"El cuento de la criada", novela distópica de la canadiense Margaret Atwood, fue uno de los libros más buscados tras el estreno de la serie basada en él.
"El cuento de la criada", novela distópica de la canadiense Margaret Atwood, fue uno de los libros más buscados tras el estreno de la serie basada en él.

Por Uriel Bederman / La Nación

No es un fenómeno nuevo, pero sí la consolidación de un cambio en los hábitos de consumo cultural: el streaming va quitándoles tiempo de lectura a los lectores. Las industrias de los contenidos on demand y del libro pugnan por conquistar los períodos de ocio de las audiencias. Editores y libreros creen en muchos casos que la oferta de las plataformas digitales, sobre todo las de series, les roba tiempo. Sin embargo, hay quienes confían en que la cantidad creciente de novelas que son adaptadas a la ficción (de El tiempo entre costuras a El cuento de la criada) le dan al libro una visibilidad que puede convertirse en oportunidad.

El enfrentamiento no es novedoso. Durante la última Feria del Libro de Bogotá, Mario Vargas Llosa manifestó su esperanza en que los libros sobrevivan a las nuevas plataformas digitales. “¿Queremos una sociedad donde las pantallas hayan derrotado al libro? Yo no la quiero”, dijo. Estudios de mercado confirman que la venta de libros va en picada, aunque no señalan que Netflix u otros servicios de streaming sean los culpables. La encuesta más reciente sobre lectura en el Perú (del 2015)1 señala, tras una consulta con alternativas múltiples, que la gente no lee más libros por falta de tiempo (70,2), porque no le gusta o no le interesa (29,5), y el 28,1 porque prefiere otros pasatiempos —donde podríamos incluir las series—. Un estudio del Sistema de Información Cultural argentino reveló que del 2013 al 2017 el consumo per cápita cayó de tres libros a 1,5, y que la cantidad de lectores tuvo una merma del 22%. Una porción menor de los entrevistados culpó a los altos precios o la falta de tiempo, y la mitad adujo falta de interés. La consultora GfK hizo lo propio en Alemania, una plaza editorial históricamente fuerte, y dio cuenta de una caída en las ventas en torno al 18% entre 2013 y 2018.

“La irrupción de las series ha ido generando efectos en aquellos que habían encontrado en el libro un lugar de formación, distracción y entretenimiento”, sostiene Joan Subirats, experto en el tema y comisionado de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, y apunta que el boom de las series y la capacidad de conexión permanente son factores que van en desmedro del hábito de la lectura. “La conexión causal entre descenso en el número de libros vendidos y el aumento en el seguimiento de las series no creo que pueda aún establecerse sin ningún género de dudas. Pero que ambos fenómenos están conectados es algo muy evidente. La capacidad del propio sector de la edición de saber captar ese fenómeno y buscar efectos positivos no debería descartarse, como ha ocurrido en muchos casos en que un filme basado en una novela ha catapultado la venta del libro original”, explica Subirats.

Ignacio Iraola, director editorial de Planeta para el Cono Sur, observa que el mercado editorial atraviesa tiempos complejos por la inflación, que impacta en los altos precios en librerías. “No creo que las series tengan que ver con la caída en la venta de libros, creo que en verdad reemplazan el consumo televisivo. El principal problema del mercado es la crisis de los países. En todo caso, lo que se ha perdido es el comprador ocasional, no el que habitualmente compra libros”, opina, y considera que el fenómeno de las series se retroalimenta con la industria editorial. Muestra de ello es el éxito que tiene en distintos países el libro Cuando fuimos los peripatéticos (Planeta), basado en la serie Merlí, y anticipa Iraola que tienen en sus planes un libro sobre La casa de papel.

                       —El reflejo a la hora de crear—

Cabe indagar, en paralelo, si la tensión se replica en los procesos creativos. Dicho de otro modo, la visibilidad de las series, sus ritmos y estrategias de seducción, ¿influyen en las decisiones narrativas de los escritores? El español Javier Ruescas, referente del fenómeno booktuber, confía en que su manera de contar no se ve directamente influida por las series, aunque en términos más abarcadores dice que estas “se han convertido en fuentes de inspiración maravillosas porque cada vez se arriesgan más a contar otras historias y con formatos diferentes”. El autor de Prohibido creer en historias de amor cuenta que su texto se encuentra en manos de una productora que convertirá el libro en una serie para televisión. Héctor Lozano, guionista de la ya mencionada Merlí, aporta: “Siempre digo que está todo escrito desde los griegos. Ser original ahora es casi imposible, lo importante es quitarse de encima la obsesión de querer ser el primero en hacer algo. A la vez, las plataformas buscan clientes, y por tanto repiten fórmulas de éxito sin arriesgar demasiado”.

El escritor y periodista Sergio Olguín explica que al examinar influencias no habría que hacer grandes distinciones entre lo que aportó a los escritores el cine. “Sí me parece que hay en las series formas de resolver una historia que animan a contar determinadas cosas que hasta ese momento la literatura no lo había hecho. Creo que esto es una fuente de inspiración y de robo maravilloso”, opina el autor de La fragilidad de los cuerpos, novela que hizo pie en TNT. Y hace una consideración final: “Todo forma parte de una movida cultural, intelectual y creativa que evidentemente no se va a detener en los próximos años. Y como expresión artística, eso influye en la literatura, que siempre ha sido muy buena esponja para absorber lo que se está haciendo, ya sea en el arte, el teatro, el cine o la televisión”.

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