Hace casi 10 años, el entonces presidente Ollanta Humala expresó su deseo de que el Perú se convierta en miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). El objetivo era que para el 2021 este hecho pueda concretarse, pero antes debían darse una serie de pasos. Ahora que el organismo acaba de cambiar de secretario ejecutivo –el australiano Mathias Cormann entró por Ángel Gurría—, ¿qué tan cerca estamos de ser parte de este club de países?
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Luis Miguel Castilla, director de Videnza Consultores, y que en ese entonces se desempeñaba como ministro de Economía y Finanzas, comentó que lamentablemente nos hemos venido quedando en el esfuerzo de ingresar a la OCDE. “De los cuatro países de la Alianza del Pacífico, Perú es el único que no ha ingresado, y el último fue Colombia. También ingresó Costa Rica que incluso no cumple con algunos ámbitos al nivel de Perú en lo que se refiere al tema fiscal”.
Para el economista, el hecho de habernos desfasado y que otros países de la región tengan mayores chances de ingresar, muestra que los esfuerzos del país han sido infructuosos. Reconoció que hay hechos que desviaron la atención como la inestabilidad crónica que ha sufrido el país que ha hecho que esta agenda se haya dilatado. Apuntó que es incierto si la próxima vez que se abra la ventana vamos a estar listos para ingresar, pese a participar en múltiples comités propuestos por la OCDE desde hace mucho tiempo.
“Estamos más lejos del objetivo porque si bien han habido avances y cumplimos con las exigencias que la OCDE solicita en una multiplicidad de campos, estamos retrocediendo en materia de desarrollo institucional”, expresó Castilla.
Añadió que las normas que el Congreso saca nos pone en desventaja, porque si bien se aprobó nominalmente una norma o una reforma, en la práctica no se ha ejecutado, o incluso se ha ido en contra de lo aprobado previamente.
Por otro lado, indicó que muy pocos candidatos lo mencionan en sus planes de gobierno y esto es importante porque da una sensación de orden y de tener un rumbo.
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“Se empezó hace 10 años, pero han sido esfuerzos aislados y no sostenidos, sino no se explicaría que otros países que empezaron después de nosotros hayan podido ingresar y son países que no están exentos de problemas, como Colombia que con temas de guerrillas y paz interna logró ingresar. Esto demuestra que ha habido liderazgo, continuidad y que se compraron el pleito. Acá lamentablemente eso no ha ocurrido”, apuntó.
Al respecto, Efraín Gonzales de Olarte, profesor principal del Departamento de Economía de la PUCP, refirió que el país no está preparado, y posiblemente no califica, para estar en la OCDE. Esto se debe a que tiene varios indicadores que limitan su postulación como la gran informalidad, alta desigualdad distributiva, baja presión tributaria, un sistema político extremadamente frágil que genera incertidumbre, un Estado muy débil en varios sentidos, sistema de justicia poco predecible y corrupción en todos los niveles públicos y privados.
“Para entrar en la OCDE nos tenemos que preparar mucho para mostrar mejores indicadores”, agregó el docente.
VENTAJAS DE SER PARTE DE LA OCDE
Castilla sostuvo que el principal beneficio de ingresar a la OCDE es certificar que el país está comprometido con los mayores estándares internacionales en materia de políticas públicas, de gobernanza, transparencia e integridad que los países miembros cumplen.
El economista hizo un paralelo cuando se firmó el TLC con Estados Unidos, donde además de la apertura de mercado, el país se vio obligado a implementar una serie de mejoras en la competitividad y cambios normativos, porque había un objetivo externo de ser parte de algo y de cumplir con los criterios que se exigía.
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Recordó que en ese momento el acuerdo comercial con Estados Unidos exigía mejorar toda la institucionalidad ambiental, crear un Ministerio del Ambiente, mejorar la gobernanza forestal, etc. “En el caso de la OCDE viene a ser lo mismo, para adherirse los países se comprometen a cumplir estándares internacionales y son catalogados como países con mejores prácticas”.
El exministro refirió que siempre el aliciente externo en el país funciona. Como cuando fuimos anfitriones de los Juegos Panamericanos, y se movilizó toda la estructura pública, se logró cumplir con las obras a tiempo y con el presupuesto. En resumen, “se logró salir del marasmo que usualmente caracteriza a la gestión pública, y fue un objetivo externo que hizo que las cosas cambiaran”.
En este caso, manifestó, el desafío está en la implementación de las normas que se han aprobado. Entonces, ser parte de este club nos aseguraría el beneficio de tener instituciones más sólidas y políticas púbicas más idóneas. Ese es el verdadero beneficio para la población, según Castilla, tener un Estado más transparente, más digital y más accesible. “No es un beneficio tangible, que se traduzca en una variable, pero es como un ISO, una certificación al país que cumple estándares altos de gobernanza y políticas públicas de calidad”, puntualizó.
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