Tan movido como histórico, el 2020 es un año que ningún periodista podrá olvidar. En el frente económico, el recuento anual trae una lista de eventos que jamás hubiese esperado reportar, y menos aún con la frecuencia con la que ocurrieron. Desde un lunes negro en Wall Street, hasta el cierre y la transformación de cientos de empresas, el registro parece haber comprimido toda una década en apenas 366 días.
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Así, por ejemplo, cuando en los primeros meses del año las noticias del COVID-19 se acercaban a nuestras fronteras, un primer golpe se sintió en el sector turismo. Al principio fueron algunas cancelaciones de viajes, luego, tras el cierre de fronteras en marzo, toda actividad en la piedra angular del sector servicios desapareció. Con más de una aerolínea declarándose en bancarrota, se estima que la crisis ya habría sacado de carrera al 50% de empresas involucradas.
En abril, con medidas de confinamiento vigentes en casi todo el mundo, los aviones en tierra y la demanda de petróleo llegando a mínimos históricos, ocurrió algo que a muchos costó entender. La mañana del 20 de ese mes, desafiando toda lógica, el petróleo intermedio de Texas, en Estados Unidos, se desplomó 305% y empezó a cotizar en valores negativos. Si el viernes previo el precio del barril cerraba en US$18,27, ese lunes acababa el día con un valor de -US$37,63. Y es que, al no tener cómo almacenar la producción, se empezó a pagar para que se llevaran los excedentes.
Ese mismo mes, en el Perú, con una cuarentena extendida y sin fases de reactivación a la vista, el PBI se desplomaría en 40%. Peor aún, entre marzo y mayo, la población ocupada en Lima Metropolitana se reduciría casi a la mitad. Rememorando aquellos meses, el presidente del Banco Central de Reserva, Julio Velarde, afirmó en junio que ni en sus peores pesadillas hubiese esperado que algo así ocurriese.
Junto a lo complicado de enfrentar la peor pandemia global en décadas, en el frente interno el Congreso solo hizo las cosas más difíciles. Desde un inicio, en marzo, el Legislativo se dedicó a aprobar normas abiertamente inconstitucionales (como los ascensos en el sector Salud o la exoneración del pago de peajes) o sin soporte técnico (como los retiros de los sistemas de pensiones). Tanto es así que, en noviembre, un informe publicado en este Diario estimaba que en apenas cinco propuestas legislativas el Congreso generaría un costo de casi S/20 mil millones. Es decir, más de cuatro puntos del PBI en juego por votaciones de parlamentarios irresponsables.
Por suerte el año cierra con una noticia bastante positiva. En las últimas semanas, el Perú ha empezado a mostrar una de las recuperaciones económicas más rápidas de la región. Esto, luego de haber registrado una de las mayores caídas en el segundo trimestre del 2020. Con eso, el rebote de dos cifras esperado por agencias económicas locales y extranjeras empieza a surgir. Y, después de un año como el que pasó, una noticia así se espera con ansias.
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