Valerie Miles, editora de la versión en español de la revista "Granta". (Foto: archivo Valerie Miles)
Valerie Miles, editora de la versión en español de la revista "Granta". (Foto: archivo Valerie Miles)
Enrique Planas

En Cádiz se habló de Perú. Y no solo por la contundente presencia de académicos peruanos, sin porque gran parte del programa del XI Congreso Internacional de la Lengua se programó desde Arequipa. Pero quizás la mirada más compleja que se ofrece de la literatura peruana sea la que ofrece el más reciente número de “Granta en español” una de las revistas literarias más prestigiosas del mundo, y cuyo último número, dedicado por completo a nuestras letras, se presentó dentro de las actividades complementarias del CILE 2023.

Vargas Llosa da cuenta de su cocina literaria, Joseph Zárate escribe sobre una pareja de hermanos desaparecidos en el cuartel Los Cabitos, en Ayacucho, en los años ochenta y Gastón Acurio relata que cuando una ola casi lo mata, el ahogo le trajo el salado recuerdo de su primer cebiche. Para Valerie Miles, editora de la edición en español de la fundamental “Granta”, la idea de esta revista literaria es ofrecer, a manera de mirada de pájaro, un mapa que permita dar cuenta de la literatura peruana contemporánea, y que, de alguna manera, de cuenta de los acontecimientos que hoy vivimos. Una mirada amplia, que intenta mostrar qué es Perú, con sus sueños, memorias, tensiones y conflictos. Por eso la cubierta en negro: para reconocer los días trágicos que hemos vivido en el Perú. Pero intervenida por un brillante colibrí, diseñado por Elliot Túpac, que da cuenta de la maravilla de una creación que, pese a todo, resiste y se reinventa.

Por supuesto, la editora advierte que cuando se vive una crisis política y una agitación social tal empresa se vuelve aún más difícil “Tuvimos un desafío muy grande desde el principio. “Granta” es una revista de literatura, no de periodismo. Necesita tiempo. Pero eso no quita que, a través de un lugar donde nos permite contrastar muchos diferentes puntos de vista, salgan verdades de allí. Y eso fue lo que quisimos hacer con este número”, explica.

Se trata de una publicación que refresca en gran medida el conocimiento que se tiene en el exterior de la producción literaria última. En efecto, desde España más allá de algunos pocos autores, los nombres literarios al uso siguen siendo Vargas Llosa, Bryce o Ribeyro. “Creo que tener un premio Nobel provoca dos cosas: da una cierta visibilidad al talento de un país, pero también puede opacar a las nuevas generaciones. Sabemos que los escritores jóvenes necesitan cierta visibilidad.

Como advierte Miles, el proceso de nuestra literatura nacional resulta fascinante para cualquier observador. “Perú es un país con pueblos originarios que aportan muchísimo, pero que en Lima y otros lugares del Perú no han tenido el respeto que merecen. Respetar su patrimonio ancestral, pero también su mirada diferente y actual”, afirma. Es por eso que la revista incorpora textos de autores no solo de Lima y las grandes capitales del país, sino también de escritores en lenguas originarias, en quechua, en wampis, en shipibo o en awajún, además de colegas qie viven fuera de su país. “Pienso que es el Perú es una heterotopia, como la definía Foucault: un lugar donde coexisten muchos tiempos y espacios en un solo lugar” explica.

En esa diversidad, cómo no, pueden advertirse visibles tendencias. Y la investigadora británica las precisa: una crítica permanente al racismo, una sabia certeza de que los peruanos estamos obligados a convivir. Asimismo, encuentra en el uso del lenguaje un generalizado alejamiento de los barroquismos y más bien una mayor depuración del lenguaje, de profunda carga poética.

Además de otros brillantes textos de autores como José Carlos Agüero, Rosa Chávez, Carlos Yushimito o Karina Pacheco o Jaime Rodríguez, la revista convoca muchas voces en textos más pequeños, vinculados en su temática: la gastronomía. Se trata de un sabroso pretexto para, a partir de saberes y sabores, los creadores compartan sus memorias más íntimas. “Muchos de los rituales de la cocina son una manera de recordarnos que venimos de lugares muy antiguos, una manera de vincularnos con ese pasado ligado a la tierra. Esa es una cultura que Perú tiene y que en otras partes del mundo no existe.”, explica Miles. En fin: la gastronomía como una invitación a sentarnos a la mesa y hablar. Todos.

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