Tasas negativas: ¿Por qué se han vuelto el gran tema de debate?
Tasas negativas: ¿Por qué se han vuelto el gran tema de debate?
Viviana Gálvez Cordova

Dos de los cuatro motores de la economía mundial –Japón y Europa– tienen tasas de interés interbancarias negativas; es decir, los ahorristas pierden dinero en vez de ganarlo por los excedentes de ahorros que mantienen en las entidades financieras. El objetivo es acelerar el uso del dinero y con ello dinamizar la economía.  

Estas medidas, consideradas exageradas para algunos pues la situación mundial no sería tan grave como para necesitar de ellas, podrían estar relacionadas con dos desafíos para el Perú: la reducción de exportaciones y una mayor devaluación de la moneda, lo que se traduciría en una inflación más pronunciada.  

¿A QUÉ RESPONDE?
Las tasas negativas son una señal de que la inflación está por debajo del rango deseado y de que existe déficit de demanda, explica José Martínez, vicepresidente ejecutivo de Inversiones y Pensiones de Rimac Seguros. Ello a su vez genera temor de deflación, lo cual es una reducción de los precios y desincentiva la producción de bienes para su comercialización en el mercado o la inversión empresarial. 

“Una vez que entras en un entorno deflacionario, te pasa lo que le pasa a Japón: la gente cree que más adelante los precios serán siempre más bajos; entonces, no compra. Romper esa tendencia es muy difícil”, explica Carlos Rojas, CEO de Andino Asset Management. 

De ahí que Dinamarca, Suiza, Japón y el Banco Central Europeo han apostado por cobrar por los excedentes de ahorro. Si los bancos centrales de más países apuestan por esta medida, la señal que se dará será una de déficit de demanda. Para el Perú, este déficit de demanda es una mala noticia para el sector exportador, pues habría menor interés por nuestros productos, indica Martínez.

Lo anterior se sumaría a la salida de capitales de los países emergentes, entre ellos el Perú, por la incertidumbre que existe en relación a la región. Ello provoca que los capitales opten por activos refugio –como el dólar–, pese a que las tasas de interés son más altas aquí, señala Rojas.

Agrega que desde el 2013, la moneda peruana se ha devaluado en 38,5%. De continuar así, los precios de los bienes importados se seguirían incrementando. “Más o menos, de toda la devaluación que hay en un año, entre el 25% y 30% se va a inflación directamente”, detalla.   

¿OTRO PAÍSES SE SUMARÁN?
¿Cuán probable es que Estados Unidos (EE.UU.) y China –los otros dos motores de la economía mundial– adopten tasas negativas? “EE.UU. solo ha dicho que lo podría evaluar, dejando la puerta abierta, pero creo que aún están muy lejos de llegar ahí”, opina Paulina Yazigi, directora de Research y Economía de Credicorp Capital Chile.

Martínez explica que EE.UU está más interesado en subir su tasa de interés, aunque deberá esperar a que su economía reporte más indicadores. Por el momento, el rubro de servicios ha arrojado indicadores positivos, mientras que los de manufactura, industria y demanda externa no han sido tan buenos.

Si bien las tasas negativas son una opción para evitar que el mercado prefiera ahorrar que gastar, no sería tan fácil reactivar la economía con esta medida. “En la práctica no es fácil traspasar las tasas negativas a los ahorristas, porque estos incluyendo mantener su dinero ‘bajo el colchón’, lo que reduce el pool de ahorros que pueden prestar los bancos”, indica Luis Oscar Herrera, economista jefe para la región Andina y Argentina de BTG Pactual.

Las tasas negativas son criticadas también desde la izquierda. Ambrose Evans-Pritchard, editor de negocios internacionales de “The Daily Telegraph”, opina -desde una visión heterodoxa- que distraen de otros problemas de la economía global, como la falta de estímulos fiscales y de transferencias de los bancos centrales para que estos no se financien con emisión de deuda. 

Otro desafío es que no se genere una guerra de divisas en la medida que algunas economías subes tasas y otras las bajan. Esta semana el Grupo G20 se reunirá y es posible que se debata una mayor coordinación monetaria. 

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