Carmen Mc Evoy
Las historias personales, y acá podría añadirse profesionales, son usualmente definidas por profundas experiencias vitales y la de Jorge Basadre fue, sin lugar a dudas, la del “cautiverio” de su Tacna natal. Esa provincia sureña “chiquita y desventurada” donde cada 18 de setiembre el creador del concepto de “la promesa republicana” se vio forzado a escuchar el “paso prusiano de los soldados chilenos” marchando frente a su hogar. Sin embargo, la Tacna, sometida por la violencia fisica y simbólica de los conquistadores que pretendían borrar su larga historia de un plumazo, era, también, un lugar mágico. Lleno de esos colores y sabores que nutrieron los sentidos además de la memoria e imaginación creativa que, años después, el joven Basadre puso a disposición del Perú.
En la siembra del zapallo en cada fiesta de la Candelaria, en los paseos por la Alameda, en el olor de las naranjas de Azapa o el sonido del pito del tren de Arica, Basadre fue forjando un poderoso sentido de pertenencia local que nunca lo abandonó y desde donde construyó el relato, plagado de luces y sombras, de lo nacional. La noción de un Perú atrapado en un sinfín de contradicciones pero que, por su vitalidad, era “más grande que sus problemas” nos remite a la dramática experiencia que Basadre vivió de niño en una Tacna, donde los pequeños como él aprendían la historia patria y cantaban el “Somos Libres” en la clandestinidad. Es por ello que buena parte de su vida la dedicó a construir una narrativa que rescatara la posibilidad, “el principio esperanza” pero que además identificará los dos problemas —el estado empírico y el abismo social— que impedía a esta república cumplir su destino y resguardar a sus provincias, como era caso de su Tacna natal, contra los que amenazaban su soberanía.
Pero para ser libre de las taras del pasado era necesario no solo entender los nudos históricos, sino identificar a quienes de manera sistemática saboteaban el proyecto republicano: ‘”los podridos’ que querían hacer de la república ‘una chacra’; los congelados que deseaban verla convertida en ‘un páramo’ o ‘los incendiarios’ que intentaban transformarla en ‘una gigantesca fogata”’. Porque para Basadre, un hombre sabio y ponderado, todo estaba sujeto a discusión menos el amor y el respeto profundo por el Perú, un país al que le dedicó buena parte de su vida y por ello debemos de estarle eternamente agradecidos.
Claudia Rosas Lauro
Es el gran historiador de la República, referente obligado para la comprensión de este periodo de la historia peruana, que permitió erradicar las visiones estereotipadas, negativas y pesimistas que pesaban sobre ella, en especial en relación al siglo XIX. Si bien la Historia de la República del Perú es su obra más importante, fue un hombre de prolífica pluma que abordó temas claves para el conocimiento del país. En Elecciones y centralismo en el Perú, establece un esquema histórico de los procesos electorales, y, en su ensayo póstumo Sultanismo, corrupción y dependencia en el Perú republicano, trata sobre el poder y la corrupción. Asimismo, planteó reflexiones desde la teoría de la historia como en El azar en la historia y sus límites, en el que analiza las probabilidades en la Independencia. También realizó síntesis histórica como en Perú, problema y posibilidad, que, a pesar de los males nacionales que pone en evidencia, ofrece una visión esperanzadora del país. Así, trazó una senda de investigación continuada por las siguientes generaciones de historiadores. Su obra ha sido una compañía constante
Natalia Sobrevilla
Los doce tomos de la colección azul de la Historia de la República del Perú de Jorge Basadre me han acompañado toda la vida. Recuerdo la edición de 1961 en la biblioteca del abuelo, que nunca conocí, y que heredé de mi padre cuando comencé a estudiar Historia en los años noventa. Una década antes, mi profesora de Historia en el colegio los había llevado a clase en el vano esfuerzo de inculcarnos la importancia de la historia peruana. Mi tío era amigo de Basadre y recuerdo los cuentos de largas reuniones en chifas en Capón, y si no lo conocí fue porque murió antes que mi familia volviera de México.
Basadre, sin embargo, ha sido una compañía constante y un referente ineludible desde el momento que decidí que el periodo que más interés y curiosidad me despertaba era el siglo diecinueve. Desde mis inicios en la universidad, cuando leí Perú, problema y posibilidad, La promesa de la vida peruana, La multitud la ciudad y el campo y El azar en la historia hasta mi periodo doctoral cuando La iniciación de la república se volvió mi libro de cabecera, he leído y releído a Basadre buscando entablar una conversación que ayude a continuar profundizando el conocimiento de cómo se inicio la república y si las promesas y posibilidades de la que nos habla en sus textos pueden aún realizarse.
