El trabajo de Roxana Ataurima y Lady Osorio pone a prueba, casi a diario, su capacidad de asombro. Roxana, egresada de la Escuela de Bellas Artes, y Lady, de la UNMSM, ambas de la especialidad de Conservación y Restauración de Patrimonio, comparten oficina, horarios de trabajo, amistad y una profunda curiosidad por nuestra historia. Ambas forman el equipo del Área de Cromatología de Prolima, se han dedicado los últimos años a hurgar con delicadeza en los secretos que esconde el pasado de la capital. Específicamente, en sus paredes.
“Intervenir el patrimonio supone un trabajo muy delicado, pues en cada edificación hay mucha información por rescatar y preservar para que las futuras generaciones también puedan aprender de él”, dice Roxana Ataurima, también conocida en el mundo del arte como Roxiemiro, que llegó al Área de Conservación y Restauración de Prolima en el 2017. El trabajo –continúa explicando– se realiza con calas estatigráficas, que es una técnica por la que uno puede observar cuántos momentos de pintura ha tenido el inmueble, así como el soporte del mismo.
Los colores de Lima
El trabajo de descubrir los muros originales supone, en ocasiones, explorar en hasta 30 capas de pintura. Al encontrar los colores primigenios se busca replicarlos en la oficina de Prolima usando pigmentos especiales. “Lima era de mucho color”, dice Roxana Ataurima, y pasa a revelarnos el secreto: “Uno de los colores más antiguos es el azul añil, que podemos encontrar en las paredes del hospital San Bartolomé, en las pinturas murales de la Iglesia de la Soledad o en las Trinitarias. Hablamos de pigmentos del siglo XVI, en los que también destacaban el oro viejo, el verde esmeralda y el rojo almagre”.
El Centro Histórico de Lima es un espacio telúrico. No solo porque Lima se encuentra en la franja costera del continente que se apoya en la placa tectónica de Nasca, o porque ha sido el escenario de múltiples y multitudinarias protestas a través de los tiempos. Lo es porque, al mirarlo con atención, algo dentro de uno se remece y es imposible no conmoverse ante un pasado que aún nos habla fuerte y claro desde, por ejemplo, los muros del convento Santo Domingo, la casona del Parque Universitario, la casa de Rosa Mercedes Ayarza y otros tantos edificios que están constituidos, más que de quincha y adobe, de historia. Y es ahí donde Roxana y Lady centran su labor, en recuperar los colores de esas paredes que con el tiempo mutaron y, en ocasiones, se combinaron hasta perderse.
Teniendo en cuenta que, en 1991, la Unesco declaró el Centro Histórico de Lima Patrimonio Mundial, la recuperación de los colores de la capital es un hecho gozoso. El arquitecto Juan Manuel Parra escribió en la publicación “Recuperando la memoria de Lima” (Municipalidad de Lima, 2017) que la necesidad de recuperar la memoria de los edificios de Lima en términos de acabados se basa en que así estos sean verdadero testimonio del pasado, resaltando que la búsqueda del color original no responde a un afán estético, sino a la necesidad de reivindicar el edificio histórico, como un monumentum, como un recuerdo, como un “portador de un mensaje espiritual del pasado… Testimonio vivo de sus tradiciones seculares”.
A saber
Rescatar el color
Pongamos un ejemplo: La recuperación del tapiz que cubrió las paredes interiores de la casa de Rosa Mercedes Ayarza requirió primero una toma de muestra para luego, mediante procesos químicos, buscar el color exacto. Concluida esa etapa se busca recrear no solo la tonalidad, sino también la calidad del tinte. En este caso, se ha simulado el acabado del papel tapiz pintando los muros con pelo de cordero.
Minuciosidad, ante todo
La misión del equipo de Cromatología –el primero constituido oficialmente en nuestro país– es contribuir a la recuperación de los materiales y técnicas tradicionales del color en la Lima de antaño, demostrando la importancia de su estudio y el rescate de los colores primigenios. Pero no se centra solo en las paredes, sino también en cerámicas, textiles, azulejos, monumentos escultóricos o papel tapiz recuperado de los interiores de las casonas. Así, Roxana y Lady son las responsables de evaluar, regular, registrar y recuperar los colores de los bienes muebles e inmuebles del Centro Histórico de Lima.
El Área de Cromatología se ha oficializado recientemente, con la gestión del arquitecto Luis Martin Bogdanovich. Sin embargo su trabajo, que empezó en el 2017, ya tiene frutos que mostrar. Hasta la fecha se han cuantificado 728 muestras de color que han quedado registradas, inventariadas, codificadas y almacenadas. Así, se han elaborado cartillas de colores específicas por edificios y una general, que reúne a gran escala los colores primigenios ordenados cronológicamente por épocas, desde el siglo XVI hasta inicios del siglo XX. Su próximo paso será ampliar el trabajo hacia el casco histórico del Rímac.
Recuperar los colores también supone recuperar materiales y técnicas de pintura y acabado. Así, tenemos que el muro de adobe era recubierto de cal para protegerlo de la humedad, y se pintaba con pigmentos minerales, no con brocha, sino con pelito de carnero. Y los profesionales de conservación y restauración trabajan retrocediendo en el tiempo.
Tantas veces acusada de ser una ciudad gris, Lima esconde en su corazón una explosión de color que, poco a poco, está a disposición de todos los que hemos aprendido a vivir bajo su contradictorio cobijo.