Ricardo Hinojosa Lizárraga
“¿Hay algo que te gustaría decirle a George si estuviese aquí hoy?”. Y el hombre responde: “Sí. ¿Dónde has estado?”. Es Dhani Harrison, y lo hace al inicio de “George Harrison. Living In The Material World”, el documental de Martin Scorsese sobre su padre, un hombre al que no solo recuerda cuando pone un disco, ve una foto o disfruta el DVD de algún antiguo concierto, como hacemos los demás. En su caso, es el hombre que fue su cómplice, su amigo, su héroe y al cual ve hoy, incluso, al ponerse frente al espejo: es casi su doble. Alguna vez Paul McCartney dijo —quizá considerando el misticismo y espiritualidad del “beatle silencioso”— que al tocar con Dhani sentía que Ringo y él habían envejecido, pero George no. Sin embargo, ese hombre, ese padre, ese músico es también una ausencia. Esta semana se cumplen 15 años desde que se dejó ir, tras una larga batalla contra el cáncer. “Cuando su alma dejó su cuerpo se iluminó toda la habitación”, dijo Olivia, su viuda, sobre aquel momento para el que el músico se había preparado por años, gracias a la meditación: desde joven, George Harrison aprendió a estar en el mundo sin estar en él. Y Olivia y Dhani tuvieron que entenderlo. “A él le gustaba la luna. Si el viento soplaba y había luna llena, pondría a Bing Crosby cantando ‘Sweet Leilani’, haciendo de aquel un mejor momento aun. Y luego te entregaría una gardenia. Él simplemente pintaba la vida de ese modo, seducía todo, era una persona muy sensual.”, recordó ella.
Something in the way
Trailer de "George Harrison: Living in the Material World", dirigido por Martin Scorsese
“Era más que obvio que los Beatles nos dieron el vehículo que nos permitió hacer mucho más. Comenzamos siendo muy jóvenes y crecimos atravesando todo aquello, pero llegó un punto en que se volvía sofocante, había muchas restricciones. Tenía que autodestruirse y no me molestaba que cualquiera quisiera irse. Yo quería irme. Podía ver un futuro prometedor para mí al alejarme de la banda” confesó Harrison en algún momento. Él, que era el más joven, que vivió la experiencia inicial en la violenta y bohemia Hamburgo de inicios de los sesenta con ojos adolescentes y que, durante esa década, conocería la fama y la fortuna, a pesar de que su talento genuino y particular solo se mostrara por pequeñas dosis en la discografía de los Fab Four. De todos modos, con Lennon y McCartney como protagonistas compositivos, se dio tiempo para regalar verdaderas joyas, como ‘Something’, ‘Here Comes The Sun’ o ‘While My Guitar Gently Weeps’. “Si Paul y John pueden componer, entonces cualquier puede”, dijo con sorna acerca de sus primeros intentos creativos. Pronto encontraría su propia voz, dentro del grupo y fuera de él. A mediados de los sesenta dejó de consumir LSD porque conoció la meditación y la música de la India, a través del maharishi Mahesh Yogi y el músico Ravi Shankar, quien le enseñó a tocar el sitar y fue clave en la gestación del Concierto para Bangladesh de 1971, uno de sus primeros pasos tras la disolución de los Beatles.
Give me love
Aquel concierto fue el primer gran festival benéfico que contribuyó a paliar la crisis humanitaria y la hambruna que se vivían en Bangladesh. Su excompañero Ringo Starr y amigos suyos como Eric Clapton, Bob Dylan, Billy Preston, Ravi Shankar y el recientemente fallecido Leon Russell —quien ayudó a Harrison a componer el tema ‘Bangladesh’— estuvieron ahí. Antes de eso, a fines de 1970, había realizado la primera publicación triple de un artista de rock, el álbum “All Things Must Pass”, que fue un éxito absoluto gracias a singles como ‘My Sweet Lord’ o ‘What Is Life’. Los años siguientes, a la par que publicaba álbumes como Living In The material World (1973), Dark Horse (1974) o George Harrison (1979), daba rienda suelta a sus hobbies: los autos, la jardinería, la meditación… y el cine. El punto más apasionado lo alcanzó cuando, en 1978, hipotecó su mansión de Friar Park —en cuyo jardín se realizó la célebre foto de portada rodeado de gnomos para el “All Things Must Pass”— para crear HandMade Filmes y así financiar “La vida de Brian”, la sátira de los Monty Phyton sobre un hombre nacido al mismo tiempo que Jesucristo y que tiene una alocada existencia paralela. Para muchos era un filme blasfemo, para George era indispensable hacerlo. Con HandMade financió otros proyectos de los Phyton, como “Time Bandits” y participó en “The Rutles”, telefilme de 1978 que recrea, con la habitual ironía del grupo cómico, la historia de una banda muy similar a The Beatles. Años antes, en 1973, Harrison estuvo a punto de protagonizar “La montaña sagrada”, de Alejandro Jodorowski, pero desistió, según cuenta la leyenda, cuando el polémico director le dijo, sobre una escena que consideraba indispensable: “Tienes que vencer tu ego, y mostrar tu ano”.
Handle with care
“I Got My Mind Set On You” (1987) no fue el último éxito radial de Harrison, aunque aún siga siendo una canción coreada, disfrutada y bailada. Su poder de convocatoria seguía intacto y el cariño de sus amigos también. De esta forma, convenció a Bob Dylan, Tom Petty, Jeff Lynne y Roy Orbison para formar el supergrupo The Traveling Wilburys, que publicó dos álbumes. ”La gente dice que soy el beatle que más cambió pero, realmente, yo creo que de eso se trata la vida” dijo en aquella época. Una célebre gira junto a Clapton por Japón, una colaboración son su ídolo Carl Perkins y el reencuentro beatle para “Anthology”, a la vez que la aparición de un cáncer de garganta y el violento ataque de un demente en su propia casa serían los hechos más cruciales de la última década de una vida hecha, fundamentalmente, de amor, espiritualidad y música.
“¿Hay algo que te gustaría decirle a George si estuviese aquí hoy?”, le preguntaron a Dhani, nuevamente, en el documental sobre su padre. “Sí. ¿Dónde has estado? Una vez soñé que lo veía y eso fue lo que le dije en mi sueño. Así que creo que le diría eso. La pregunta podría ser ‘¿Dónde estuviste desde la última vez que te vi?’. Y puedo decir que su respuesta sería: ‘Estuve aquí todo el tiempo’”.