que la región (y el Perú) resuelva su reto de productividad y empleo, necesitará transformar la relación público-privada. Se necesita cerrar las brechas de infraestructura, capital humano e innovación, y mejorar la regulación. Pero, para lograrlo eficientemente, no podemos depender únicamente de políticas tomadas desde arriba. Si no, ¿cómo sabemos qué infraestructura, para qué, en qué región? ¿O qué regulación es la más adecuada para un sector en particular?

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