Regresar a 1980 es volver a una sociedad en crisis. A un momento en que el país retornaba a la democracia después de doce años de gobierno militar, con paros nacionales y la irrupción de la violencia terrorista. Un año antes, la Escuela Nacional de Bellas Artes había sido cerrada, y un grupo de alumnos se había mudado a una casona de Barranco para resistir: ahí, con otros estudiantes de la Universidad Católica, formaron un taller que con el tiempo daría origen al colectivo EPS Huayco.
En mayo de 1980, estos muchachos —Pancho Mariotti, María Luy, Charo Noriega, Juan Javier Salazar, Mariela Zevallos (después se unirían Herbert Rodríguez y Armando Williams)— montaron en la galería Fórum una exposición que llamaron Arte al paso. Una puesta en escena que era ante todo una catarsis y un cuestionamiento al establishment cultural limeño. La exposición era presidida por una enorme salchipapas —el fast food urbano-popular del momento— formada por más de 10.000 latas de leche evaporada distribuidas en casi todo el perímetro de la galería. Las paredes estaban cubiertas por cinco serigrafías de estética pop y por seis citas sobre la teoría social del arte. Todo un mix que era a la vez un manifiesto y una
provocación.
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Treinta y ocho años después, Charo Noriega dice que le parece que esas citas en la pared gritan demasiado, algo de lo que no se percató cuando la muestra fue inaugurada en 1980. Herbert Rodríguez se pasea por la sala y recuerda lo politizados que eran aquellos tiempos. Se ríe de la aparente contradicción de haber realizado una muestra contestataria en una galería ubicada en Miraflores, el distrito más encumbrado de Lima. Graciela “China” Mulanovich, una de las galeristas de aquellas jornadas, le recuerda que Fórum siempre le ha dado cabida a los artistas jóvenes.
Justamente, este remake, curado por Rodrigo Quijano, es como un eco fantasmal de aquella muestra realizada por Huayco. Ahora la figura de la salchipapas tiene la misma dimensión de la original, pero ya no está hecha con latas, sino con vinilo. Por lo demás, se ha tratado de ordenar todos los elementos como la primera vez: las serigrafías de Noriega, Salazar, Zevallos, Luy, Mariotti, y las frases —en letras enormes— de Alfonso Castrillón, Mirko Lauer, Juan Acha, Nicos Hadjinikolaou, Frederico Morais y Néstor García Canclini.
Se han agregado otros detalles significativos: fotografías de la exposición inicial tomadas por Mariella Agois y documentos alusivos a Huayco, pertenecientes a Herbert Rodríguez.
“Es imposible reproducir la experiencia tal cual, por eso la idea ha sido sintetizarla y ver cómo funcionaban otra vez todos los elementos juntos”, cuenta Quijano.
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Pero este homenaje tiene un anexo. En una de las salas de Fórum —la galería tiene ahora dos espacios, en 1980 tenía solo uno— se ha montado otra muestra con trabajos que toman la figura de la lata de leche como elemento central, algo que alude al pop y a trabajos conceptuales, como los de Piero Manzoni. Justamente eso es lo que hace Alice Wagner (2002)con su serie dedicada a los héroes, en los que interviene latas de leche con figuras de Olaya, Grau y Bolognesi, o Luis García-Zapatero con su instalación presentada en la Bienal de Lima de 1997, en la que miles de latas fueron prensadas para dar forma a un inmenso cubo.
El espectador también podrá ver obras de Rodrigo Quijano, Juan Javier Salazar, Armando Williams y una instalación de Coco Bedoya, que alude a la lata como símbolo de la industrialización del siglo XX.
Todo un regreso a los años 80, pero con la mirada crítica puesta en este siglo.