Carlos Velázquez recibió el premio Testimonio Carlos Montemayor en el 2012 por su novela "El karma de vivir en el norte". [Foto: Archivo personal]
Carlos Velázquez recibió el premio Testimonio Carlos Montemayor en el 2012 por su novela "El karma de vivir en el norte". [Foto: Archivo personal]
Dante Trujillo

Los lectores de Carlos Velázquez lo tienen como un referente feroz, pop, ácido y delirante de la nueva narrativa mexicana, concretamente la que se practica en el norte. Si bien tuvo un libro previo, fueron los cuentarios La biblia vaquera (2008) y La marrana negra de la literatura rosa (2010) los que consolidaron su estilo personalísimo. Ahora, como para meterle más leña al fuego maldito, ha recopilado una serie de textos y dado forma a un libro de memorias que recorre su larga adicción a las drogas. Se llama El Pericazo Sarniento (Selfie con cocaína), un libro tremendo, del que nadie puede salir indemne. Desde Torreón, Coahuila, donde nació en 1978 y sigue morando, Velázquez, que es también un notable cronista, nos atiende el teléfono, gesto previo a su nueva visita a Lima, donde se presentará en la feria La Independiente del Ministerio de Cultura este jueves 26 de abril, a las 19:00. La charla, como era de imaginar, fue caudalosa: in extenso puede leerse en la web.

Empecemos por la obvia y divertida paráfrasis del título con El Periquillo Sarniento: hay más cosas que vinculan tu libro con aquel clasicazo de la picaresca y de literatura mexicana.

Desde hace algunos años tenía pendiente escribir una especie de historia pícara pero con drogas. En México a la coca se le llama, entre otras formas, perico, por lo que entre los cultos siempre está la broma del pericazo o del periquillo, y fue así también como surgió. Hay, sí, cierta intención picaresca, pero al final se desprende también esa tradición, porque en la picaresca siempre se busca una cierta redención del personaje. El pericazo busca lo contrario: de lo que se trata es de contar todo sin pretender ninguna enseñanza moral.

De acuerdo. Pero de otro lado, ambos están escritos como memorias (aunque las tuyas son reales), el protagonista es un libertino, el relato es episódico, y, como decía Savater del Periquillo, nos permite divertimos con los malditos…

Evidentemente está presente, es una lectura y un referente, sobre todo aquí en México. En cuanto a lo episódico, yo siempre he sido un narrador de ficción, y cuando empecé a hacer crónicas me di cuenta de que había ciertas cosas que tenía que escribir de manera episódica, acaso por influencia de las series de TV. Es decir, hay cosas que contar en extenso, y otras que son más anecdóticas, y que permiten generar serialidad. Lo puse en marcha desde mi primer libro de crónicas, El karma de vivir al norte. Ese es en realidad el antecedente de lo episódico, en El Pericazo fui puliendo esta técnica.

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El pericazo sarniento (selfie con cocaína)
Carlos Velázquez
Editorial: Surnumérica
Páginas: 200

Dejando de lado alter egos en tu obra, es la primera vez que usas la crónica para hablar de ti mismo, ¿no?
Desde que empecé tenía claro hacia dónde apuntaba mi carrera, mi producción, y era apegarme estrictamente a la ficción. Tengo varios libros de relatos, incluso uno inédito, y voy trabajando una novela. Mi intención es calar hondo, sobre todo con los relatos. Pero se comenzó a poner en boga la crónica autorreferencial y me propusieron escribir una columna en un medio de la Ciudad de México llamado Frente. Ahí empecé a soltarme y a contar cosas que pasaban en mi vida cotidiana, y eso me fue dando la cancha para llegar a este momento en el que termino escribiendo un libro que trataba sobre mí y mi condición de adicto, sobre mi paso privilegiado —o no— por el mundo de la droga.

