Comparto algunas reflexiones éticas o mínimos fundamentales y urgentes que todos deberíamos tener claros para afrontar un desafío colectivo como la pandemia producida por el coronavirus (COVID-19).
Un problema común requiere una respuesta común
Existen situaciones graves como guerras, desastres naturales o, como intensamente vivimos estos días, pandemias que requieren respuestas conjuntas. Que quede claro: son problemas colectivos. Las respuestas también deben serlo. No sirven, no ayudan, las estrategias individuales a las que el juego del libre mercado o cierto darwinismo social nos tienen acostumbrados. Si te enseñaron que solo los fuertes sobreviven, no es así. El principio darwiniano sugiere que sobrevivir requiere la adaptación al entorno, y la mejor estrategia de adaptación parece ser la acción colectiva.
La primera tarea consiste en cuidar de sí
Aunque pareciera contradecir lo anterior, cuida de ti y de tu grupo más cercano. Evita el contagio así sea que posees las mejores defensas. Al menos así no lo trasmitirás. Siendo verdaderamente responsable de tu vida, lo serás del resto. El criterio sigue siendo el cuidado de todos, pero a través de ti. Lávate las manos, no salgas innecesariamente, obedece las instrucciones de las autoridades, etc.
Limito mi libertad por valorar la libertad de otros
Rara vez se justifica restringir las libertades fundamentales. Una situación de cuarentena limita razonablemente algunas de ellas, pero no todas. Por ejemplo, nadie nos impide seguir pensando y opinando. Incluso podemos criticar al gobierno, aunque las críticas debieran ser constructivas. En cambio, las libertades de tránsito y reunión sí que se han constreñido. Se nos pide algo simple: permanecer en casa y aislados a menos que una necesidad fundamental nos obligue a lo contrario. Los liberales más radicales aceptan restricciones a las libertades únicamente si dañan a otros. Pues bien, este es el caso: circular a mi antojo o reunirme con mis amigos se ha convertido en riesgoso para todos.
Prioricemos la salud antes que la economía
El confinamiento domiciliario por una pandemia afecta las actividades económicas. Por ejemplo, disminuye severamente el gasto en centros comerciales, restaurantes, hoteles, viajes, etc. ¿Qué importa más, crecer económicamente o proteger a la población, especialmente a sus miembros más vulnerables, de una pandemia? Es la pregunta odiosa que muchos nos hemos hecho y cuya respuesta, algunos no se atreven a compartir en público. Para mí está claro. Espero que para ti también.
Compartamos como personas y Estado
Conviene recordar un principio de la tradición cristiana enunciado por Tomás de Aquino: “In extrema necessitate, omnia sunt communia”, es decir, en extrema necesidad todo es común o todo es de todos. Es razonable. No lo descartes por no ser cristiano o sonarte comunista. Se trata de compartir lo que tenemos como individuos y como Estado, mucho o poco. Por supuesto, quien más tiene está en posición de compartir más. Pero al menos todos evitemos acaparar y saquear. Tal vez tú y yo podemos hacer algo por un vecino u otra persona quien, por su pobreza, enfermedad o avanzada edad, requiere asistencia. Con precauciones mutuas, si puedes ayudarlo, hazlo. Ofrécete de voluntario. Que nadie se sienta solo u olvidado. A ti tampoco te gustaría estarlo.
Tengamos presente a los más vulnerables
Tal vez es momento de ensayar propuestas innovadoras como la Renta Básica Universal: entregar un dinero mínimo a toda la población. Por si no lo sabías, es una idea sensata que hace más de veinte años viene discutiéndose. Se puede implementar al menos una versión parcial solo para las personas cuyo ingreso económico es diario y lo gastan inmediatamente. Varios gobiernos lo están analizando. Seguramente la implementación del mecanismo, imagino fácilmente, traerá varios problemas. Pero solucionaría la subsistencia inmediata y es un deber moral que nadie muera de hambre o por falta de acción. Además, garantizaría que efectivamente no quiebren la cuarentena para salir a ganarse la vida. La medida reúne justicia y eficiencia.
Actuemos con responsabilidad, no con pánico
Resulta difícil equilibrar seriedad y calma. El mensaje de actuar con cuidado y prevención ha generado pánico en algunos, quienes se han volcado hacia las compras compulsivamente. He leído quince artículos sobre por qué el papel higiénico se ha tornado tan codiciado, pero ninguno ofrece una explicación convincente. Así de irracionales e irresponsables reaccionamos algunos. Esto solo producirá más desorden, pánico y desabastecimiento. Actuemos como nos gustaría que los demás también lo hagan.
No importa cuántas medidas tome el Gobierno, ni el número de policías que vigilen, ni la gravedad de las sanciones si no asumimos responsable y solidariamente nuestro rol ciudadano. Situaciones excepcionales requieren de personas éticamente extraordinarias. Son los momentos de crisis los que nos permiten ver quiénes somos en realidad y quiénes deseamos ser.
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