Para que haya confianza se necesita diálogo, y no puede haber diálogo si no hay personas que puedan sostener una conversación, y más aún, una negociación. Necesitamos que, distintos y diferentes, empecemos por aceptar sentarnos a conversar, porque es lo que viene después –sostener el diálogo y revisar cómo y hasta dónde negociar– lo que generará verdaderos resultados, el tomar acción.
El gran problema: la confianza. Y, como este continúa agudizándose, más se sube el volumen respecto a la necesidad de generar un cambio. Decir que hay una única solución sería mezquino por el tamaño del problema que enfrentamos, pero recalcar que mejores perfiles que trabajen para y por el Perú son vitales, es un buen punto de partida.
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La inestabilidad política ha llevado a que el empresariado tome un rol más proactivo en este ámbito. Pero, a nivel de negocio, el sector privado ha puesto ya en marcha distintas estrategias para mitigar las consecuencias de la situación política y la pandemia. En la industria del consumo masivo, por dar un ejemplo, se han cambiado formatos y gramajes de productos para hacerlos más accesibles. Pero, a dos años del inicio de la pandemia, ya no solo se trata de sobrevivir, sino de establecer y reconocer a la nueva realidad que no tiene -ni tendrá- altas tasas de crecimiento, y tampoco crédito barato.
Tenemos que poner el hombro, esto lo entendemos y asumimos todos. Pero, la tarea de luchar contra la desigualdad es del Estado, no del sector privado. Este puede colaborar desde distintos frentes y con diversas estrategias ESG, sin duda, pero sin dejar de lado su fin orgánico: la creación de empleo. Y, lejos de criticar que el sector privado tome el toro por las astas en determinas situaciones para ayudar a resolver problemas que el Estado no ha podido atender, resalto la importancia de no perder de vista las obligaciones de cada parte para evitar distorsiones y asistencialismos.
El mundo vive en una dicotomía permanente: controlar la inflación y no permitir que el crecimiento caiga. Son fuerzas opuestas. Encontrar este equilibrio es un reto que no necesita ni medio gramo adicional de complejidad.
Como lo dijo Waldo Mendoza, ex titular del MEF en su presentación durante CADE Ejecutivos 2022, el Perú, mirando distintos indicadores, puede ser considerado un milagro o un desastre. Lo importante es no dejar de exigir que quien gestione el Estado tenga la capacidad de buscar e intentar alcanzar el ansiado equilibrio.
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