Se llama Nastarán y es un nombre propicio para el tiempo que le tocó vivir. Significa ‘flor rebelde’, y es precisamente en la rebeldía donde Nastarán encontró la forma de ser mujer en su país. Nació en Teherán, capital iraní, en la segunda mitad de los años 90 y la historia de su vida me recuerda a la de Marjane Satrapi, la autora de “Persépolis”. La primera vez que se lo dije, no me entendió.
Era el 2017 y coincidimos en un viaje en el que, a través de ella, me topé por primera vez con lo que significa vivir en un país bajo censura. Estaba yo frente a una educada mujer iraní, lectora apasionada y políglota, que me miraba con asombro mientras le hablaba de los talentos de su más famosa compatriota contemporánea. Sus hermosos ojos grandes se abrieron aún más cuando le conté detalles de la historia: ella ignoraba por completo la existencia de “Persépolis”.
Un compañero de viaje y yo conseguimos la película para que Nastarán supiera de qué hablábamos. La vimos juntos y disfrutamos sus risas y sus referencias históricas, mientras abrazábamos sus lágrimas, incontenibles.
Entonces escuchamos parte de su historia sin hacer muchas preguntas. Solo lo que ella quisiera contar. Nunca había escuchado con tanta vehemencia hablar de la patria y de la libertad. Terminada nuestra coincidencia viajera, seguimos en contacto esporádico por redes sociales… hasta que las noticias reportaron la muerte de la joven de 22 años Mahsa Amini, a manos de la policía de la moral. Inmediatamente pensé que esa joven bien podía haber sido mi querida Nastarán.
Fue difícil contactarnos tras el inicio de las protestas, pues el Internet está controlado por el Gobierno Iraní. Tras varios días de espera, logramos comunicarnos, aunque de forma accidentada. Me contó que se cortó el pelo, que teme por sus amigas, que teme por las niñas y adolescentes que están siendo perseguidas. Teme también por sí misma. Todos los días le pregunto cómo está, pero no todos los días puede responderme. Aun así, me autorizó a que le haga algunas preguntas, cuente su historia y publique esta conversación, pero no hago pública su imagen para protegerla.
–¿Qué significa ser mujer en Irán?
Significa luchar todos los días contra una pandilla llamada República Islámica. Significa mantenerse fuerte y no rendirse. Las mujeres iraníes estamos aprendiendo muchas lecciones de esta oscura etapa, pero eso servirá para que, en un futuro cercano, seamos libres de compartir con el mundo y con las próximas generaciones nuestra fuerza, amor y sabiduría. Sin embargo, soy consciente de que muchas mujeres no lo lograrán.
–¿Qué es lo más difícil de ser mujer en Irán?
Nacer mujer es difícil en todas las etapas de la vida. Y si estás en contra del régimen, lo más difícil es convertirse en madre. El régimen cree que traer hijos al mundo es producir partidarios y soldados para su líder, y por eso las mujeres deberíamos traer al mundo tantos niños como sea posible, para multiplicar esclavos de pensamiento. Lo triste es que tales esclavos existen y por eso este régimen ha sobrevivido. Aunque también es cierto que muchos de ellos ahora se han convencido de que su líder es un monstruo y no la persona espiritual que ellos creían.
–¿Puede una mujer ser feminista en Irán?
Sí, claro, pero sin que el régimen lo sepa. Estamos frente a un gobierno que está en contra no solo de las mujeres, sino de la humanidad, y que está destruyendo la salud mental, la educación y la paz.
–El mundo ha visto hombres que se han unido a las protestas y se ha sorprendido, pues se tiene la idea que los hombres en Irán son demasiado machistas como para apoyar a las mujeres en su lucha.
Los hombres iraníes tratan a las mujeres igual que otros hombres en otros lugares del mundo. Hay hombres que apoyan y hay hombres represivos. Hoy en día creo que hay más hombres solidarios, que ayudan y alientan a sus hijas y hermanas y madres y parejas a ir por su crecimiento personal y a levantar su voz. Sin embargo, dado que esta es una cultura que tiene antecedentes tiránicos, también hay algunos hombres modernos tienden a querer tomar el control sobre las mujeres. El régimen, utilizando sus herramientas de propaganda, invierte fuertemente en esos hombres, los apoya enormemente económica y socialmente para ayudarlos a difundir comportamientos abusivos en sus hogares, en la sociedad, en su lugar de trabajo. Si los hombres son sabios y no aceptan, que es lo que está sucediendo ahora, el régimen trata de aislarlos y degradarlos.
–¿Cómo asumes el mandato de usar velo en tu país? ¿Qué significa para ti usarlo?
Para mí es un símbolo de que cualquier persona puede acosar y abusar de las mujeres. Pero también es un recordatorio de lo mucho que tenemos que luchar para que nadie nos corte la libertad de pensamiento. Nadie tiene por qué torturar o matar a una mujer. Nadie tiene ese derecho.
–¿Qué es la policía de la moral y cómo afecta la vida de las mujeres?
La policía de la moral es una forma de garantizar la muerte gradual de, al menos, la mitad de la población iraní, especialmente mujeres y niños. Muchas de sus víctimas son menores de edad. Yo he sido arrestada un par de veces. Tengo amigas que han sido arrestadas más de una vez, y algunas de ellas conservan, años después, las marcas de los latigazos en la espalda. Te cuento la historia de una de ellas: tenía 16 años y la policía de la moral la acusó de inmoral porque posó su cabeza en el hombro de su novio. Castigaron a ambos. A mí me han detenido por, supuestamente, no usar bien el velo, entre otras cosas. Yo amo la vida y no puedo vivirla libremente en la ciudad. No puedo, por ejemplo, bailar en un lugar público. Si lo hiciera, podrían matarme. No estoy sola, aquí hay millones de mujeres con las mismas experiencias. La cotidianidad de una mujer en Irán es ser arrestada al azar, torturada y asesinada solo por ser mujer. Cuanto más educada es la mujer, más trampas ponen para que ella y sus seres queridos sean castigados, pues es claro que una persona que lee, que piensa, que está educada, no puede apoyar a un régimen que solo piensa en reprimir.
–¿Qué significa para ti ser musulmana?
Los iraníes tenían una religión muy pacífica que se basaba en adorar a un dios en el cielo (incluso adorando al sol en la antigüedad) antes que los musulmanes invadieran Irán y los obligaran a convertirse en musulmanes, hace 500 años. A causa de la persecución a gran escala por parte de los musulmanes árabes, los iraníes tuvieron que aceptar el islam. Yo creo que la religión pacífica que Irán tenía antes de la llegada del islam todavía está en nuestra sangre y es por eso que la mayoría ya no practica el islam, sino que cree en Dios y la humanidad. Yo no creo en el islam, pero si lo digo en público, o el régimen nota que quiero cambiar de religión, pueden matarme y justificar mi muerte con el islam, aunque no creo que realmente el islam justifique ese comportamiento.
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