El exministro de Economía Waldo Mendoza, en entrevista con El Comercio, expresa su preocupación por las consecuencias de la forma en la que está gobernando el presidente Pedro Castillo.
–¿Cómo quedó la economía después que dejó el Ministerio de Economía o cómo la recibe el presidente Castillo?
Sobre cuáles son las condiciones iniciales en que el presidente Castillo recibió la economía, vale la pena retroceder el tiempo un poco, porque suele ocurrir que a veces subestimamos lo que ha pasado en el Perú en las últimas décadas.
Para los que dicen que la macroeconomía anda muy bien, pero que eso no se ve mucho abajo [en la población más vulnerables], vale la pena recordar que, cuando la economía crece, el gobierno recauda más y así puede gastar más y, cuando esto sucede, hay muchos problemas que el país puede solucionar. El gasto público del 2021 es como 14 veces el gasto público, en términos reales, de 1990.
Por último, en estas reflexiones de las tres últimas décadas, el Banco Central de hoy es el más poderoso de la historia. Hace tres décadas, las reservas internacionales no solo no existían, sino eran negativas, mientras que hoy llegan al 37% del PBI, eso le da un poder inmenso al BCR para actuar.
Esas fueron las condiciones iniciales que recibió el gobierno de Castillo y sobre la recuperación vigorosa que está teniendo la economía vale la pena hacer un comentario.
–¿Cuál?
Cuando uno observa lo que hizo la política macroeconómica en el Perú durante la pandemia, ha sido espectacular por ese poderío que tiene el BCR y el MEF gestado en las tres décadas.
Entre el BCR y el MEF hicieron la política macroeconómica más expansiva en América Latina y el corazón de esa política fue concentrarse en un hecho elemental: con la cuarentena las empresas estaban cerradas e iban a quebrar. ¿Qué hacer en esa coyuntura? No era un tema keynesiano de aumentar la demanda, sino se trataba de impedir que esas empresas se mueran.
Entre el MEF y el BCR pusieron en marcha el programa crediticio más grande de la historia contemporánea. Nunca hemos visto eso en el Perú.
El crédito bancario fue para las empresas como lo fue el oxígeno para las personas, les permitió subsistir de tal manera que cuando empezó la reapertura económica, las empresas estaban casi intactas. Entonces, no es un milagro estadístico. Si el BCR y el MEF no hubiesen hecho esto, la economía se estaría recuperando a tasas bajísimas.
–De acuerdo a como dejó la economía, ¿está tomando el rumbo que esperaba?
Con la herencia de tener un Banco Central potentísimo, un MEF poderoso, con una economía que había triplicado la torta [en las últimas tres décadas] y que se recuperaba rápidamente en la pandemia, uno hubiera esperado un país a velocidad de crucero. Cuando hablaba con Pedro [Francke] en la transferencia, le decía con mucho entusiasmo y tranquilidad que el ministro de Economía recibía la economía con el motor prendido, listo para despegar.
–Entonces, ¿por qué la economía experimentaría un freno en su crecimiento el próximo año; 3,4% es velocidad de crucero?
¿Qué ha pasado? Son varias cosas. En primer lugar, cuando hablamos de modelo de desarrollo, hay un conjunto de características deseables y para eso, en la experiencia internacional hay muchas características.
Una de las características que tienen todos los modelos de desarrollo exitosos y, que es de sentido común, es que el crecimiento económico lo hacen las empresas privadas.
Estas, para crecer, necesitan invertir, y para hacerlo, necesitan estar seguras de que van a ganar y que tendrán cierta seguridad para con sus inversiones. Creo que esa parte, que es la fundamental del funcionamiento de los modelos de desarrollo, ha sido fuertemente afectada, en particular porque no sabemos cuál es el modelo que este Gobierno quiere poner en marcha. Entonces, el golpe al sentimiento de los empresarios y consumidores generó incertidumbre.
–¿Qué responsabilidad tiene aquí el presidente Castillo?
