Anna Chiappe (originalmente escrito “Chiappa”) nació el 26 de julio de 1898 en Lucca, Italia; pasó su infancia y juventud entre Siena y Florencia, emblemáticas ciudades del paisaje toscano. Su padre Domenico Maria Chiappa tenía 72 años cuando ella nació, era 46 años mayor que su esposa, Iacopa Iacomini. Al morir Domenico, Anna quedó al cuidado de unos tíos propietarios de un restaurante campestre en Nervi. Fue en este restaurante donde conoció a José Carlos a finales de 1920.
Mariátegui tenía menos de un año viviendo en Roma, a donde había llegado como agente de propaganda periodística del Perú en Italia —una sutil forma de deportación propiciada por el gobierno de Leguía—. Su tiempo en Italia le permitió sumergirse en el estudio sistemático del marxismo. A los pocos meses de conocerse, la joven pareja se estableció en Roma, donde nace su primer hijo —Sandro Tiziano Romeo—, para luego mudarse en 1922 a Berlín.
En marzo de 1923 regresaron al Perú y Mariátegui inició su etapa intelectual más fecunda. La familia creció, Anna y José Carlos tuvieron tres hijos más: Siegfried, José Carlos y Javier. En 1924, Mariátegui sufre una grave crisis de salud que obliga a la amputación de su pierna derecha confinándolo a una silla de ruedas. A esta difícil situación se sumaban las constantes incautaciones policiales de libros y documentos personales, la reclusión en el Hospital Militar de San Bartolomé y la clausura de la revista Amauta. Los cuidados de Anna fueron fundamentales para darle a José Carlos –un hombre de salud quebrantada– la energía y voluntad necesarias para desarrollar en pocos años una prolífica labor intelectual y política como se evidencia en el poema que Mariátegui le dedicara y que publicara la revista Poliedro (dirigida por el escritor Armando Bazán) el 20 de Setiembre de 1926:
La vida que me diste
Renací, escribió, en tu carne cuatrocentista como la de la Primavera de Botticelli. Te elegí entre todas, porque te sentí la más diversa y la más distante. Estabas en mi destino. Eras el designio de Dios. Como un batel corsario, sin saberlo, buscaba para anclar la rada más serena. Yo era el principio de muerte; tú eres el principio de vida. Tuve el presentimiento de ti en la pintura ingenua del cuatrocientos. Empecé a amarte antes de conocerte, en un cuadro primitivo. Tu salud y tu gracia antigua esperaban mi tristeza de sudamericano pálido y cenceño. Tus rurales colores de doncella de Siena fueron mi primera fiesta. Y tu posesión tónica, bajo el cielo latino, enredó en mi alma una serpentina de alegría.
Por ti, mi ensangrentado camino tiene tres auroras. Y ahora que estás un poco marchita, un poco pálida, sin tus antiguos colores de Madonna toscana, siento que la vida que te falta es la vida que me diste.
José Carlos Mariátegui
Las dos misiones de Anna
Al morir de Mariátegui, el 16 de abril de 1930, Anna queda viuda con solo 32 años. A partir de ese momento su vida giraría en torno a dos misiones: la subsistencia de sus cuatro pequeños hijos y la difusión de la obra de Mariátegui. Por décadas, dirigió la Librería Minerva en Barranco y luego en Miraflores, que fue no solo el medio de sostenimiento familiar, sino que permitió la publicación de los escritos de Mariátegui. Desde 1943, en conjunto con sus hijos y un grupo de intelectuales amigos –como Alberto Tauro y Hugo Pesce– organizó en volúmenes los manuscritos y recortes de las revistas donde Mariátegui colaboraba para publicarlos como compilaciones bajo el sello de Empresa Editora Amauta. En 1957 se publicó por primera vez la edición popular del libro medular de Mariátegui, los 7 Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana, con un tiraje que llegó a los 50.000 ejemplares. Las obras completas del Amauta en edición popular tuvieron una difusión masiva, alcanzando un hito nunca repetido en la historia editorial peruana.
Anna Chiappe continúo trabajando hasta pasados los 80 años. Se le podía encontrar a diario en la librería Minerva —paso obligado de artistas y escritores que la visitaban—. Pese a que siempre fue distante de toda figuración, obtuvo reconocimientos por su perseverante labor, como la Orden "El Sol del Perú" en el Grado de Oficial en 1975 y la Medalla Cívica de la Ciudad de Lima en 1986. Su humildad y perfil bajo evitaba todo tipo de apariciones y declaraciones públicas.
Fueron pocas y selectas las veces que aceptaba participar en actividades públicas. El 20 de abril de 1979, fue invitada por la Federación Universitaria de la Universidad de San Marcos a develar el busto de José Carlos Mariátegui en la Facultad de Letras y Ciencias Humanas. Anna quedó marcada y conmovida por la gran cantidad de jóvenes que asistieron a la ceremonia. Fiel a su discreción no habló en la ceremonia y le pidió al poeta Alejandro Romualdo leer unas palabras en su nombre. San Marcos resultaba un espacio simbólico, la casa de estudios albergaba la biblioteca personal de Mariátegui, donada por Anna gracias a la gestión de Jorge Basadre y que se conserva en el fondo reservado hoy de la Biblioteca Central Pedro Zulen.
El culto de Anna por la memoria de José Carlos y el imperativo de difundir su pensamiento fundador se transformó un mandato familiar intergeneracional que se mantiene hoy en tiempos digitales en el proyecto del Archivo Mariátegui, una iniciativa que conserva y difunde de forma libre el pensamiento del Amauta para una reflexión contemporánea sobre el Perú y el mundo.
Anna Chiappe recibe la Orden del Sol: