Recordamos al poeta César Calvo a catorce años de su muerte - 1
Recordamos al poeta César Calvo a catorce años de su muerte - 1
Redacción EC

ENRIQUE SÁNCHEZ HERNANI

Como pocas veces en nuestra historia literaria, la leyenda urbana y personal se ha mezclado con los elogios a una obra poética vital. Es el caso de ), miembro de la Generación del 60. Calvo vivió y escribió con intensidad pareja. Sus mejores poemarios se reunieron en “Pedestal para nadie” (1975, 2010). Allí figuran “Poemas bajo tierra”, “Ensayo a dos voces” (coescrito con Javier Heraud), “Ausencias y retardos”, “El último poema de Volcek Kalsaretz”, “El cetro de los jóvenes”, “Pedestal para nadie”, “Cancionario” y un poema largo considerado como lo mejor suyo: “Para Elsa, poco antes de partir”.

Como muchos, empezó a escribir poemas cuando estuvo en el colegio, en el Hipólito Unánue, donde el bibliotecario –el más tarde político Alfonso Barrantes– le prestaba tomos de Eguren y Vallejo. En la Universidad de San Marcos definió su vocación, tanto por la poesía como por la vida, abandonando los estudios. Luego fue periodista (a principios de la década del 60 trabajó en El Comercio, convocado por ), activista de izquierda, guionista para televisión, asesor de Perú Negro, bohemio criollo y director de la filial de Iquitos del INC. Su fama de galán fue legendaria, así como el amor por sus amigos, y su simpatía y cordialidad. 

RASGOS DE SU LÍRICA
Alberto Escobar, prologuista de la primera edición de “Pedestal para nadie”, pondera de Calvo sus “espléndidos broches metafóricos” y “las sugestivas asociaciones de ritmos que a veces son cortados, de modo abrupto, por la irrupción de lo inusitado”. Calvo, en su poesía, desplegó dos temas básicos: el amor a la mujer y la preocupación social, dentro de una voz de acentuado lirismo, de metáforas frondosas. El escritor Óscar Araujo cree que estas nacen un poco del surrealismo y más de la lujuria amazónica. Calvo, aunque nació en Lima, le gustaba decir que era de Iquitos, por admiración a su padre, el pintor yurimagüense César Calvo de Araujo.

Sus primeros libros nacen heredando el acento de la poesía de Alejandro Romualdo y Juan Gonzalo Rose. Pero luego introduce el coloquialismo en sus versos, presente ya en “El cetro de los jóvenes” y “Pedestal para nadie”, y más tarde la cadencia de la música criolla, a la cual era tan afecto, en “Cancionario”, de una manera más radical que Rose. En gran parte de su obra, pero más en uno de sus últimos libros: “Como tatuajes sobre la piel de un río”, sobrenada el tema de la selva.

Rodolfo Hinostroza, amigo y compañero generacional de Calvo, cree que entre las generaciones del 50 y del 60 (más en Calvo y Arturo Corcuera) la gran diferencia se halla “en la vida más que en la poesía”, pues los del 50, a su juicio, eran más conservadores, mientras que los del 60 “irrumpen en la escena literaria con ganas de cambiarlo todo”. Así habría que entender esa pasión de Calvo por unir poesía y vida, poesía y gesto social, poesía y romance.

CAMBIOS Y NARRATIVA 

Un indicador del cambio generacional en la poesía de Calvo, pese a los parentescos ya señalados con la Generación del 50, podría ser que este, junto a Javier Heraud, ganan el premio El Poeta Joven del Perú de 1960, otorgado por la revista Cuadernos Trimestrales de Poesía, de gran revuelo entonces. 

Luego Calvo usaría su intenso periplo vital para provocar giros en su escritura, pero sin salirse del tronco lírico clásico.

El poeta también fue narrador. Sobre la base de una conversación, usando ayahuasca, con un brujo amazónico, el “shirimpiare” Ino Moxo, escribió “Las tres mitades de Ino Moxo”, una novela de aliento épico. Allí incorpora los saberes y decires de la Amazonía, y una visión del saber mestizo: Ino Moxo era hijo de un cauchero, raptado por los aborígenes amawaka para educarlo como su líder.

Su último libro, publicado póstumamente, fue una narración –que incorpora novela, reportaje, poesía y mitos–, llamado “Edipo entre los incas”. Este libro es un diálogo crítico entre el psicoanálisis y los universos míticos de los Andes y de la selva peruanos, que desbroza con originalidad los caminos de las culturas masculina y femenina. 

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