Laura Martínez Silva
Sin duda, Jorge Basadre Grohmann es uno de los hijos más ilustres del Perú. Su aporte a la cultura es incalculable. Destacó con brillantez como académico, historiador y gran servidor del país. Su entusiasmo por la lectura y la investigación empezó desde su adolescencia. Según sus memorias, trató de ingresar a la sala de lectura de la Biblioteca Nacional del Perú, pero le negaron el ingreso bajo la consigna de que “No se permiten niños”, aunque tiempo después logró ingresar, este hecho marcó mucho su visión de biblioteca, había dicho que para fundar una biblioteca había que pensar primero en los niños.
Por eso, en el contexto de la catástrofe del incendio de 1943 de la Biblioteca Nacional del Perú, asumió el cargo de director institucional. Además de su magnífica labor de reconstrucción y tecnificación de la biblioteca, uno de sus primeros actos fue fundar la Sala de Niños, en la que se acondicionó un espacio amigable con un teatrín para hacerlo más cálido para los pequeños lectores. Este hecho fue el primer intento por acercar a los niños como un público formal en la institución. Además, se incluyó en el plan de estudios de la Escuela de Bibliotecarios (1944) el curso de Organización y administración de bibliotecas infantiles y escolares, para orientar el acercamiento técnico de los bibliotecarios hacia los niños.
Han pasado cerca de 40 años desde su paso a la inmortalidad, su obra y su legado permanecen vigentes, toda su vida estuvo dedicada a nuestra patria con la convicción de que el Perú era un problema pero también una posibilidad. Merece siempre ser recordado.
Maribel Arrelucea
La monumental Historia de la República del Perú alimenta una memoria colectiva a través de la historia escolar. Mis estudiantes suelen estar familiarizados con los términos “primer militarismo”, “prosperidad falaz”, “caudillismo militar”, “reconstrucción nacional”, “República Aristocrática”, etc. Cuando les digo que el autor es Basadre, invariablemente debo mencionar que es el señor del billete de cien soles. Esos términos son reconocidos ampliamente porque se usan en la historia escolar. En conjunto, es una propuesta sobre cómo se construyó el Perú republicano; sin embargo, sin mayor información, dichos términos alimentan mitos. Por ejemplo, casi todos los estudiantes relacionan a los militares con el atraso; perciben la historia del guano como una oportunidad perdida por culpa del Estado; y al siglo XIX, como nuestra Edad Media, mientras que el XX es el del desarrollo. La historiografía, desde mediados del siglo XX, ha cuestionado esa visión. Basadre periodificó y acercó la historia a las mayorías. Es su gran aporte, pero ya es tiempo de renovar esa visión.
José Ragas
Hay un aspecto poco conocido del que se habla cuando nos referimos a Basadre. Es cierto que su producción académica se impone, pero necesitamos ver más allá de su labor pública o impresa. En los últimos años de su vida, Basadre asumió el rol de mentor de una generación joven de intelectuales. Recibió a varios de ellos, con quienes conversó y guió en sus primeros proyectos, recomendándoles lecturas. Entre ellos, el poeta Antonio Cisneros y los historiadores Juan Carlos Crespo y José Luis Rénique.
Su casa en San Isidro se convirtió en uno de los lugares más intensos de actividad intelectual hacia fines de la década de 1970. Pero Basadre, de naturaleza discreta y sencilla, prefería lugares menos solemnes y que permitieran crear una atmósfera de conversación más agradable e informal como lo eran los chifas. Solía ir a Magdalena, al jirón Paruro y al Barrio Chino. Según recuerda Rénique, en una ocasión, Basadre utilizó los cubiertos y los pocillos del chifa para explicar los movimientos de tropa de las batallas de San Juan y Miraflores durante la Guerra del Pacífico. Con el poeta Antonio Cisneros solían aventurarse y buscar nuevos lugares donde probar comida china cada semana.
María Lucía Valle Vera
La guerra del Pacífico y sus consecuencias tuvieron un impacto decisivo en el desarrollo de su compromiso con el Perú y su historia. Basadre nace en Tacna el 12 de febrero de 1903, cuando la región se encontraba bajo la administración chilena. Con ello, los primeros nueve años de su infancia estuvieron marcados por las “campañas de chilenización” que tenían como finalidad buscar el cambio en la identidad nacional de la población peruana residente en la región a fin de conseguir condiciones favorables a Chile en el plebiscito. En ese sentido, estas campañas, conforme se tornaron más agresivas, supusieron suprimir todo sentimiento patrio en los diversos aspectos de la vida cotidiana de los residentes en Tacna. Sus propias vivencias, las de sus familiares y conciudadanos en ese contexto se encuentran en su texto Infancia en Tacna (1959). Se trata de una obra fundamental para acercarse a la vida de los tacneños en el contexto descrito y a sus esperanzas para reincorporarse al Perú, al que Basadre tenía como una “patria invisible”- lejana y añorada.
