La década de los años setenta del siglo XIX que termina abrupta y dramáticamente al estallar la guerra con Chile, fue de intensa y valiosa actividad cultural en Lima. En ese lapso destacan las veladas literarias promovidas por la escritora y periodista argentina Juana Manuela Gorriti, en su casa ubicada en la calle Urrutia. Ricardo Palma, personaje infaltable en esas reuniones, las definió como “animado palenque de literarias contiendas”. Allí concurrían talentosas damas como Cristina Bustamante, Rosa Mercedes Riglos de Orbegoso, Rosa Ortiz de Zevallos, Victoria Domínguez, Manuelita Villarán de Plasencia, Mercedes Cabello de Carbonera, Leonor Sauri, Justa García Robledo, Teresa González de Fanning, etc. Entre los caballeros asistentes debemos mencionar, además de Palma, a Ricardo Rossel, José Arnaldo Márquez, Manuel A. García, Numa P. Llona, Acisclo Villarán, Pedro A. Varela, Abelardo Gamarra, Modesto Molina, etc. Esos nombres hablan por sí solos de la calidad literaria que alcanzaron esas tertulias. El Comercio dio cuenta de todas. Apunto como ejemplo: “Espléndida fue la velada literaria que tuvo lugar anoche en los salones de la señora Gorriti. Baste decir que lo más selecto de nuestros escritores y poetas nacionales estuvieron presentes…”. (10 de agosto de 1876).
Las veladas en Lima
Juana Manuela tenía la intención de publicar, en varios tomos, el material literario reunido en aquellas ocasiones “en que las armas del talento y del ingenio se disputaban el lauro”. Sin embargo solo alcanzó a ver la luz un volumen bajo el epígrafe de “Veladas Literarias de Lima” con el detalle de las diez primeras tertulias que tuvieron lugar entre 1876 y1877. El libro, con una emocionada carta-presentación de Ricardo Palma y unos rasgos biográficos de la señora Gorriti a cargo de Pastor S. Obligado, autor de “Tradiciones Argentinas” y generoso amigo de nuestro país, apareció en Buenos Aires en 1892, pocos meses antes de la muerte de Juana Manuela, ocurrida en la capital argentina el 7 de noviembre de dicho año.
Las veladas literarias serían motivo más que suficiente para que Juana Manuela Gorriti fuera recordada en la historia de nuestra literatura como una suerte de exitosa promotora cultural. Mas sería injusto olvidar su labor como prolífica escritora, periodista y educadora, tareas estas que durante muchos años realizó en Lima. El Comercio, el 8 de noviembre de 1892, al publicar el telegrama anunciando su deceso, le rindió cálido homenaje señalando que ella “recordó siempre al Perú con amor que todos los que aquí la conocieron supieron corresponderle”.
Vida novelesca
Nacida en Salta, en 1818, la vida de Juana Manuela es realmente novelesca. Fue hija del general José Ignacio Gorriti, prócer de la Independencia y de doña Feliciana Zuviria. Problemas políticos obligaron a su padre a emigrar a Bolivia en 1831. Allí, en Tarija, Juana Manuela conoció y contrajo matrimonio con el joven oficial del ejército Manuel Isidoro Belzu. La convivencia entre una mujer sensible y culta y un hombre burdo fue cada día más difícil hasta tornarse en insoportable. Belzu, caudillo arrogante y valeroso, llegó a la presidencia de Bolivia en 1848 y la ocupó hasta 1855. Juana Manuela no quiso compartir el poder con el adorado “Tata” Belzu y vino a Lima en 1850 donde se ganó la vida dedicándose a la enseñanza. Según sus biógrafos, Juana Manuela tuvo una relación íntima con el general José Ballivián, quien también sería presidente de la República y “asediada por los reproches conyugales y la maledicencia” optó por dejar Bolivia.
En 1855 Belzu entregó el poder a su yerno, el general Jorge Córdova, casado con una de las dos hijas que tuvo con Juana Manuela y se marchó a Europa. A inicios de 1865, Belzu, en tránsito hacia su país, se detuvo en Lima donde se reencontró con Juana Manuela y ambos retornaron a La Paz. Casi inmediatamente Belzu encabezó una revolución y derrocó al presidente Mariano Melgarejo. Pero este, con audacia asombrosa, volvió solo a palacio de gobierno y con un certero disparo de revolver mató a Belzu. Melgarejo, asomándose al balcón, anunció a la multitud que vitoreaba a su rival que este había muerto y luego preguntó: ¿quién manda ahora?. La tornadiza masa gritó entonces entre perturbada y perpleja: ¡Melgarejo!. Era el 27 de marzo de 1865.
Juana Manuela Gorriti, al atardecer de ese día trágico, reclamó el cadáver de su esposo y le dio cristiana sepultura. Hecho esto, nada más la ligaba a Bolivia y regresó a Lima. Aquí retomó sus actividades educativas y literarias. En 1874 editó “El Álbum” y a finales de ese año, junto a Numa P. Llona publicó “La Alborada”, ambos eran semanarios para la familia con notas literarias, de arte, educación, teatro y moda. Los trabajos literarios de Juana Manuela fueron muchos e interesantes: novelas, cuentos, apuntes históricos, etc. Mujer inteligente, observadora, encontró en muchos episodios que le tocó vivir asuntos que más tarde convirtió en amenos relatos. En 1877 viajó a Buenos Aires y regresó a Lima, por corto tiempo, en 1882 y 1884. Su nombre está ligado a la historia de tres países: Argentina, Bolivia y el Perú.
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