La incertidumbre la tenemos no como consecuencia del mensaje del Ministerio de Economía ni del Banco Central, sino del presidente Castillo. Hablamos de un mensaje que ha generado la fuga de capitales más grande de la historia contemporánea, por lo menos la que registra el BCR desde 1980. No hemos tenido una fuga de capitales de este tamaño ni siquiera en los tiempos de la violencia de sendero luminoso. Por lo tanto, el punto de partida de este gobierno es problemático.
Felizmente el país es sólido y eso hace que no se vea una crisis económica. La recuperación continúa por inercia, pero cuando uno mira dos, tres o cuatro años hacia adelante, o hace una especie de regla de tres simple y dice: “Si los siguientes trimestres de este Gobierno van a ser como sus primeros cuatro meses, la respuesta es clarísima, vamos a terminar mal”. El nuevo gobierno le ha hecho un daño inmenso al país.
–¿Por qué una asamblea constituyente no podría mejorar nuestra situación?
De lo poco que sé de temas jurídicos, las constituciones tienen dos partes. Una parte que es de los derechos y otra que tiene que ver con la gestión del Estado. En los derechos podemos poner lo que se nos ocurra, el cielo es el límite, pero una cosa que aprendí como ministro de Economía es que las leyes no generan recursos, las constituciones no generan recursos.
La Constitución no da plata, lo que da plata es el crecimiento económico y la recaudación. En ese sentido, los cambios constitucionales, en ciertas circunstancias, operan como un placebo. La gente cree que es un cambio para bien, entonces vota.
En el caso peruano, ¿para qué quieren cambiar la Constitución? Hasta ahora no he encontrado ninguna respuesta razonable, porque si es para cambiar derechos, podemos poner miles de derechos, pero si esos derechos no tienen como contrapartida recursos, serán derechos teóricos.
–¿Qué opina sobre el mensaje que este gobierno ha brindado con amenazas de nacionalización, medidas que violan el Estado de derecho y anuncios de subida de impuestos?
La principal crítica que le puedo hacer a Pedro [Francke], que es mi amigo y mi colega, es que él es el consejero económico del presidente. Eso es importante precisar porque como tal, es responsable de los mensajes que tiene no solo el presidente, sino sus colegas ministros. El mensaje de la primera ministra fue lamentable y contradictorio.
Sobre la reforma tributaria, he dicho en muchas ocasiones que la presión tributaria en el país es baja, hay que subirla, pero siempre he dicho también que cuando alguien nos dice que vamos a subir la presión tributaria en tres o cuatro puntos del PBI, uno frente a eso tiene que sonreír, porque no es posible en un país con tanta informalidad como el Perú recaudar sustantivamente más.
Creo que el ministro de Economía, en una actitud patriótica, está haciendo lo que se puede hacer. Yo no haría algunos de los temas que él está proponiendo.
–Por ejemplo, ¿qué no haría que sí está haciendo Francke?
Siempre he considerado que lo que tenemos enfrente [el impacto de la pandemia] es un problema de oferta y que, en cuanto se normalicen en las actividades económicas, vamos a rebotar como, de hecho, lo estamos haciendo y no hace falta un impulso a la demanda.
En ese sentido, he discutido con la gente del FMI quienes proponían, a mi juicio, de una manera absurda hacer la misma política cuando todos estábamos encerrados [como brindar transferencias], cuando lo que necesita la gente ahora es trabajar y para ello se requiere crecer.
No haría mucho de los programas que Pedro [Francke] está implementando, por ejemplo, no propondría que el Banco de la Nación se meta a cosas que no sabe [como querer brindar préstamos a las mypes], porque es casi seguro que va a terminar subsidiando, y seguramente sería más cuidadoso con los créditos suplementarios, porque ya no estamos en una situación crítica de emergencia para legislar todo a punto de decretos de urgencia.
–¿Es acertado subir los impuestos a la minería?
En el caso de los tributos en la minería, buena parte de los problemas se corrigieron entre el 2013 y el 2014, cuando la tributación minera afectó esencialmente las utilidades. Por lo tanto, cuando hay un ciclo superexpansivo de precios como el de ahora, las utilidades saltan hasta el cielo y la recaudación también.
