Standard & Poor’s (S&P) ratificó la calificación de Perú para crédito a largo plazo en moneda extranjera (BBB+) y moneda nacional (A-), con perspectiva estable para ambas.
Además, la calificadora de riesgo mantuvo en A-2 su rating para crédito a corto plazo en moneda nacional y extranejra.
“El panorama estable refleja nuestra visión de que la baja deuda del gobierno peruano, disponibilidad de activos líquidos, reservas internacionales sólidas, y acceso a diferentes fuentes de financiamiento mitigarán los riesgos macroeconómicos derivados de la pandemia del COVID-19 y de la incertidumbre política”, indicó S&P en un informe.
“Nuestras calificaciones crediticias de Perú reflejan la continuidad de políticas entre los gobiernos, que ha favorecido un marco macroeconómico pragmático y con predictibilidad”, anotó.
Además, prevé que el déficit fiscal del país disminuya gradualmente y aterrice en un ratio menor al 2% del PBI en 2023.
“La designación de Francisco Sagasti -un tecnócrata centrista- como presidente interino debería brindar cierta estabildiad tras una semana de caos político”, señaló. No obstante, también menciona la inestabilidad generada por el Congreso y los retos que afronta la economía en materia de informalidad y brecha de infraestructura.
S&P prevé que el PBI peruano se contraiga 13,5% este año, con un rebote de 10% para 2021. A su vez, afirma que la economía peruana no regresará a niveles pre pandemia en dos años.
Escenario positivo
La calificadora de riesgo ve poco probable un incremento en el rating de Perú en los próximos dos años; sin embargo, podría ocurrir si se cumplen ciertas condiciones.
“Podríamos elevar las calificacaiones si observamos una mayor predictabilidad en la elaboración de políticas, así como la capacidad del gobierno para ejecutar gasto de capital e implementar reformas que puedan resultar en una mejora sostenida en los indicadores de crecimiento de Perú”, explicó la agencia.
Escenario negativo
Las notas de Perú podrían caer si se prolonga la inestabilidad política en los próximos dos años, lo que generaría un terreno impredecible para los inversionistas y alejaría su confianza.
Este escenario también dificultaría la consolidación fiscal tras superar la pandemia del COVID-19.
“También podríamos disminuir los ratings si la recuperación económica es más débil de los esperada, después de que se disipe el shock del coronavirus, estresando la posición presupuestaria del soberano”, subrayó.
La combinación de perspectivas débiles de crecimiento económica y un mayor déficit fiscal a mediano plazo podría hacer que caigan nuestras calificaciones.