Hace 65 millones de años, la Tierra estaba poblada por una gran variedad de seres. Peces, reptiles voladores, reptiles marinos, cocodrilos, mamíferos, anfibios, lagartos. Los más comunes y dominantes eran los dinosaurios, unos antiguos parientes de los reptiles mamiferoides que se habían extinguido 200 millones de años atrás. Estas criaturas fabulosas eran de tamaño diverso. Algunos eran tan pequeños como un colibrí —según un hallazgo publicado en marzo pasado en Nature— y otros tan descomunales que podían llegar a medir hasta 18 metros. Otros parecían apacibles gigantes que se alimentaban de frutos y plantas silvestres, gracias a sus alargados y gráciles cuellos. Los dinosaurios dominaron el planeta a lo largo de más 155 millones de años, durante el periodo conocido como Cretácico. Pero de pronto —esto en paleontología puede significar varios miles de años—, en el límite del Cretácico-Terciario, algo ocurrió y fueron borrados de la faz de la Tierra.
Su extinción ha sido la más estudiada por científicos e investigadores y ha alimentado todo tipo de especulaciones, incluido el boom que significó para el cine y la cultura popular el hallazgo de fósiles en distintos puntos del planeta, que han permitido la reconstrucción de varias especies y tipos.
Lo cierto es que la vida en la Tierra, desde su aparición bacteriana hace aproximadamente 3.500 millones de años, siempre se renueva. Hubo especies que alcanzaron una determinada evolución y luego desaparecieron por eventos climáticos, cambios radicales de ecosistemas, cataclismos sísmicos o volcánicos o por efectos extraterrestres como el impacto de meteoritos. Según apunta la ciencia, la desaparición de los dinosaurios —pero no de todos— se debió a esta última causa y fue la cuarta y hasta ahora la más reciente extinción masiva importante que experimentó nuestro planeta. Eventos del pasado remoto que, inexorablemente, ocurrirán en el futuro, o se iniciarán más pronto que tarde. Es más, para muchos científicos la extinción del Holoceno, asociada a la expansión de la humanidad, ya está en marcha.
Érase una vez el mar
“En toda la historia de la Tierra hubo muchas extinciones, la mayoría menores. Cada extinción ha servido para que los geólogos puedan hacer un corte temporal en el planeta. Si la extinción es masiva hablamos de eras y si es menor se trata de periodos”, explica el biólogo peruano Iván Meza Vélez, quien descubrió el año pasado restos fósiles de un plesiosaurio en la costa limeña.
De esta manera, el planeta ha quedado dividido en eones (tiempos temporales muy largos) y eras (que contienen a su vez períodos y edades). Las eras más recientes y conocidas son la Paleozoica o Primaria; Mesozoica o Secundaria; Cenozoica o Terciaria, y el periodo Cuaternario, que se divide a su vez en dos épocas: Pleistoceno (hace 1,8 millones de años) y Holoceno (hace 300.000 años) cuando surge el homo sapiens: nuestro tiempo.
Entre todas las extinciones que hubo en el planeta, las más significativas fueron cuatro, o cinco si dividimos en dos etapas la ocurrida durante la era Cenozoica, como reconoce la Academia de Ciencias de Estados Unidos. Sobre las dos primeras extinciones existe poca información por su lejanía en el tiempo, pero biólogos y paleontólogos tienen datos certeros sobre estas ocurrencias.
“Ninguna de las extinciones masivas —advierte Iván Meza— tiene que ver con virus o pandemias. Las extinciones ocurrieron o por eventos catastróficos originados en la Tierra o venidos del espacio. La mayoría no fueron bruscas ni sucedieron de un día para otro, sino en millones de años”.
