Crisis financiera
Crisis financiera

Ya se cumplieron más de ocho años desde la gran y en muchos casos aún se siguen “curando heridas”. Han sido años de medidas monetarias y fiscales sin precedentes y coordinadas que recién hace unos meses parecen empezar a dar frutos en la magnitud que se esperaba.

En el interín, se generaron falsas señales que muchas veces indujeron al error a más de un analista y estratega de los grandes bancos, así como de fondos especializados. Muchos vieron en el 2010 la posibilidad de la gran reversión de las tasas de interés luego de la gran liquidez inyectada por los bancos centrales un año antes y fallaron. Luego, en el 2013, cuando el consumidor norteamericano parecía revivir, varios se adelantaron y pensaron que la subida de tasas de la FED era inminente; sin embargo, volvieron a fallar.

Hoy hemos visto tres subidas de tasas por parte de la Reserva Federal y todo parece indicar que estaríamos volviendo a la normalización del ciclo económico global. ¿Cuál es la diferencia hoy? Por primera vez desde la crisis, existe una sincronía en el crecimiento de las economías en el mundo, lo cual a su vez facilita que se genere, potencialmente, el ciclo virtuoso que termina en mayor comercio acompañado por una moderada inflación con crecimiento.

Todos estos años hemos tenido situaciones que mermaron dicha posibilidad, producto muchas veces de los rezagos de la misma crisis del 2008: la recesión europea en el 2011, la debilidad de los países emergentes desde el 2013, la caída del cártel del petróleo, el lento pero progresivo desapalancamiento del consumidor, etcétera.

Hoy cobra relevancia una sola palabra: ‘globalización’. Este vocablo tan trillado ha sido el protagonista todos estos años. La crisis financiera impactó a todos y, ocho años después, se necesita que todos estén en sincronía para poder salir de dicha crisis. No existe un solo país que tenga la capacidad de jalar solo al resto del mundo. Se necesita más. Sin embargo, hasta ahora hemos hablado solo del aspecto financiero.

Desde el 2008, también se han generado cambios estructurales en tecnología, en política y en el comportamiento de los agentes económicos que hacen inclusive más complicado estimar el resultado final. ¿Acaso no hemos escuchado de la robótica, de la mayor aversión al riesgo del consumidor o de la mayor presencia del voto populista a nivel global producto de las desigualdades en la riqueza? Todo esto suma a la complejidad de poder proyectar.

El incorporar este nuevo conjunto de variables al escenario económico no es tarea fácil, pero por lo menos parecería que el camino es más promisorio hacia adelante: donde los fundamentos económicos y financieros finalmente pesen más que solamente las expectativas del mercado sobre las políticas expansivas de los bancos centrales.

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