Y vivir para contarlo.
Exacto. Hay mucha gente que está en contacto con esto pero que no se atreve. Muchos autores mexicanos pudieron haberlo hecho pero no se decidieron, así como hay mucha gente que se droga pero que no se dedica la literatura, y por lo tanto no puede contar su historia.

¿Y cómo es el proceso de escribir un libro como este? Porque has partido de las columnas, pero has tomado algunas, otras las has reciclado, y a todo le has dado un inicio y un final, lo has ensamblado. ¿Cuéntame del proceso?
Lo más complicado fue conseguir el tono; es decir, no utilizas el mismo tono para hacer ficción, que para hacer crónica, que para confesarte. Yo lo quería era encontrar un tono que me desprendiera de mis otros trabajos, y fue lo más complicado. Pero una vez que lo hice, las cosas empezaron a fluir. ¿En qué me basé? Yo no estudie ninguna carrera, no tuve una preparación ni periodística. Lo que hice fue ponerme a leer a Talese, a Hunter Thompson, a Sergio Gonzales Rodríguez, quien que fue muy importante para mí. Tomé los modelos que tenía la mano y los mezclé con mis indagaciones de siempre con el lenguaje.

¿Y cómo fue interpelarte para hacer el libro?
Pues al principio me parecía una muy buena idea. Cuando me invitaron a escribir el libro me dijeron: queremos que nos cuentes tu historia con la cocaína. Yo dije: eso está fácil. Pero al momento de sentarme fue muy complicado porque empecé… no quiero decir que me tuve que enfrentar a mis fantasmas, porque no hay fantasmas que enfrentar, pero sí fue una especie de regresión muy larga, de más de 20 años, y tuve que volver a momentos que me resultaron un tanto dolorosos. Por ejemplo, la pérdida de algunos amigos, algo de lo que uno no se repone nunca. Y luego están todas las trabas morales. Mucha gente se preocupaba de lo que fuera a pensar mi familia, o por si escribir tales o cuales confesiones mi mamá se sentiría defraudada de su hijo. Pero entonces yo pensaba en Henry Miller, en Norman Mailer —no me estoy comparando—… imagínate que Genet se hubiera detenido al momento de contar sus experiencias homosexuales… nos perderíamos de una gran literatura. Mi compromiso no es con la familia, es con la literatura. Al final, lo más complicado sí fue tomar la decisión de publicarlo porque tengo una hija de 11 años.

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La Biblia Vaquera
Carlos Velázquez
Editorial: Sexto Piso
Páginas: 106

¿Cómo esperas lea el libro cuando tenga edad para ello?
Me encantaría que no lo leyera.

¿Ella conoce tu adicción?
No, no conoce mi adicción. En mi casa no hay drogas, no hay reuniones, ni siquiera me embriago. Cuando estoy con ella soy otra persona.

Pero tarde o temprano se va enterar.
Sí, pero te repito que me encantaría que no se enterara.

Pero… has escrito un libro sobre eso.
Bueno, tengo fe en la tradición de que los hijos tienden a odiar lo que los padres son y hacen. Quizá mi hija no sienta un interés legítimo por lo que yo hago. Pero eso será algo en el futuro tendremos que ver. Hace poco una amiga me preguntó ¿qué onda con tu hija, va a leer eso? Y la verdad que me puso bastante nervioso, me dio miedo y ansiedad, pero lo dije ya hace un tiempo: yo no me puedo detener. Mi hija va a vivir su vida, va a tener que tomar decisiones en cuanto a su persona, y al menos yo no se las voy a reprochar (tal vez sus hijos sí). Yo tuve la posibilidad de contar una historia que mucha gente no se atreve o no puede contar, y no podía pararme a pensar si algo de eso iba a lastimar a otras personas… porque te repito que mi compromiso es con la literatura. Llevo más de 15 años escribiendo y luchando por tratar de decir lo que quiero para, llegado el momento, detenerme o callarme.

