(Ilustración: Víctor Aguilar Rúa)
(Ilustración: Víctor Aguilar Rúa)

Conocido también como la Fiesta de la Primavera, el Año Nuevo chino es una de las festividades más importantes de buena parte de las culturas asiáticas. Se sabe que es celebrado desde hace unos 4.000 años, y que su punto de partida lo marca la segunda Luna nueva tras el solsticio de invierno en China, que en general se da entre el 21 de enero y el 20 de febrero en el calendario gregoriano.

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En la China de la antigüedad, la agricultura servía para medir el paso del tiempo, marcando la maduración de la cosecha como un año completo. Según fuentes históricas, fue la dinastía Han (202 a.C–9 d.C.) la que estableció la segunda Luna nueva como punto de partida para el nuevo año, y esta medida se mantuvo hasta la revolución de 1911, cuando, sin dejar de lado la celebración tradicional, se decide adoptar el calendario gregoriano para asuntos oficiales.

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Si bien este país también recibe el año nuevo el 1 de enero, el año nuevo lunar es una fecha tradicional que convoca al pueblo chino en su totalidad y que se ha globalizado hasta convertirse en una fiesta mundial, celebrada no solo por las comunidades chinas alrededor del mundo, sino también por millones de personas ajenas a dicha cultura.

El año nuevo lunar no solo es tradicional de China, sino también de otros países del continente asiático como Vietnam, Hong Kong, Singapur, Malasia, Corea del Norte y Corea del Sur. La fiesta se extiende por 15 días, hasta la llegada de la primera luna llena, la cual se celebra con el Festival de los Faroles. En este día, la tradición indica que se deben colgar faroles en cualquier espacio público y privado.

Los elegidos

Es conocida la historia por los interesados, pero vale la pena recordarla: el horóscopo chino consta de doce signos, cada uno representado por un animal. La elección de la simbología no es caprichosa, pues se basa en una antigua leyenda. O, tal vez, en dos. Una de ellas cuenta que el zodiaco chino se formó después que el Emperador de Jade convocara a una carrera entre todos los animales para que sean parte del calendario, eligiendo a los doce primeros en llegar.

La otra cuenta que, el día que Buda subió a los cielos, convocó a todas las especies de animales para despedirse, pero solo acudieron doce. Ambas leyendas, sin embargo, coinciden en el orden de llegada a las convocatorias: primero llegó la rata, y luego el buey, el tigre, el conejo, el dragón, la serpiente, el caballo, la cabra, el mono, el gallo, el perro y el cerdo.

La llegada de cada año nuevo lunar significa el reseteo de este horóscopo. Este año, por ejemplo, el 1 de febrero —día de la segunda luna nueva post solsticio de invierno en China— el buey le cederá el paso al tigre.

El profesor Rubén Tang, asesor del Vicerrectorado de Investigación-Proyecto Relaciones PUCP-Asia, además de fundador y ex director del Instituto Confucio PUCP, explica que esta fiesta, en China, supone una celebración de carácter familiar. “Es como si juntáramos nuestra celebración navideña y de Año Nuevo. Muchas personas toman vacaciones y viajan para estar con sus familiares. Es una fiesta íntima, pero también colectiva, que llama a la prosperidad, a la unidad bajo el cielo”, dice.

Y, aunque el profesor Tang reconoce el innegable origen místico del horóscopo chino, considera que es fuera de China donde se le da más importancia al asunto. “En Occidente nos preocupamos más por el símbolo del animal de turno y lo que significa para nuestra suerte particular”, dice. Aún así, él mismo reconoce que resulta imposible negar que para la sociedad china el año nuevo renueva ilusiones y, en particular, la llegada del Año del Tigre trae esperanza, sobre todo en medio de la pandemia. Este sentimiento profundo de abrazar la esperanza —dice Rubén Tang— se puede explicar mejor con los versos del famoso poeta Liu Yuxi de la dinastía Tang: “al lado del barco hundido, mil velas van adelante; delante de un árbol marchito, otros diez mil florecen llamando a la primavera”.

El tigre es considerado en China como el rey de los animales, y también es símbolo de valentía, inteligencia, fuerza, energía y habilidad. Que llegue a nosotros dando un salto de buena fortuna.

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