He sido elegida como la primera rectora sanmarquina y quiero agradecer por ello, primero, a Dios; luego, a toda la comunidad sanmarquina por el apoyo incondicional a mi candidatura y al movimiento Siempre San Marcos; a todos los pueblos de Canta, en especial, a mi querido pueblo de San Miguel de Pumacoto, donde nací y nació también mi padre Daniel Ramón; a Oxapampa, donde nació mi madre Aparicia Ruffner; a todo el país, por los afectuosos saludos que me han hecho llegar; y a mi familia.
Tengo el honor de haber sido elegida la primera rectora de la Decana de América ahora en que cumplimos 470 años de fundación y en circunstancias que demandan de mí un compromiso y un reconocimiento especial de la labor de las mujeres. Somos las peruanas las que hemos sacado adelante a nuestras familias en medio de la pandemia. Y somos nosotras las que debemos batallar, día a día, contra una serie de prejuicios y trabas. Por ello, mis primeras palabras son para las mujeres en general y, en especial, para mi comunidad sanmarquina —alumnos, profesores y trabajadores—, para alentarlos y comprometernos a impulsar, desde la universidad, políticas que mejoren el acompañamiento de su trabajo y que erradiquen las dificultades que enfrentamos. La violencia de género y el acoso sexual son problemas que debemos atacar todos juntos. Por ello, se abrirá un programa de acompañamiento a las víctimas, dándoles un soporte psicológico. Nuestra prioridad serán las mujeres de la comunidad sanmarquina; sin embargo, también nos comprometemos con toda la sociedad.
En ese sentido, quiero descentralizar a San Marcos para llevar educación de calidad, cultura, ciencia, arte e investigación a nivel nacional. Va a ser muy importante vincularnos con los gobiernos regionales y locales para impulsar la investigación en diferentes partes del país al mismo tiempo que la lucha contra la extrema pobreza a través de los Centros de Investigación, que promueven la mejora de la raza de los animales de las diversas sedes, y otros proyectos de investigación y de inversión. La pandemia ha evidenciado que es necesario que la universidad participe activamente en el desarrollo del país. San Marcos no puede encerrarse en cuatro paredes; debe vincularse con la sociedad.
Justamente, en el marco de la pandemia, la gestión pasada dejó un convenio con EsSalud para implementar el hospital flotante de San Juan de Lurigancho. Y nosotros ya tenemos asegurada la implementación de una planta de oxígeno. Estamos asumiendo el compromiso de implementar camas de emergencia y queremos asumir, además, el de brindar apoyo y acompañamiento pos COVID-19, tanto psicológico como físico. Tenemos la escuela de Psicología, de Terapia y Rehabilitación física, y Medicina. Estamos en la capacidad de ofrecer esos servicios, no solo a la comunidad sanmarquina, sino a la sociedad en su conjunto.
Son muchos los retos que afrontamos: evaluar la infraestructura, como solucionar el problema del cerco perimétrico, por ejemplo; o revalorar el trabajo de los profesores sanmarquinos, sobre todo de quienes más han sufrido a propósito del COVID-19. Debemos mejorar la ayuda social y, sobre todo, las facilidades para investigar. Los profesores ponen su esfuerzo, pero necesitan el reconocimiento de la homologación y reunificación del sueldo básico.
No quiero dejar de mencionar que, adicionalmente, tendremos que hacer convenios con universidades nacionales e internacionales para realizar proyectos de investigación de las variantes de este virus y proyectarnos hacia la mejora de la vacuna.
El trabajo pendiente es grande. Mi compromiso, también.
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