En relación a lo comentado, cabe destacar que Basadre aborda los temas de la guerra con Chile y la difícil situación de Tacna producción historiográfica con un sentimiento nacido de sus vivencias e historia familiar – parientes suyos murieron en combatiendo en Arica y su tía del lado paterno se había casado en segundas nupcias con un ciudadano chileno-, pero con una objetividad propia de su sólida formación académica.
Katya Rodríguez Valencia
Para quienes buscamos comprender al Perú republicano, la extensa obra de Basadre ha sido y sigue siendo el referente más importante. Sus investigaciones nos mostraron la complejidad de nuestra historia, sus glorias y fracasos, pues ciertamente nuestro país ha recorrido un camino difícil y en muchos trechos doloroso para establecerse como nación. Sin embargo, releyendo su ensayo “La promesa de la vida peruana” recordé que nuestro investigador no perdió la esperanza de que nuestra república pudiera cumplir con esa promesa, que no era sino ese destino colectivo de bienestar para sus ciudadanos.
Próximos a cumplir 200 años de vida republicana y en estos tiempos tan difíciles en los que crece la desesperanza y es evidente que esta promesa no se ha cumplido para la enorme mayoría, leer a Basadre nos recuerda que nuestro país necesita “(re)afirmase en esta hora feroz”. Su pedido sigue vigente, el cumplimiento de esa promesa no le atañe solo a nuestra clase política, sino a todos los ciudadanos: “a la juventud para que la reviva, a los hombres de estudio en sus distintos campos para que la conviertan en plan, a la opinión pública en su sector consciente para que la convierta en propósito”. Leer a Basadre siempre me recuerda que el Perú es una hermosa posibilidad.
Victoria Dieguez Deza
Jorge Basadre Grohmann es el gran historiador de la república del Perú. Su valioso legado bibliográfico sirve a los historiadores como fuente imprescindible para abordar el estudio de cualquier estudio del periodo republicano en sus diversos aspectos, sean políticos, económicos, sociales o culturales. Pero, también, Basadre es leído y abordado por estudiantes escolares, por universitarios de otras áreas y disciplinas, por todo aquel que sienta curiosidad por la historia del Perú; es el historiador más leído y cercano al ciudadano: aparece en nuestra moneda nacional, en el billete de cien soles; maneja un lenguaje claro y de uso cotidiano, sin dejar de lado el enfoque crítico y reflexivo, lo cual universaliza su obra.
Para los historiadores regionales, que adolecemos de fuentes de estudio, su clásica Historia de la República del Perú nos ha permitido el acercamiento a episodios de nuestra historia que, de otro modo, no conociéramos; o, que requirieran un mayor ahondamiento. En mi caso particular, la lectura de la obra de Basadre ha sido un punto de partida, en cuanto al marco cronológico y espacial, para consultar en las fuentes impresas, documentales y periodísticas existentes en las bibliotecas, hemerotecas y archivos regionales.
Lucas Maubert
Basadre fue un “tacneño que nunca renunció” y un historiador comprometido con la vida pública. Durante la ocupación chilena de Tacna, estudió en una de las escuelas clandestinas que se abrieron, arriesgando así ser descubierto por las fuerzas del orden extranjeras. Ya adulto, tuvo una activa participación en la campaña plebiscitaria en Tacna y Arica, motivo por el cual resultó herido por grupos nacionalistas chilenos en 1926. Para él, los historiadores debían hacerse partícipe de la construcción del país, y no sólo ser testigos silentes.
Fue este ideal lo que lo llevó a involucrarse en el desarrollo intelectual y político de Perú. Lo hizo a través de su extensa obra y del rol que desempeñó como Director de la Biblioteca Nacional y Ministro de Educación. Pocos han sido quienes lograron combinar exitosamente estas dos facetas. Probablemente sea uno de los motivos por los cuales su obra histórica, especialmente la monumental Historia de la República del Perú sigue vigente hasta nuestros días, y continúa siendo el hijo más ilustre de la ciudad de Tacna.
También puede interesarle
“La Lima de 1839″: Recuperamos un texto de Jorge Basadre a 40 años de su muerte