Los bancos en Estados Unidos se encuentran bajo regulaciones y leyes creadas después de la Gran Depresión con la que se buscaba evitar que existiera en el país un nuevo desastre del sistema bancario.
En el 2010, tras la crisis vivida por el país norteamericano (2007-2009), se creó la Ley de Reforma de Wall Street y Protección al Consumidor Dodd-Frank, conocida como ley Dodd-Frank.
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Esta es una ley federal de los Estados Unidos que a través de diferentes regulaciones busca someter a las entidades financieras del país, con más de US$50.000 millones de activos, a pruebas de estrés por parte de la Reserva Federal (Fed) para confirmar que estas son sólidas. Es decir, deben presentar regularmente escenarios de liquidación a la Fed.
Además, explica César Romero, jefe de Investigación de Renta4 SAB, busca que los bancos mantengan cierta cantidad mínima de efectivo en sus balances para protegerse contra ‘shocks’, sin prohibirles apostar con el dinero de sus inversores.
Sin embargo, en el 2018, cuando Donald Trump era presidente de Estados Unidos, cambió la norma y elevó el umbral mínimo de activos a US$250.000. Es decir, relajó la norma y redujo la cantidad de efectivo que tenían que mantener en sus balances para protegerse contra el shock.
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Esto, según Romero, redujo el escrutinio sobre muchos bancos regionales de Estados Unidos, liberando a los bancos más pequeños, como Silicon Valley Bank y Signature Bank, para invertir más de sus depósitos y ganar más dinero para sus accionistas.
Frente a ello, los CEO de los bancos regionales de Estados Unidos buscaban reducir el impacto de estas regulaciones. “Con la flexibilización de las regulaciones sobre los bancos regionales, esos bancos tendrían capital adicional hasta US$4 mil millones cada año para prestar. Esto generó un crecimiento exacerbado de los activos de los bancos regionales como Signature Bank que incluso se expandió a criptomonedas”, comenta Romero.
Es decir, el Sillicon Valley Bank operaba bajo una regulación menos estricta que un banco grande con carteras más tradicionales que la suyas, lo que significa que no pasó por pruebas de estrés que antes del 2018, habrían podido ver el escenario, tal vez, con un poco más de anticipación.
El Silicon Valley Bank (SVB), banco estadounidense que tiene entre sus principales clientes a firmas tecnológicas, suspendió el pasado viernes 10 de marzo sus transacciones en Wall Street y se vio obligado a cerrar por falta de liquidez, quedando bajo control de las autoridades estadounidenses. Eso luego de que los inversores retiraran sus fondos generando que el jueves 9 de marzo las acciones del banco cayeran un 60%. Según informó la BBC News Mundo, se trataría de la mayor caída de una entidad bancaria desde el 2008.
Silicon Valley Bank Financial Group, la empresa matriz de Silicon Valley Bank (SVB), se declaró el viernes 17 en bancarrota en un tribunal de Nueva York, para intentar una reestructuración de capital, bajo supervisión judicial, de los negocios que han sido intervenidos por las autoridades, informó el diario The Wall Street Journal.