Los hermanos mayores
Los hermanos mayores
Jorge Paredes Laos

El día que Pedro Pablo Kuczynski se colocó la faja presidencial, se convirtió en el presidente de mayor edad en nuestra historia, con 77 años y nueve meses cumplidos. Ahora se puede decir que el arquitecto Fernando Belaunde tenía apenas 68 años cuando fue elegido por segunda vez en 1980, que Manuel Prado tenía solo 67 cuando ganó las elecciones en 1956, y que Luis La Puerta, a pesar de estar enfermo de gota, no era tan viejo cuando asumió por cinco días el gobierno, a los 68 años, en los terribles días de 1879, en plena guerra con Chile. O que, incluso, Hipólito Unanue no era del todo anciano cuando, a los 70 años y después de haber servido al virrey  Abascal y a los libertadores San Martín y Bolívar, presidió el Consejo de Gobierno en 1825. 

    Tenemos que buscar, entonces, entre esos escondidos y discretos gobiernos transitorios que ha tenido el Perú para encontrar a alguien que se acerque a la actual edad de Pedro Pablo Kuczynski. Ese alguien fue Manuel Antonio Arenas Merino y llegó a Palacio en diciembre de 1885, cuando tenía 77 años y cuatro meses. 

    Apenas estuvo en el cargo seis meses, los suficientes para convocar a elecciones en uno de los tantos momentos de crisis que tuvimos en el siglo XIX. Eran los años posteriores a la guerra con Chile y el país se debatía en un nuevo enfrentamiento militar, esta vez entre las tropas de Miguel Iglesias y Andrés Avelino Cáceres; es decir, entre el general que había firmado el tratado de paz con Chile y el héroe de la Breña, quien jamás aceptó dicha capitulación. Después de varios enfrentamientos, los caceristas lograron asediar Lima e hicieron huir a Iglesias. En ese vacío de poder apareció la figura de Antonio Arenas, un personaje casi anónimo en nuestra historia política.

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Su figura aparece muy poco en los libros de historia. Pero su longevidad y larga carrera política —rasgos que lo acercan a PPK— son notorias en un siglo en que muchos políticos murieron jóvenes o eran considerados viejos después de los cincuenta años. Aunque su primer nombre era Manuel, todos lo conocieron como Antonio. Nació el 13 de julio de 1808. Era hijo de un médico español y su madre, Rosa Merino, se hizo famosa por haber sido la soprano que cantó por primera vez el Himno Nacional. Como la mayoría de jóvenes limeños acomodados, Antonio Arenas Merino estudió Derecho en el Convictorio de San Carlos y se graduó en la Universidad de San Marcos. Su vida ha sido reconstruida por el historiador y museógrafo Fernando Ayllón Dulanto, quien escribe que Antonio Arenas “era muy conocido en Lima por su erudición en materia de Derecho y por los informes que sustentaba en las cortes de justicia”. Explica, además, que en 1857 cuando fue elegido fiscal de la Corte Superior de Justicia de Lima y colaborador de Ramón Castilla, ya había pasado por el decanato del Colegio de Abogados, por la docencia y por el Ministerio de Relaciones Exteriores.

    En 1860, como diputado, participó en la redacción de la Constitución castillista. De ahí pasó a trabajar con el siguiente presidente San Román —como ministro de Gobierno y Obras Públicas— y luego colaboró con el régimen de Manuel Ignacio Prado. En 1872 sería candidato a la presidencia de la República, y quedó en el tercer puesto de las preferencias electorales –—curiosamente, como PPK en el 2011—.  Desde entonces, su carrera estaría vinculada a la vida parlamentaria y al derecho. 

    Durante la Guerra con Chile, y ante la inminente derrota, Arenas fue miembro de una frustrada comisión plenipotenciaria que, a instancias de Estados Unidos, trató de negociar la paz con el país del sur. Entre el 22 y el 27 de octubre de 1880, a bordo de la corbeta Lackawanna, se reunió con representantes chilenos y bolivianos, y rechazó cualquier cesión territorial. Dijo que esa sería “una paz imposible”. El historiador chileno Gonzalo Bulnes destacó “la cortesía y atención” con la que se trataron los delegados. No parecía que pertenecían a tres pueblos que se encontraban en guerra. 

   Cinco años después, en 1885 y con 77 años, Arenas se debía enfrentar a otro reto importante: las posiciones irreconciliables entre iglesistas y caceristas lo llevaron, como presidente de la Asamblea Constituyente, a aceptar el encargo de ser a la vez presidente del Consejo de Ministros, ministro de Relaciones Exteriores y encargado del Poder Ejecutivo. Un período de seis meses de gobierno que —como cita Ayllón Dulanto— el propio Arenas resumió así en su discurso dado al Congreso el 30 de mayo de 1886: “En medio de las ruinas causadas por la guerra exterior y por la desastrosa anarquía que fue su fatal consecuencia, apenas hemos podido, en el corto tiempo de nuestra administración, rehacer las bases del edificio constitucional, ya completamente derribado por las más violentas convulsiones. Nuestra constante labor ha sido conservar el orden, calmar las pasiones, corregir los abusos introducidos en el servicio público y dejar en pie algo de lo que existía y no podía suprimirse sin una decisión soberana”.

     Las elecciones las ganó Andrés Avelino Cáceres, pero Arenas no se retiró a sus cuarteles de invierno. La vida le alcanzó para presidir el Poder Judicial los años 1889 y 1890. Dicen que murió de “agotamiento nervioso” a los 83 años.

    De esta manera, Kuczynski solo sería superado por el líder aprista  Víctor Raúl Haya de la Torre, quien a los 83 años fue elegido, en 1978, presidente de la Asamblea Constituyente que redactó la Carta Magna que fue promulgada, con su firma, un año después. En cuestiones de edad, PPK ha puesto a todos la valla bien alta.

El récord de los años dorados

• El mariscal Ramón Castilla tenía 70 años cuando intentó retomar el poder por quinta vez, en 1867. Pensaba llegar a Lima pero murió camino a Arica.

• David Samanez Ocampo tenía 65 años cuando asumió el gobierno transitorio de 1931 después de la caída de Augusto B. Leguía. Su misión fue restaurar el orden democrático luego del golpe de Sánchez Cerro.

• Valentín Paniagua fue elegido por el Congreso como presidente transitorio el año 2000. Tenía 64 años.  En un caso parecido al de Samanez Ocampo, cumplió con la tarea de convocar elecciones luego de la caída  de Fujimori.

• Guillermo Billinghurst tenía 61 años cuando asumió el poder en 1912. Su gobierno fue accidentado debido a sus desavenencias con el Congreso de mayoría leguiísta y civilista. Fue derrocado por el general Óscar R. Benavides.

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