Como es de conocimiento público, el INEI ha señalado que la inflación anualizada del Perú alcanzó el 8,6% en abril. Sin embargo, lo que no deja de preocupar es su tendencia al alza y que de experimentar solo una inflación de 1,3% hacia mayo, el Perú volvería, después de muchos años, a una inflación de dos dígitos. Exploremos algunos elementos que sugerirían que el tema es complicado.
Primero, mientras persistan en el frente internacional los desbalances generados por confinamientos repentinos, rompimiento de la cadena de suministros, inestabilidades en el frente energético y choques de oferta que atentan contra una adecuada disponibilidad y precios en el abastecimiento mundial de alimentos, nadie podrá asegurar nada sobre la tendencia y permanencia de la inflación en el mundo y, menos aún, en el Perú.
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Segundo, es conocido que en el Perú más de la mitad de los costos de las empresas tiene un componente importado y, por lo tanto, cualquier alza de tipo de cambio retroalimenta una potencial escalada inflacionaria. En dicho contexto, nuestro mercado cambiario hoy no solo está sometido al impacto negativo propio de la inestabilidad y ruido político que vivimos, sino también al impacto derivado de los ajustes al alza de la tasa de interés que viene imponiendo la FED en Estados Unidos. Posible volatilidad cambiaria, más costos, más inflación.
Tercero, pensar que con solo el ajuste al alza de la tasa de interés de nuestro BCR las cosas podrían mejorar significativamente en materia inflacionaria es ser demasiado optimista. El éxito de este tipo de medidas ocurre, fundamentalmente, cuando la inflación tiene un origen de demanda y cuando se tiene un canal de transmisión asegurado mediante altos índices de bancarización. Ambos elementos no se validan en nuestra realidad hoy. Tampoco debemos sobreestimar la efectividad de esta medida.
Cuarto, las cosas se complican más aún cuando las expectativas inflacionarias, en opinión de los analistas económicos, también continúan en aumento. No solo sube la inflación, también sube lo que se espera será la inflación a futuro. En menos de dos años estas expectativas en el Perú han cuadruplicado su ritmo de expansión. Imposible esperar que la inflación se retraiga fácilmente cuando lo que se espera es que esta suba y suba mes a mes.
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Quinto, el índice de precios al por mayor a abril alcanza un 13% anualizado y hoy se encuentra claramente por encima de la evolución del IPC. En este caso, debemos entender que difícilmente se reducirá la evolución de los precios “al por menor” cuando los de naturaleza “al por mayor” no caen previamente y continúan al alza. En el fondo el índice de precios al por mayor es un buen predictor del IPC y ello hoy nos indica que este último tampoco caerá en el muy corto plazo.
Sexto, los mitigantes anunciados por el Gobierno para luchar contra la inflación, como se esperaba, son poco efectivos. Modificaciones en el ISC a combustibles, replanteamientos del alcance del fondo de estabilización y las exoneraciones temporales del IGV a ciertos productos no tendrán ningún resultado concreto. Ello es así porque en nuestro país prima la informalidad, las exoneraciones son inocuas frente al RUS y porque nadie va a estar dispuesto a sacrificar su crédito tributario al comprar insumos con factura y vender productos finales sin ella. Simple.
En conclusión, dado su origen y compleja ramificación, no se pueden establecer fechas para observar una clara desaceleración de nuestra inflación, es altamente probable que lleguemos a inflación de dos dígitos temporalmente, las herramientas que disponemos para combatir esta clase de inflación no son las mejores y, finalmente, la manera de enfrentar sus estragos es mediante campañas focalizadas de subvención a favor de los sectores más vulnerables de nuestra población.