¿Pero no tuviste mayores problemas con el pudor, con ser etiquetado acaso en desmedro de tu propia literatura?
Este libro es una invitación a ser señalado, pero te habrás dado cuenta de que la provocación no es una bravuconería. Lo que uno hace tiene consecuencias, y uno tiene que aprender de ellas, vivirlas, y sobreponerse si es necesario. Repito que no puedo dejar de escribir un libro porque se me vaya a condenar o tachar socialmente. Son cosas que vienen de manera juntas, el libro y la reacción. El editor en México me dijo que ya se lo había pedido a otros autores, pero que no quisieron. Y están en todo su derecho.

En este caso el compromiso es con la literatura, pero también con la verdad.
Escogí la verdad por lo siguiente: como pasa con los periodistas asesinados, con los 43 de Iguala, la gente quiere saber la verdad, por muy dolorosa que sea; saber de qué están hechas las cosas, que hay detrás, el origen, la realidad. Yo leí un libro de una persona que cuenta también su paso por la adicción, y después de cien páginas el autor hace una confesión, pero dice “lo peor que hice no lo voy a contar aquí”. Entonces pensé: a ver, un momento, ¿por qué me estás haciendo perder el tiempo, cuando la contraportada me dices que me vas a contar todo lo que sabes sobre la adicción?

En el 2004, Carlos Velázquez publicó su primera obra "Cuco Sánchez Blues".
En el 2004, Carlos Velázquez publicó su primera obra "Cuco Sánchez Blues".

Trampa, digamos.
Es un embuste. Yo creo que al lector no le puedes hacer eso, no lo puedes engañar, ni jugar chueco.

Si a mí como lector ha habido pasajes que me han afectado al punto de que tuve que dejar el libro, me pregunto cómo habrá sido para ti, cómo ha reaccionado tu cuerpo, tu mente, tu corazón. Hay momentos muy fuertes, o sumamente tristes. Muchos se quedan, me temo, en lo desopilante y divertido que hay en lo que cuentas, pero también hay bastante dolor.
Bueno, eso pasa también con libro de ficción. Mis cuentos, sobre todo los de La marrana negra de la literatura rosa y los de La efeba salvaje, para mí muy duros, y sin embargo la gente insiste en que son bastantes graciosos. Tienen su grado de humor, pero para mí son historias muy difíciles. Con El Pericazo ha habido gente me ha dicho que se divirtió mucho, y la verdad es que yo no le encuentro el lado divertido.

Sí hay cosas divertidas, ahí está la picaresca de la que hablábamos al principio. Pero claro que es horrendo.
Yo no soy de esas personas que creen que la literatura es una catarsis, que te salva, que tienes que contar las cosas para desfogarte. Yo pienso que cuentes o no cuentes las heridas emocionales no se sanan, para eso ya no hay remedio.

El temor todavía está presente. Al momento de terminar el libro sí dude, sí pensé ¿para qué quiero que la gente se entere de todo esto? Ojalá no suene suene cursi, pero al final de lo que se trató fue de un ejercicio de libertad, y eso lo que me reconforta; es decir, yo cuento lo que yo quiero contar, y eso un poder que no se puede conseguir de otra manera.

En el libro también está el periodista que eres. Hay unos episodios que usas otro registro para contar sobre la guerra contra el narco. Alguna vez leí que dijiste que “de alguna manera esta guerra ha evitado que algunos adictos de dejaran ir con todo”. ¿Por qué?
La guerra contra el narco hizo que mucha gente que consumía drogas se replanteara sus costumbres. La degradación que existía ya en ciertos sectores era grave. Por ejemplo, en San Pedro de las Colonias, una comunidad cercana que tenía un aeropuerto clandestino, saltó a la fama fama cuando dos menores de edad murieron de una sobredosis de heroína. Eso se iba a convertir en un problema de salud pública, como es en Estados Unidos, y no tanto por la cocaína sino por la heroína que estaba circulando, cuando se suponía que aquí no pasaba nada.

