El 2022 será recordado en los anales de la industria petrolera como el año en que el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) tuvo que salir al rescate de Petro-Perú para evitar el desabastecimiento de combustibles a nivel nacional. No una, sino dos veces.
La primera con un préstamo de US$750 millones (abril) y la segunda con un aporte de capital de US$1.000 millones y una línea de crédito de US$500 millones (octubre).
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Nada asegura, sin embargo, que no habrá una tercera vez.
Y es que, según César Gutiérrez, ex presidente de Petro-Perú, la reciente línea de crédito de US$500 millones permitirá importar combustibles solamente por un horizonte de 30 días. Esto significa que la estatal tendrá que volver a pedir la ayuda del MEF más pronto que tarde.
Para evitarlo, el directorio de Petro-Perú apuesta todas sus fichas al inicio de operación de la nueva refinería de Talara, costoso megaproyecto que permitirá a la petrolera volver a producir combustibles y sortear sus problemas de iliquidez, los más graves de su historia.
PETRO-PERÚ, IMPORTADOR NETO
“Si la nueva refinería no entra en funcionamiento en los próximos dos meses, será muy difícil la sostenibilidad financiera de la empresa, en la medida en la cual no tendremos margen de refino y estaremos en desventaja frente a la competencia”, señaló Humberto Campodónico, renunciante presidente de Petro-Perú, en Canal N.
La importación de combustibles se ha vuelto, efectivamente, una carga muy pesada para Petro-Perú y para el país.
Gustavo Navarro, ex director general de hidrocarburos, calcula que la petrolera pública importaba “cuatro o cinco cargamentos de diésel” antes de que la antigua refinería fuera desconectada en diciembre de 2019.
Tres años después, la estatal demanda hasta diez buques mensuales de diésel, tres de gasolinas y dos de GLP y turbo (para aviación), lo cual es “una cantidad impresionante de buques y combustibles que a los precios actuales implican un monto bastante elevado”, anota el exfuncionario.
De acuerdo a estadísticas del Banco Central de Reserva del Perú la importación de combustibles y lubricantes creció de US$3.782 millones en enero-agosto de 2019 hasta US$6.834 millones en igual periodo del 2022, un aumento que se explica por la mayor actividad importadora de Petro-Perú.
¿Pero, que asegura al país que la nueva refinería de Talara estará lista próximamente para evitar nuevos salvatajes del MEF?
EL ARRANQUE DE LA REFINERÍA
“Lo que va a ocurrir es esto: Si la nueva refinería de Talara no entra en funcionamiento muy pronto, Petro-Perú va a volver a pedir US$500 millones o US$1.000 millones más, y eso va a ocurrir antes de seis meses”, advierte Renato Lazo, director de Energía ConTacto.
Humberto Campodónico considera, sin embargo, que no debemos preocuparnos porque la estatal ha elaborado un cronograma con los constructores de la refinería – Técnicas Reunidas y Cobra – para que esta comience a producir combustibles “a fines de noviembre o diciembre”.
Pero no sería tan sencillo. Freddy Morales, presidente del Instituto Peruano de Ingenieros de Gas y Petróleo (IPIGP), advierte que a estas alturas Petro-Perú ya debería haber publicado el ‘cronograma de arranque de la refinería’ donde consta la fecha exacta de inicio de producción y el presupuesto destinado para ello.
Y es que pocos se han percatado que para volver a producir combustibles la estatal necesitará otra fuerte cantidad de dinero, ésta vez, para adquirir crudo.
Hablamos de US$1.000 millones, cifra que acarrea un problema similar al de la compra de combustibles, pues “agarra a Petro-Perú sin capital de trabajo ni nadie que lo pueda financiar, salvo el Estado”, apunta Víctor Saavedra, CEO de VSConsulting.
Por esta razón, los expertos en hidrocarburos consideran que el arranque de la nueva refinería no será tan rápido ni efectivo como proyecta Petro-Perú.
De acuerdo a Álvaro Ríos, socio fundador de Gas Energy, eso ocurrirá hacia fines del primer trimestre del 2023, mientras que César Gutiérrez patea la fecha hasta el segundo trimestre de dicho año. Aún así, los especialistas dudan que el proyecto vaya a aliviar los avatares de la empresa como esta espera.
CURVA DE APRENDIZAJE
El gran error de Petro-Perú al emprender la nueva refinería de Talara fue erigirla sobre el mismo sitio de la antigua, porque esto “obligaba a destruir la vieja para hacer las conexiones con la nueva”, refiere Víctor Saavedra.
“Si la nueva refinería hubiera sido construida en Bayóvar, que era el sitio indicado, seguiríamos produciendo combustibles en la antigua refinería y no tendríamos el problema que hoy tenemos”, anota el experto en hidrocarburos.
Cuando Petro-Perú desactivó la refinería de Talara, a fines del 2019, aseguró al país que el proceso de interconexión demoraría 15 meses, a lo mucho. En vez de eso, han pasado 34 meses y el proceso todavía no concluye.
Peor aún, los expertos aseguran que la nueva refinería no solucionará los problemas de falta de liquidez que aquejan a la estatal. Al menos no en el corto o mediano plazo.
Para ello se necesitaría que el complejo refinero produzca, de un día para otro, los 95 mil barriles/día de combustibles para el cual ha sido diseñado. Lo cual es imposible.
“No se puede pretender que un proyecto nuevo y de alta tecnología funcione inmediatamente”, apunta Saavedra.
Freddy Morales estima que para alcanzar dicho volumen se requerirá entre tres y once meses. Según Saavedra, más tiempo.
“El personal de Petro-Perú tiene todavía que aprender a operar el proyecto. Entonces, el crudo que comprará se va a utilizar para probar la refinería, empezando con una carga de 10 mil barriles un mes, 20 mil en dos meses y, así, hasta llegar a 95 mil en dos años”, señala.
Todos estos problemas dan la razón a quienes sostienen que la nueva refinería de Talara, mal llamado “proyecto de modernización”, fue una iniciativa que acarrearía un alto costo para el país. Queda ahora ver la manera de evitar que Petro-Perú siga hundiéndose más en la espiral de salvatajes en la que parece haber entrado.