El ministro tiene un gran problema: ha presentado su reforma tributaria en una coyuntura que no le es favorable. En medio de este caos y este desorden, le van a decir para qué quieren elevar la recaudación.
–Muy pocos funcionarios de este gobierno cuentan con experiencia en la gestión pública y la mayoría no son calificados para ejercer el cargo que se les designa, ¿qué consecuencias tiene esto para la economía?
El desempeño de largo plazo de una economía como la peruana depende su modelo de desarrollo y de la gestión pública, porque ese modelo o esa nave hay que administrarla, y para eso están los pilotos, los que hacen la gestión pública.
Nunca he visto, y ya tengo 61 años, una calidad de directores generales, viceministros y ministros, como los que estamos observando actualmente, con muy honrosas excepciones. Algunos ministros de este gobierno o los que han sido no podrían ser ministros en ningún gobierno y en ningún país. La gestión pública está en un mal momento.
–¿Qué es lo más peligroso con este Gobierno?
En la gestión pública basta ver a un ministro de Educación que quiere eliminar todo lo avanzado en los últimos 15 años. Miren al ministro de Transportes que quiere poner fin a ese ordenamiento complicadísimo del sistema de transporte. Hay varios ejemplos. Estamos frente a un modelo que no sabemos cuál es, la gestión pública evidentemente es mala y tenemos buenísima suerte [en el ámbito internacional].
En esta combinación, los resultados pueden ser no tan malos, porque cuando el viento sopla a favor, una nave puede moverse rápido y en la dirección correcta, aunque el modelo de desarrollo sea malo, y aunque el piloto no esté calificado.
Entonces, podríamos tener un escenario donde este excelente contexto internacional, nublado solo por la inflación global, contribuya a que la economía siga moviéndose, como lo está haciendo, por un tiempo, que puede ser relativamente prolongado y no seamos conscientes de lo que está pasando. Pasó lo mismo en el gobierno de Chávez.
Chávez gobernó Venezuela cuando los precios del petróleo estaban en los cielos y todo lo que hizo con el modelo de desarrollo y con la gestión no se notó, cayeron los precios del petróleo y Venezuela se fue al tacho.
Entonces estos buenos tiempos, esa buena suerte, puede nublar lo que está pasando con el modelo de desarrollo y con la gestión pública.
–¿Esta buena suerte también no podría retrasar las reformas que se necesitan?
Pensar en reformas, en temas de largo plazo, en esta coyuntura, no es posible. Hay que salir, primero, de este entrampamiento. No tengo la receta, pero si no salimos de este entrampamiento, no solamente no vamos a poder hacer la reformas, sino ni siquiera se van a poder identificar las necesidades estructurales de este país.
–¿Cómo afectan a las inversiones los escándalos como el del exasesor Pacheco?
A todo lo que hemos conversado hay que sumarle lo que mencionas. Entonces, los problemas se multiplican, porque, otra vez, pensando en los inversionistas, quienes ponen su plata y alguna de esas inversiones rinden frutos en cinco, 10 o 20 años quieren tener una idea de cómo le va a ir a este bendito país en los próximos años. Los inversionistas deben estar pensando cómo estará el Perú en el 2022. Esto es un gran problema. Creo que el único que puede sacarnos de esto es el presidente. Es el momento para que el presidente escuche, estudie. Creo que él no ha hecho esa tarea, porque de otra manera no se entiende cómo se puede cometer tantos errores como el de provocar gratis una fuga de capitales.
–¿Las reuniones con contratistas en lugares como la casa de Breña son una práctica común?
Hablo por el gobierno del presidente Francisco Sagasti y por el Ministerio de Economía. Lo que yo hacía en el MEF es, uno, decirles a todas las personas del sector privado, empresarios, gremios, etc., que querían conversar con el ministro, que conversaba con ellos sobre cualquier tema, menos sobre exoneraciones. Eso disminuyó radicalmente el número de visitas y cada vez que he recibido visitas, ha sido en el MEF y siempre con mi equipo de colaboradores.
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