En un entorno cada vez más hostil hacia la inversión, los retos de empresarios, ejecutivos y profesionales han cambiado también. Comparto cinco ideas sobre lo que podemos hacer.
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| Opinión
En un entorno cada vez más hostil hacia la inversión, los retos de empresarios, ejecutivos y profesionales han cambiado también. Comparto cinco ideas sobre lo que podemos hacer.
Diferenciarnos: los titulares están llenos de las historias de quienes socavan los intereses del Perú y de los peruanos. Son noticia y llaman la atención. Pero los que actuamos siempre con corrección, respetamos la ley y a nuestra gente y otros grupos de interés debemos visibilizar sin temor las buenas conductas y valores que nos guían. Es momento de dar la cara y diferenciarnos contribuyendo positivamente a la educación en valores en el país, apoyando causas valiosas, visibilizando su impacto positivo y siendo ejemplo vivo del beneficio de actuar con ética e integridad.
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Ser activistas: nuestra gente espera que estemos presentes en la discusión de los grandes retos del Perú. No podemos estar callados frente a tanto que sucede y que impacta negativamente a nuestro país, nuestra capacidad de trabajar y generar más trabajo digno y con más oportunidades de crecimiento para más peruanos. Ser valientes y estar presentes en la discusión no es hacer política, es liderar responsablemente. Pensemos asertivamente en cómo responderíamos a la pregunta, ¿qué hiciste por tu país cuando más te necesitó?
Construir mejores relaciones: todos hemos oído historias de cómo personas correctas en Venezuela lograron salvar sus empresas y negocios de expropiaciones ilegales gracias a la defensa incondicional de sus empleados. Hoy es tiempo de focalizarnos en construir relaciones genuinas y más cercanas con todos nuestros grupos de interés, de invertir asertivamente más que nunca en nuestra gente, en su empleabilidad, en su desarrollo, sus oportunidades de crecimiento y su movilidad interna, e incluso externa de ser el caso. Que sean todos ellos los mejores embajadores de marca de nuestras empresas y negocios. Y nunca se sabe, llegado el momento, de nuestra propia continuidad empresarial.
Impulsar nuestra reputación: hoy se espera que empresarios, ejecutivos y profesionales se interesen personalmente en participar en las actividades y retos de sus sectores o especialidades. Nada más importante que invertir tiempo, energía y máximo respeto en las personas del entorno general en el que trabajamos, incluyendo comunidades, colectivos, gremios o asociaciones empresariales. Quizá por el contraste con el entorno político del país, lo que define hoy una buena reputación incluye cada vez más aspectos que muestran resultados, valores sólidos, un perfil de liderazgo real, ética y palabra, así como sencillez, apertura, autenticidad, transparencia, profesionalismo e integridad.
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Desarrollar nuestro perfil: cuando el entorno es más retador, las urgencias del día a día nos alejan de la disponibilidad de tiempo y recursos para invertir en el continuo desarrollo de nuestro perfil profesional. Sin embargo, hoy más que nunca necesitamos fortalecer nuestras habilidades, destrezas y competencia de liderazgo del negocio, blandas y digitales. Registrar nuestros logros y hacer análisis continuos de brechas para saber lo que nos falta o debemos desarrollar con prioridad. En este entorno lleno de sobresaltos es vital ser más resilientes, flexibles y creativos, y también más humanos y éticos. Así damos el ejemplo y ojalá inspiremos esperanza en los demás.
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