“No sé nada de la prohibición.
Qué despiste.
¿Dónde salió?
O tal vez ya no me acuerdo, porque han sido tantas malas noticias, una detrás de la otra”.
La llamaremos Amaya, y no por su nombre real, porque su trabajo como guía de turismo por cuenta propia quedó explícitamente vedado hace más de un año. Cuando en febrero de 2021 el Gobierno cubano dio a conocer las actividades no permitidas para el sector privado, el ejercicio individual de esta y otras profesiones pasó de estar en un limbo jurídico a la ilegalidad.
Sin embargo, Amaya dice que esto apenas le ha afectado de manera directa: “De hecho, los sucesos del 11 de julio, y la repercusión que tuvieron en los medios internacionales, las restricciones de Trump, y todo el contexto de la pandemia, fueron mucho más determinantes que esta medida. En realidad, eso no hizo ninguna diferencia para mí”.
Paradójicamente, tal “listado negativo” era un viejo asunto pendiente desde que comenzara la reforma económica, hace una década. Antes sólo existía el de oficios autorizados (201 en su mejor momento), y el reclamo era que, en efecto, se limitara lo que no se podía hacer, de modo que todo lo demás quedara abierto a la creatividad de los emprendedores.
asta que por fin la nueva lista llegó. “Sí fue una decepción”, reconoce Amaya, “porque cuando se anuncian cambios uno siempre espera flexibilidad, y no restricción. Me pasó a mí, como les pasó también a arquitectos, ingenieros… que pensaban poder encontrar en el cuentapropismo una alternativa”.
Tampoco pueden ejercer “por cuenta propia” los periodistas, abogados, entrenadores de buceo… Ni están permitidas la gestión de librerías y galerías de arte, la producción audiovisual, la grabación de sonido, la edición de libros, las agencias de viaje…
Entonces, ¿cómo las autoridades pretenden evitar que haya guías en las calles? ¿Van a dedicar dinero y personal al control cuando, de lo contrario, bien podrían captar ingresos mediante impuestos? ¿Cuántas familias se afectan por esta decisión?
Mientras faltan respuestas, Amaya pronostica quizás lo obvio: “Esta actividad no va a desaparecer, porque en Cuba siempre ha habido personas que han hecho la función de guía turístico, aunque no se llamen a sí mismos de esa manera. Además, está el boca oreja: cuando eres un buen guía, un amigo o cliente te va a recomendar a otros. Y eso es muy fácil; es inevitable que suceda”.
“Como todo en este país”
Apenas un mes después de anunciada la prohibición, surgió el grupo de Facebook Guías Turísticos por su legalización como TCP (Cuba), el cual devino espacio para canalizar debates y preocupaciones de sus miembros. Circuló una solicitud digital que logró más de 1.500 firmas, y una carta dirigida a las autoridades.
“Cuando vi eso, yo ni hice el intento”, confiesa Ernesto, que también oculta su nombre real. “En ese momento dije: eso puede ser como todo en este país, que están las leyes escritas, pero nadie les hace caso. De todas formas, estamos hablando de principios de 2021, todavía faltaban tres años para una recuperación del turismo, y de aquí a tres años ya eso se le iba a olvidar al Gobierno”.
La iniciativa de los guías representó “un intento de reunir al gremio, de protegerlo, pero el resultado no fue el mejor”, resume Hamed Toledo, quien solía organizar un free tour en el municipio de Guanabacoa.
En mayo de 2021, el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social respondió que, junto con el Ministerio de Turismo, evaluaban la pertinencia del ejercicio de estas actividades y otras relacionadas con el sector. A finales de septiembre, funcionarios de ambos ministerios se reunieron con seis miembros del grupo de Facebook.
Según relataron más tarde, se habló en términos de “voluntad en escuchar y llegar a acuerdos”, y se les pidió que presentaran proyectos a fin de “conocer a fondo hasta dónde se pretendía llegar, para así ‘identificar las trabas que encontraría la actividad del guía de turismo como TCP’”. Sin embargo, en enero, casi un año después, una carta de la ministra de Trabajo y Seguridad Social, Marta Elena Feitó, confirmó la negativa inicial.
