Las primeras grabaciones musicales datan de fines del siglo XIX. Dichas grabaciones se materializaban en discos de carbón que solo contenían música en uno de los lados, mientras el otro permanecía en blanco. Desde entonces, mucha agua ha corrido bajo los puentes al compás del avance sistemático de la tecnología. Lejano está 1904, cuando la compañía Odeon produjo el primer disco grabado por los dos lados. Eran tiempos en que no existían los micrófonos —que recién fueron introducidos en 1925— ni los discos de larga duración que solo empezaron a ser producidos después de la Segunda Guerra Mundial. Fue en 1948 que Columbia Records introdujo el ahora clásico formato del Long Play de 33 revoluciones por minuto y hubo que esperar algunos años más para que el LP de 10 pulgadas cediera su lugar al de 12 y para que el sonido estéreo, en dos canales, sustituyera poco a poco al primigenio sonido monoaural.
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