La pandemia que padecemos hoy no es solo un problema de médicos y microbiólogos. Sin duda, hacen un trabajo imprescindible en la primera línea de contención, en medio de precariedades, pero solos no podrán. Se requiere, durante y después de controlar el virus, del trabajo articulado, intenso y creativo de muchas especialidades: de profesionales de ciencias de la salud; ingenieros; psicólogos sociales; expertos en políticas públicas, en defensa y seguridad nacional, en educación, en gestión cultural; y de artistas.
La OMS publicó en noviembre de 2019 un informe que sintetiza los hallazgos de más de 3.000 estudios científicos y 950 publicaciones de los últimos veinte años sobre la relación entre las artes y la mejora de la salud. Las conclusiones son contundentes: las artes —práctica y consumo— tienen una enorme incidencia en la prevención, la promoción de la salud, el manejo y tratamiento de enfermedades a lo largo de la vida.
Para alcanzar objetivos comunes
Lo que se intuía a partir de experiencias empíricas ahora ha sido estudiado con metodologías científicas diversas basadas en la evidencia: cantar, tocar instrumentos, danzar, representar roles dramáticos, pintar, crear historias para compartirlas y recrear mundos con la imaginación valiéndose de lenguajes simbólicos refuerza el bienestar, fortalece la salud y previene contra enfermedades en la medida en que fortalece el sistema inmunológico.
En esta emergencia sanitaria, se requiere que todas las personas actuemos responsable y empáticamente como un cuerpo orgánico, subordinando diferencias, para conseguir objetivos comunitarios. Eso es cohesión social. Hoy la requerimos con creces. Pero eso no se logra con pastillas ni con decretos supremos —aunque sean pertinentes los dados hasta ahora por el Gobierno—, sino a través de la cultura.
La OMS es concluyente: las artes (especialmente las prácticas musicales) han demostrado sus efectos sobre las conductas, pues mejoran los niveles de oxitocina, lo que genera un fortalecimiento de los vínculos sociales. Promueven la liberación de opioides endógenos, mecanismos subyacentes a la sensación de comunión social, justo lo que requerimos ahora, entre otras cosas.
Oído a la música
Aunque apenas vamos conociendo el nuevo coronavirus, es consenso que su letalidad es mayor en personas con enfermedades preexistentes. El vasto informe de la OMS sostiene que las artes ayudan a los pacientes en el manejo del cáncer, diabetes, enfermedades cardiovasculares y respiratorias que, justamente, son las comorbilidades mortales en esta emergencia. Se ha demostrado que cantar y oír música produce mejoría en personas con enfermedad pulmonar obstructiva crónica, contribuye a controlar la disnea severa (Ergin E, Sagkal Midilli T, Baysal E.), y ayuda, incluso, en casos de fibrosis quística (Irons, J.Y; Kenny, D.T; McElrea, M; Chang, A.B).
La OMS concluye que las atenciones médicas que incorporan las artes en sus prescripciones sugieren un retorno social de inversión para los sistemas de salud gracias a que reducen la necesidad de servicios de infraestructura sanitaria y del ingreso hospitalario de emergencia por incidir en mejoras de la salud mental, del dolor crónico y de varias afecciones complejas, además de la sensación de bienestar que proveen a los pacientes.
La importancia transversal de las industrias creativas (aportan alrededor del 3 % del PBI mundial) deberá tenerse presente cuando empecemos a rehacer la comunidad, cuando aceptemos que en nuestro obligado encierro estas nos han acompañado y sostenido más que el papel y el gel antibacterial que habíamos acumulado. Las artes nos han permitido, a través de la reflexión, la emoción y el asombro, sobrevivir, solidaria, humanamente, para volver a empezar.
Salud y disciplinas artísticas
- El informe de la Organización Mundial de la Salud se puede ver en shorturl.at/vzMR2.
- El informe es una síntesis de hallazgos de más de 3.000 estudios científicos.
- Programas de circo social devuelven US 7 por cada US 1 invertido a través de reducciones en el costo de tratar la ansiedad y la depresión.