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La marrana negra de la literatura rosa
Carlos Velázquez
Editorial: Sexto Piso
Páginas: 106

Pero hay casos como el de Portugal, donde se han combatido toxicomanías masivas precisamente legalizando, con tratamientos de rehabilitación, lográndose éxitos impensados. ¿Crees que la guerra contra el narco ha evitado realmente que la gente se drogue más?
Es un tema muy complejo, tenemos un problema de adicción muy arraigado por ejemplo con el crack, que ha terminado por desbancar a la cocaína y la marihuana. Evidentemente una legalización de las drogas sería beneficiosa en muchos sentidos, pero piensa en un cártel, el que quieras, que cruza dos toneladas de cocaína por la frontera, o cuatro de marihuana, y por eso gana tantos millones mensuales. Si se legaliza la coca o la marihuana, ¿crees que el cártel, que sabemos que nunca pierde, va a dejar de recibir esos millones? ¿Qué se va a quedar con los brazos cruzados? ¿Y sabe cómo los va a obtener? Lo que se necesita es que se respete el estado de derecho, que los criminales vayan a la cárcel, y recién podremos empezar a hablar de legalización. Pero claro que sería ideal. Además, nosotros como país, como productor de marihuana, recibiríamos unos ingresos gigantes.

Como el Perú y la coca.
Como California, que se está hinchando de dinero, y donde está ocurriendo lo impensable, que es que la gente de México, la que vive en la frontera está consumiendo marihuana californiana, cuando siempre ha sido a la inversa. Ellos han entendido el mercado, legalizaron la droga primero de manera medicinal y luego recreativa, pese a Trump, y se están convirtiendo en una potencia en la comercialización y llenando de billetes.

Volviendo al libro, mencionas a Hunter Thompson, pero ¿has leído otras memorias similares? ¿Existe una tradición al respecto en Latinoamérica?
Creo que libros como el mío no existen. No sé si en Latinoamérica, pero la literatura mexicana desde los ochenta ha empezado a tocar temas muy marginales, entre los cuales está incluida la droga. Libros en los que se hable sobre el tema hay muchos, literatura, periodismo, crónicas, pero de manera documental.

No desde adentro, digamos.
Así es.

El Pericazo está dedicado al uruguayo Gustavo Escanlar, para quien creo hay una deuda de parte de los lectores.
Sí, pero no porque él también cuente muchos sobre su consumo. Para mí es una figura muy representativa, no por su adicción, sino por su literatura. La alemana y Estocolmo son libros que tienen un altísimo valor.

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El karma de vivir al norte
Carlos Velázquez
Editorial: Sexto Piso
Páginas: 194

. Cuenta que estabas viniendo de un “divorcio” con la coca y se arruinó cuando viniste Lima. ¿Qué va a pasar ahora? ¿Vienes contento o con miedo?
Muy contento porque es una ciudad que a mí me encanta por todo. Por la comida, por el caos, obviamente por la cocaína. No, estoy tranquilo, nadando mucho… creo que pasearé, me la pasaré bien y no repetir lo de la vez pasada.

Tengo otra curiosidad: aunque El Pericazo es de otro registro, esa voz tuya tan reconocible desde La biblia vaquera, tan pop, pastiche, posmo, ¿es una cuestión de estilo o una necesidad de decirlo así?
Yo creo que tiene que ver con la formación. En México la literatura es centralista, y lo mío proviene de corrientes marginales de la literatura que hay en el norte, y se nutre de otras cosas, evidentemente de lecturas de autores gringos y de grandes escritores mexicanos “menores”, como José Agustín. Desde un principio estuve influido por la cultura pop y ciertos autores underground. Entonces es una cosa más que nada de formación, y termina imitando ciertos patrones estéticos.

