Está de cumpleaños. A cada momento suena su celular con llamadas de amigos y colegas que lo quieren saludar. Luego se sorprenderá de tener ya 600 felicitaciones en Facebook. “Todavía estoy joven”, sonríe. Más allá de su edad y de su onomástico, de lo que prefiere hablar es de otro aniversario, el de Romanza, la institución que fundó un día de noviembre hace diez años, y que promueve la difusión de la música lírica en el Perú.
La celebración será en el Gran Teatro Nacional con la presentación de la zarzuela "Doña Francisquita", los días 25, 27 y 29 de noviembre.
Muchos lo conocen como experto en derecho constitucional y político, pero pocos lo identifican con la música clásica. ¿Cómo surge Romanza?
Romanza es un inicio y también una continuidad. Hace diez años, cuando Prolírica cumplió un ciclo importante de recuperación y difusión de la lírica en el Perú, nosotros decidimos crear Romanza para continuar con este estilo de difusión cultural y social. Como primera actividad rendimos homenaje al tenor Alejandro Granda. Queríamos resaltar los talentos locales, esas grandes voces representadas por el propio Granda, por Ernesto Palacio y Luis Alva; y continuada por Francesco Petrozzi y Juan Diego Flórez, y jóvenes como Andrés Veramendi [quien acompaña a Bernales durante esta entrevista].
Su amistad con Luis Alva nació hace muchos años. ¿Usted lo conoció en el colegio?
Yo estudié en La Salle. Había entonces un exalumno que era invitado siempre a los grandes acontecimientos de la vida escolar y nos deleitaba con su voz. Ese exalumno era el tenor Luis Alva. De manera que mi amistad nació de una profunda admiración por ese joven lasallano. Más tarde, nos volveríamos a encontrar porque yo he tenido siempre una gran vocación por la música culta, algo que me inculcaron mis padres desde muy temprana edad.
Ha contado que sus primeros recuerdos tienen que ver con su madre tocando en el piano “Para Elisa” de Beethoven. Su padre también era un aficionado…
Mi padre [el profesor Luis Bernales], además de operático, fue un gran criollo. Era amigo de Karamanduka [Alejandro Ayarza] y en mi casa —en el jirón Junín, en los Barrios Altos— para su cumpleaños se armaba una gran serenata. Venían conjuntos a tocar y mi padre bailaba la marinera limeña con una elegancia que ya quisiera yo tener [risas]. Creo que existe un gran parecido entre la música criolla clásica, de los años veinte y treinta, y ciertas partes de la zarzuela. Hay un vínculo interesante.
La zarzuela tiene un aire picaresco muy asociado a Lima…
La zarzuela tiene de todo. Hay zarzuela dramática, romántica, y también la que es comedia y picaresca, pues refleja el modo de ser del pueblo. En Lima hubo muchos compositores de zarzuela. Un centro de formación fue la casa de la gran maestra de música Rosa Mercedes Ayarza. La famosa obra "El cóndor pasa", de Alomía Robles, es una zarzuela; y en la Biblioteca Nacional existen registros de más de 200 zarzuelas limeñas.
Justamente, para este aniversario de Romanza presentarán "Doña Francisquita". ¿Por qué eligieron esta zarzuela?
Es un hecho simbólico. Fue el primer gran montaje que hicimos y lo queríamos reponer. Es una obra difícil porque es casi una ópera. Normalmente, una zarzuela necesita de un coro de 30 voces, pero esta necesita 60, además de una gran orquesta, ballet, una tuna, vestidos de época y escenarios muy grandes… Yo estoy muy contento porque es la primera vez que las dos voces principales serán interpretadas por cantantes peruanos. Francisquita será Ximena Agurto y Fernando será Andrés Veramendi. Él ha sido formado en Romanza y acaba de venir de un concierto en La Coruña, donde su interpretación de “La flor de la canela” fue lo más ovacionado entre óperas bellísimas. Me acaba de llegar el disco y lo escucharé más tarde.
De las obras que ha visto, ¿cuáles recuerda con más emoción?
He tenido la oportunidad de ver a Pavarotti cantando "La Bohème", en la Ópera de París… En una parte del segundo acto los protagonistas simulan comer en una gran mesa. Yo estaba en el tercer piso y con catalejos veía toda la escena. Entonces me di cuenta de que Pavarotti comía de verdad. Abrió un gran pan baguette y lo embadurnó con queso camembert. Comía y cantaba a la vez. Era increíble. Hasta sus compañeros lo miraban asombrados.
Su colección de música clásica es impresionante. ¿Sabe cuántos discos tiene?
No, ya perdí la cuenta. En 1987 tuve la suerte de que las Naciones Unidas me nombraran relator especial de la Comisión de Derechos Humanos en Ginebra, y cumplí misiones en distintas partes del mundo… Mire usted mi colección: el 80% proviene de Italia, Suiza, Bélgica, Francia, España, Estados Unidos, Canadá. Y no solo compactos, también hay elepés, aparte de los discos de Romanza.