Es claro que, en el sector salud, la implementación de una reforma se debe orientar a alcanzar finalmente el bienestar del ciudadano. Ello, sin embargo, no pasa solo por incrementar la asignación presupuestal para la cartera –al 2021, esta creció en S/ 991,2 millones–, sino también por reconocer que existen serias debilidades en el modelo de gestión vigente, las cuales se han expuesto con mayor fuerza a raíz de la pandemia del COVID-19.
“No basta con poner recursos al inicio del proceso ni empujarlos a ver si ocurre algo. […] En el resultado que ve el ciudadano, la posta sigue estando sucia, no hay medicinas ni tecnología”, comenta César Amaro, investigador principal de Videnza.
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Precisamente, un documento elaborado por la organización y la Red de Estudios para el Desarrollo (Redes) hace hincapié en que la gestión del sistema de salud en el Perú se encuentra fragmentada en distintos subsectores desarticulados. Cada actor –como el Ministerio de Salud (Minsa), Gobiernos Regionales (Gore), Essalud, las sanidades de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional; así como los centros privados– juega en la práctica con reglas propias y requieren, con urgencia, la implementación de una lógica transversal. Ello implicaría el establecimiento de pautas para tomar decisiones orientadas a responder a las necesidades de la población.
“El sistema de salud peruano es muy fragmentado. Existen diferentes entidades para diferentes grupos”, señala a Día1 Oswaldo Molina, director ejecutivo de Redes. “[…] La información de un sistema no conversa con el otro sistema”, agrega.
Aunque en el 2002 se establecieron funciones sanitarias para los gobiernos regionales y locales como parte del proceso de descentralización iniciado en el país, el informe indica que las autoridades departamentales actúan como administradoras de recursos sin aportar valor a los procesos gestionados.
“Lo primero que debemos hacer es un acompañamiento, desde el gobierno nacional para alinearnos todos cuando tengamos lineamientos claros. Es urgente ponernos de acuerdo y hay que hacer un gran pacto social por la salud”, refiere el exministro de Salud, Abel Salinas.
Dotar de capacidades a los distintos gobiernos regionales permitiría, además de descentralizar las funciones, que el Minsa pueda enfocarse en su función rectora, dejando así las funciones operativas a los niveles subnacionales.
El diagnóstico realizado revela también la existencia de una estructura organizacional presente en las entidades públicas donde los funcionarios se centran en formalismos y donde se otorga prioridad a la ejecución del gasto, mas no a la calidad del mismo. “Lo que está en el centro no es la persona, sino el procedimiento”, remarca Molina.
Otro de los problemas observados es la deficiencia en la disponibilidad de recursos humanos en el sector, lo que limita la presencia de fuerza laboral calificada particularmente en las zonas más alejadas del país. Según el Minsa, Perú tiene una densidad de 12,8 médicos por cada 10.000 habitantes. Y específicamente, en la región nororiental del país, esta cifra apenas alcanza los 7,3 médicos por cada 10.000 habitantes.
“En las provincias de las regiones, cuando en la mañana hay un radiólogo, laboratorista y especialistas, en la tarde ya no hay. Hay una oferta instalada que no resuelve [los problemas]”, explica Amaro.
Las estrategias a implementar
A partir de definir el rol rector del Minsa y descentralizar las funciones, Amaro desde Videnza enfatiza que se debe trabajar también en fortalecer la red de referencias –cuando el médico tratante deriva la atención del paciente a un servicio de salud con el que no cuente el establecimiento inicial asignado–.
“[Podríamos implementar] una red primaria con hospitales de referencia en el modelo de las Redes Integradas de Salud”, sugiere Amaro.
Un informe pasado publicado en este suplemento, dio cuenta que a raíz de la pandemia distintos pacientes con enfermedades crónicas habían sufrido retrasos en su atención y registraron problemas con la adquisición de sus medicamentos.
Sobre este punto hizo énfasis Salinas, quien señaló que se debe trabajar en un plan de recuperación de la población desatendida. “Hemos dejado de cuidar la anemia infantil, las vacunas del calendario nacional o enfermedades crónicas como sobrepeso, obesidad y cáncer”, especifica.
Parte de la estrategia para la integración se concentra, además, en contar con un sistema de información compartido, dado que a la fecha cada uno de los establecimientos de salud se han organizado de forma independiente. El problema allí radica, a criterio de Amaro, en que el sector no cuenta tampoco con un estándar de medición que permita uniformizar la información –por ejemplo, en cuanto a datos de oxígeno medicinal disponible en el país–.
“Sin información, el ministerio, la región, el hospital, el médico o la enfermera no va a poder gestionar bien. Perú tiene que salir del modelo de gestión funcional al modelo de gestión por procesos centrado en resultados”, subraya.
Medidas urgentes para contrarrestar la pandemia
En medio de la situación de emergencia fue clave, asimismo, el intercambio prestacional entre los distintos subsectores. Por ejemplo, mediante convenios –cuando se realiza entre centros privados y actores públicos– o contratos –cuando el intercambio se da entre privados–.
Al respecto, el presidente de la Asociación de Clínicas Privadas (ACP), Alejandro Langberg, manifiesta que esta situación ha mostrado la falta de rapidez en cuanto a la realización de trámites con el Estado para acelerar dichos procesos. Así también, coincide con los expertos al señalar que se requiere contar con una base de datos que permita tomar decisiones.
“Todo el sistema privado está reportando a Susalud dos veces al día la infraestructura disponible que tiene”, afirma.
Las iniciativas propuestas deben estar continuamente monitoreadas para evaluar los resultados de las mismas. A decir de Molina, y ante el contexto de pandemia, las herramientas tecnológicas han empezado a desempeñar un papel importante. “Hay una enorme posibilidad en todo lo que es la telemedicina. Este es un momento crucial para hacerlo, pero de la misma manera poder hacer los historiales clínicos virtuales”, observa.
Salinas, por su parte, anota que urge también reforzar el primer nivel de atención con el abastecimiento de pruebas para diagnóstico, oxímetros de pulso, recursos humanos y medicamentos. Así también, recomienda gestionar los procesos de vacunación masiva en un tiempo corto.
“La estrategia tiene que rediseñarse urgentemente y no estar enfocada solamente en las camas UCI”, afirma.
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