Los ruidos imprecisos de los interiores de una casa expulsan de sus cuartos a dos hermanos que la habitan, un hombre vomita conejitos, una mujer argentina tiene una doble en Budapest, una hechicera citadina tiene el estigma de la muerte de sus novios, un tigre se pasea por los alrededores de una casa campestre; todas estas líneas temáticas han persuadido durante décadas a legiones de lectores de Bestiario, primer libro de cuentos de Julio Cortázar, editado en marzo de 1951 por la editorial Sudamericana en Buenos Aires hace setenta años.
Bestiario contiene sus primeras narraciones antológicas: “Casa tomada”, “Carta a una señorita en París”, “Ómnibus”, “Circe” y “Bestiario”. A partir de esa publicación Cortázar conseguiría con el paso de los años el reconocimiento de lectores y académicos como uno de los mayores cuentistas en español del siglo XX y un decisivo renovador (y teórico) del género del cuento al lado de Jorge Luis Borges (debemos añadir a Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo en la región del Río de la Plata).
Uno de los primeros lectores de Bestiario fue el escritor peruano Sebastián Salazar Bondy quien reseñó el libro en la legendaria revista argentina Sur (número 201, julio de 1951): “Los ocho relatos de que consta este libro constituyen otras tantas atmósferas de terror”. Esta lectura examinó estos cuentos desde lo terrorífico, un concepto tradicional de la literatura fantástica por aquellas fechas. Posteriormente surgieron otras interpretaciones alejadas del horror, entre ellos, Jaime Alazraki (En busca del Unicornio: los cuentos de Julio Cortázar,1983) quien distingue a las historias de Cortázar en la esfera de lo neofantástico, caracterizado por el alejamiento del miedo y el horror, donde lo ‘fantástico’ se inserta sigilosamente en una situación del mundo cotidiano. En diversas entrevistas y escritos Cortázar reconoció a sus cuentos como fantásticos e incluso aprobó el concepto de Alazraki para sus narraciones (Omar Prego Gadea, La fascinación de las palabras, 1996).
Los cuentos de Bestiario
En su valioso estudio, Pablo Brescia (Modelos y prácticas en el cuento hispanoamericano. Arreola, Borges, Cortázar. Iberoamericana, 2011) revisa la composición de los ocho relatos de Bestiario como un triple ensamblaje: personajes (vida cotidiana), orden extraño y reacción de personajes frente a este proceso. Los cuentos están escritos utilizando una diversidad de recursos: brevedad, narración en primera persona (una estrategia recurrente en su obra cuentística), uso de epístolas y diarios, fauna variopinta: conejos, cucarachas, tigres y hasta seres imaginarios (las mancuspias).
“Casa tomada” el primer cuento del libro, publicado en 1946 en Los Anales de Buenos Aires revista dirigida por Jorge Luis Borges (Borges siempre admiró este relato), tiene una trama muy conocida: dos hermanos son arrinconados por unos extraños sonidos que consiguen sacarlos a la calle. En nuestra lectura divisamos (en eso seguimos a Salazar Bondy) este cuento todavía bajo el formato de los fantástico tradicional sin ser propiamente un relato de terror porque percibimos algunos aspectos como cierto temor en los protagonistas quienes no explican la naturaleza de estos ruidos: “Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo hasta la puerta cancel, sin volvernos hacia atrás. Los ruidos se oían más fuerte pero siempre sordos a espaldas nuestras”, todavía se puede reconocer esa atmosfera tétrica propia de la literatura fantástica tradicional.
Es recién a partir del segundo cuento, “Carta a una señorita en París”, donde la historia de corte (neo)fantástico (el narrador vomita conejitos) está diseñada sin los síntomas típicos de una historia tenebrosa. La trama relatada desde una epístola revela esta situación sin crear alguna situación de temor o una posible explicación sobrenatural: “Cuando siento que voy a vomitar un conejito, me pongo dos dedos en la boca como una pinza abierta, y espero a sentir en la garganta la pelusa tibia que sube como una efervescencia de sal de frutas”. En el recorrido de esta historia la mayor angustia del personaje se encuentra en los destrozos realizados por estos conejos en el departamento que habita.
Esos recursos neofantásticos también trazan el cuento “Lejana”, ahora con el tema del doble, relatado desde un diario personal y con un desenlace de intercambio de roles en la protagonista. Alina Reyes escribe en diferentes fechas sin marcar los años, su vida burguesa y rutinaria (en Buenos Aires), los juegos verbales que realiza con anagramas y palíndromos, ‘Salta lenín el atlas’, (Cortázar exploraría continuamente los recursos lúdicos del lenguaje), aunque el nudo del diario está en la proyección de una ‘lejana’ como identifica a su doble a la que ubica en Budapest y cuya vida es muy opuesta a ella: " A veces sé que tiene frío, que sufre, que le pegan (…) puedo aborrecer las manos que la tiran al suelo y también a ella, porque soy yo y le pegan…”
En “Cefalea”, Cortázar inventa un animal imaginario, las mancuspias, criados por unos granjeros quienes padecen de intensas migrañas manifestadas por ruidos interiores en sus cabezas que se mezclan con los sonidos emitidos por estas mancuspias; “Ómnibus” es uno de los relatos más logrados de este libro por sus diversos niveles de interpretación, un viaje en transporte público por las calles de Buenos Aires crea una atmósfera de extrañamiento cuando dos pasajeros son hostigados visualmente por no llevar flores y comprar pasajes de otro precio. En el caso del relato “Circe”, la protagonista Delia Mañara está estigmatizada por su entorno quienes reconocen que tiene un aura maligna que poco a poco se va revelando. Para cerrar, en “Las puertas del cielo” el lector asistirá a una ¿reencarnación?, ¿resurrección? de una mujer en un popular salón de tangos y milongas.
Con la publicación de Bestiario, Julio Cortázar se incorporó a los escritores que renovarían un género literario muy apreciado por los lectores al mostrarnos que nuestras vidas diarias también pueden tener una atmósfera fantástica y peculiar.
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