Entre la prohibición y la ausencia de turistas, Ernesto optó por irse del país; aun cuando anteriormente no había considerado emigrar. “Dejé atrás a mi esposa, mi hija, dejé atrás ocho años de carrera en la universidad… Pero era eso, o seguirme arriesgando. Entonces aquí estoy”, cuenta desde Barcelona.
Él y tres amigos gestionaban varias experiencias de Airbnb y recorridos más extensos por varias provincias. “Lo que nosotros vendíamos eran tours por profesores universitarios de Historia. Eso siempre te da un valor agregado, porque todo lo organizábamos desde una perspectiva docente”.
Y sí, resulta común que los guías cuenten con bastante tiempo de práctica y elevado nivel educativo. Por ejemplo, Amaya es licenciada en Estudios Socioculturales, y Hamed, en Filosofía.
La limitación de trabajar por cuenta propia viene entonces a llover sobre mojado, pues se perpetúa la tendencia a desaprovechar profesionales calificados. El discurso de “liberar las fuerzas productivas” parece alejarse de la realidad.
Todos pierden, o todos ganan
Si bien una de las razones oficiales para no autorizar la actividad radica en que en algún momento “personas inescrupulosas se aprovecharon de esa labor”, algunos como Ernesto creen que la prohibición busca simplemente evitar la competencia.
“Para mí esto depende desde qué perspectiva se esté analizando”, comenta Amaya, “porque en un país tan centralizado como Cuba el Estado tiene todos los mecanismos: publicidad, agencias de taxi, hospedajes todo incluido… En ese sentido, el guía turístico privado no tiene cómo hacerle competencia”.
Además, si el sector pretende crecer, necesita una oferta más amplia y diversa. “Cuando sucedió lo que muchos llamamos el ‘Obama boom’, que La Habana se puso de moda y había mucho turismo fundamentalmente norteamericano, se demostró (…) que había trabajo suficiente para todo el mundo”, recuerda.
Entonces, así como los beneficios se expanden, los daños también; y lo más probable es que el impedimento a los guías afecte a restaurantes, casas de renta, museos, servicios de taxi, y otros que solían reservar para sus clientes.
En opinión de Amaya, los cuentapropistas vendrían a aliviar otras carencias, al generar opciones para espacios reducidos de mercado que no están cubiertos por la parte estatal. Por ejemplo, el turismo vegetariano y vegano, de ciclismo, o de retiro espiritual. “Pero, por otra parte, la competencia no tiene nada de malo”, afirma.
Otro punto crítico es la atención individualizada. “Las agencias de turismo estatales lo que te ofrecen es un paquete estándar; lo coges o no”, explica Ernesto. “Y un tour personalizado sale muy caro”.
John McAuliff, fundador del Fund for Reconciliation and Development y experto en temas de viajes a Cuba, señala que los guías privados pueden operar de manera más efectiva con agentes independientes en los Estados Unidos. A estos se les hace muy difícil trabajar con agencias estatales cuando ocasionalmente quieren contratar un programa para una pareja, una familia o un pequeño grupo de amigos, precisa.
A su juicio, la decisión de no permitir esta actividad por cuenta propia perjudica a la economía nacional, y socava el esfuerzo del país por mostrar al mundo que está modernizando su modelo económico.
Sin embargo, queda un destello de oportunidad. El Decreto 33/2021 Para la Gestión Estratégica del Desarrollo Territorial permite emprender en otra escala. Los Gobiernos municipales se encargan de aprobar (o no) los proyectos de desarrollo local, a cuyos efectos no aplica el listado negativo, precisa Yarbredy Vázquez, economista y vicedirector del Centro de Desarrollo Local y Comunitario.
Esa es la alternativa legal por la que optaría Hamed. “La idea es crear varias rutas turísticas dentro de Guanabacoa que beneficien a las escuelas y al pueblo en general, profundizando en la historia e identidad. Es ambicioso, pero posible”.
Amaya, en cambio, se muestra menos optimista. “Me gustaría que todos encontráramos el espacio para, legalmente, desarrollar la forma de trabajo que nos guste, que tribute a la sociedad, y que además nos permita acercar el mundo a Cuba. Esto para mí sería el ideal. Pero estamos muy lejos de lograr eso”.
Este artículo se publicó en la revista Coolt el 11.11.22