Así se cree que la primera extinción masiva ocurrió hace aproximadamente 440 millones de años, entre los periodos Ordovícico y Silúrico, en la era Paleozoica. En ese tiempo todos los seres vivos del planeta vivían en el mar, y la tierra era inhabitada pues el aire era irrespirable por su baja cantidad de oxígeno. Los seres marinos más llamativos eran los orthoceras, unos especímenes cónicos con cabezas de medusas (cefalópodos) que podían llegar a medir hasta seis metros de largo. Eran los grandes depredadores de ese mar oscuro, cuyas presas favoritas eran los trilobites. También existían escorpiones, graptolites y conodontes. Esta extinción está dividida en dos partes, con un periodo intermedio de un millón o 500 mil años, y acabó con el 85 % de vida en el planeta. La causa más aceptada es que se inició con una edad de hielo que impulsó la creación de gigantescos glaciares e hizo descender los niveles del mar, y en la segunda etapa ocurrió el fenómeno inverso: se hundieron los glaciares el mar volvió a subir acabando nuevamente con todo a su paso.
La segunda gran extinción se produjo hace 408 millones de años, durante el período Devónico tardío. A diferencia de la anterior, se cree que fue de largo aliento, duró entre tres y 25 millones de años, y terminó con el 70 % de la vida en el planeta. Acabó con la conocida Edad de los Peces, dominada por los ostracodermos y placodermos, cuyos individuos podían llegar a medir hasta diez metros, además de los grandes corales, los cefalópodos, los branquiópodos y esponjas. Existen varias teorías sobre sus causas desde meteoritos hasta un aumento desmesurado del Co2 que terminó creando un mortal efecto invernadero.
La más masiva de todas
La tercera gran extinción también ha sido bastante estudiada y es conocida por ser la más mortal, pues acabó con el 95 % de especies en el planeta, tanto marinas como terrestres. La extinción masiva del Pérmico-Triásico, el último periodo de la era Paleozoica, ocurrió hace 252 millones de años.
En ese momento en la Tierra había un único continente: Pangea. Se produjo, entonces, una incesante actividad volcánica, tal vez la mayor en toda la historia terrestre. Este fenómeno liberó diversos materiales, gases y elementos como basalto, dióxido de carbono y mercurio en cantidades extraordinarias que elevaron las temperaturas, acidificaron los océanos y crearon efectos invernaderos que produjeron la “gran mortandad”.
“Desaparecieron especies tanto de mar como de tierra, los famosos reptiles mamiferoides, los cinodontes. A partir de ahí, en el periodo siguiente, el Triásico, los reptiles empezaron a evolucionar y de algunos de sus linajes salieron los dinosaurios, quienes tuvieron una evolución fantástica y dominaron la Tierra por unos 155 millones de años”, explica Meza.
El meteorito y otras desgracias
Después del exterminio del Pérmico, el planeta volvió a renacer. Aparecieron los reptiles voladores, los pterosaurios, los plesiosaurios, los mamíferos, se crearon nuevos nichos ecológicos, y animales tan complejos como los dinosaurios hasta que, al final del Cretácico, la mortandad vino del cielo. Un tremendo meteorito, de más o menos diez kilómetros de diámetro impactó en la península de Yucatán, y se desencadenó la catástrofe. “Este evento produjo incendios a miles de kilómetros a la redonda, terremotos de grado 14 o más y, probablemente, olas de mil o dos mil metros de altura. La onda de impacto arrasó bosques a cientos de kilómetros a la redonda y expulsó hacia la atmósfera miles de toneladas de tierra pulverizada. Se formó una nube negra alrededor y el planeta entró en una noche larga”, explica Meza Vélez.
Recientemente, se ha descubierto que unos miles de años antes de la caída del meteorito los dinosaurios ya habían comenzado a extinguirse afectados por una erupción volcánica en la meseta de Decán, en Asia. Esto, para decirlo en términos sencillos, fue el principio del fin.
Después de esta hecatombe, unos seres pequeños que se habían escondido tras las cuevas, comenzaron a reinar en la Tierra: los mamíferos. Millones de años después aparecieron los homínidos, nuestros ancestros. Hoy se sabe que al final del Pleistoceno, ya en nuestro periodo Cuaternario, hace unos 15.000 años, hubo una glaciación que acabó con toda una megafauna en la Amazonía sudamericana: perezosos gigantes, osos gigantes, angulados de gran tamaño —los ancestros de los camélidos— desaparecieron para siempre.
Como explica Meza en las extinciones, generalmente, no sobreviven los más grandes o fuertes, sino los más hábiles, los que se adaptan mejor a las circunstancias extremas de este hermoso planeta azul.