Cuando yo era adolescente había muy pocas librerías. Y en las que había estaban los libros de Fuentes, de García Márquez pero no los de, por ejemplo, Thompson. Eso vino mucho después. Sin embargo ibas y comprabas la RollingStone gringa. Así la música y los referentes del pop fueron imposibles de sacar de lo que yo estaba haciendo.

Has dicho ahora que te confunde que haya gente que solo perciba el humor en tu obra. ¿Cómo te gustaría que te lean?
La verdad es que uno no tiene el control. Yo no estoy inconforme con lo que está pasando y te voy a decir por qué: porque mi trabajo es una cosa, la búsqueda formal es muy profunda, en los relatos sobre todo. Pero hay algo que pasa aquí en México: la literatura se muchas veces de manera sectaria, narradores leyendo a narradores, poetas a poetas, y muy pocos que logran escapar, digamos, de este nicho.

Endogámico, digamos.
Eso. Entonces que haya gente allá afuera, que no se dedica ni se interesa por la literatura y que que está leyendo tu libro… me ha pasado mucho, que personas que no tienen costumbre o formación lectora estén leyendo mis libros. Es muy bonito. Pero se acercan por eso que mencionas, porque los divierte, los hace pensar en todo el desmadre que está dentro de ellos… entonces no estoy como tan disconforme cómo la gente lo recibe. Mientras haya gente leyéndome me sentiré un privilegiado, hay otros autores que no tiene un público.

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La efeba salvaje
Carlos Velázquez
Editorial: Sexto Piso
Páginas: 136

Además, estupendo que con ese humor les estés mandando estos temas que quieres poner discusión.
Sí, pero sobre todo retratar personajes que no se retrataban. Antes, la literatura mexicana, hasta un poquito antes de los noventa, trataba solo sobre la clase media; es decir, parecía que la literatura del país estaba circunscrita a ese estrato. Hay muchísimas otras cosas sobre las que escribir y poco a poco se ha ido abriendo el abanico, y ya no toda literatura tiene que ver con una familia hacinada en un departamento en la Ciudad de México. Ahora hay estas historias como las que están en mis libros, de gente que es como nosotros, que no tiene oportunidades en la vida.

En algún momento mientras has cerrado El Pericazo has tenido traslapar su escritura con la de La efeba salvaje y con la novela que tienes en marcha.
Si, la novela que no he abandonada nunca. La efeba y El Pericazo casi se escribieron al mismo tiempo, fueron impresas con dos meses de diferencia.

¿Y cómo era saltar de una cosa a la otra. De la verdad a la ficción.
Escribir cuentos para mí es terapéutico porque puedo tener el control de todo lo que hago y es algo que manejo muy bien y en lo que tengo mucha experiencia. Todo el tiempo estoy pensando en mis cuentos. Eso, que es mucho trabajo para otros autores, para mí es como un descanso. Para mí lo difícil es hacer lo otro. Entonces, cuando estaba con mis memorias tóxicas y quería descansar, me ponía a escribir cuentos. Y cuando me hallaba recuperado, volvía.

¿Cómo te ves viviendo en diez años?
La verdad no me gustaría tener una vida longeva. No creo que ocurra.

¿Y escribiendo?
En diez años me veo con cinco o seis libros más. Me imagino dejando un volumen de cuentos completos de 600 u 800 páginas cuando ya esté del otro lado, cuando me vaya al otro lado del río…

Y entre los árboles.
Lo que está chido es que siempre haya editores que están dispuestos a perder dinero con lo que uno hace. Qué bueno sigue esa tradición, esa sana costumbre.

FERIA LA INDEPENDIENTE

El jueves 26 a las 19:00, en el Ministerio de Cultura (Av. Javier Prado Este 2465, San Borja), se presentará el libro El Pericazo Sarniento (Selfie con cocaína), de Carlos Velázquez. Comenta el autor Ezio Neyra. 

Programación La Independiente: 

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