Julio César Zavala Vega es escritor, poeta y librero. Conversamos con él a propósito de su primer libro. (Fotos: ALESSANDRO CURRARINO/EL COMERCIO)
Julio César Zavala Vega es escritor, poeta y librero. Conversamos con él a propósito de su primer libro. (Fotos: ALESSANDRO CURRARINO/EL COMERCIO)
/ ALESSANDRO CURRARINO
Marco Gonzales Peralta

Dice Julio Zavala (Lima, 1981), uno de los libreros más conocidos de Lima, que la historia que da pie a su primer libro se la contó un submarinista chorrillano. En un inicio le pareció una leyenda: un navío hundido en el mar de de Lima el 16 de julio de 1821. Con el tiempo, el estudiante de filosofía y hoy gerente general de la librería Escena Libre, descubrió que el hecho era real y le pareció una metáfora poderosa: el barco que venía a independizarnos terminaba hundiéndose en el mar. Así surgió el poemario Inevitable catástrofe / naufragio nacional (Objeto Profano Ediciones, 2021).

Con este libro, Julio Zavala quiso contar de manera poética el naufragio que somos como sociedad. Y lo logra.

El libro tiene un doble título con cuatro palabras que podrían intercambiarse, ¿Cuál es tu balance de los 200 años de república?

Creo que no ha pasado mucho, las elecciones últimas han demostrado que esa diferencia entre Lima y las provincias, como existía en el virreinato, un poco se mantiene. Esta cuestión me hizo preguntarme sobre las muchas independencias: ¿en qué momento se independizaron los afrodescendientes?, ¿en qué momento se independizaron los migrantes chinos?, ¿en qué momento se independizaron las mujeres?, ¿qué estamos celebrando en este bicentenario? ¿el hundimiento de una nación? ¿un país que nació hundido desde su mismo propósito de creación? Creo que el bicentenario nos sirvió más como recuento de este intento de república que hemos tratado de trazar todo este tiempo. Es una metáfora que días antes de la independencia, el 16 de julio, el barco que venía a independizarnos se hundía.

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El libro echa mano de ciertos episodios de la historia nacional para hacer una reflexión colectiva que luego se torna intimista.

Al inicio, mi idea era narrar la historia del naufragio del “Cumberland” después llamado “San Martín”… Eso me hizo ir reflexionando sobre la vida misma. En un momento, los personajes terminaron secuestrándome y me hicieron pensarme a mí mismo; desde allí empezó a nacer el intimismo, pues logro reconocerme en ellos.

¿Pero crees que la gente pueda vivir liberada del peso de la historia?

No hay una sola historia, hay diversas narrativas que dependen de lo que nos van contando para tratar de justificar la realidad. Durante un viaje a Cajamarca, recuerdo que el guía nos hablaba de cómo los españoles nos robaban el oro; hay una especie de revanchismo histórico cuando te cuentan su versión. No sé si te ha pasado, pero siempre hay gente que te cuenta que Velasco le estatizó la hacienda, le quitó las tierras; esas narrativas personales están muy amarradas a la historia del Perú. Sí, los sucesos históricos cambiaron el devenir del Perú y particularmente de las familias.

En “Carta a la hija del capitán” hay un verso que dice: Poseo la tormenta que abandono en el barco. ¿Hay muchos barcos-familias lidiando con tormentas en nuestra época?

Ese poema está dedicado a mi hija. La imagen de ese barco que se bambolea recuerdo haberla leído en un poema de Alejandro Susti, quien contaba la historia de su familia que vino de Italia; esa imagen me pareció muy poderosa pues nosotros también somos esa familia que se bambolea en el barco, hemos tenido que ir lidiando más allá del contexto político porque la familia tiene que sobrevivir. Creo que los latinoamericanos estamos marcados por esos vaivenes que siempre han tratado de hacer naufragar a la sociedad y a la familia en singular.

Hay un poema para María Andrea Parado en el que se omite el complemento de su apellido. ¿Por qué elegiste su figura para escribirle un harawi?

Siempre me pareció muy particular su biografía. Mi familia materna es de Ayacucho y siempre que iba veía la imagen de María Parado quien está retratada en muchas plazas; la veía como una especie de abuela. En el poema me pongo en el lugar del viudo: ¿Cómo le voy a contar a nuestros hijos lo que te ha pasado? Él sale libre de los cargos y ella es sentenciada, torturada y finalmente fusilada. El sacrificio de esa madre me pareció oportuno para homenajear el sacrificio de muchas madres por su familia.

Julio César Zavala Vega es escritor, poeta y librero. Conversamos con él a propósito de su primer libro. (Fotos: ALESSANDRO CURRARINO/EL COMERCIO)
Julio César Zavala Vega es escritor, poeta y librero. Conversamos con él a propósito de su primer libro. (Fotos: ALESSANDRO CURRARINO/EL COMERCIO)
/ ALESSANDRO CURRARINO

En el “Poema defectuoso el pareado final dice: La mosca y la araña / El poeta y la palabra. ¿Es toda una declaración de principios de tu oficio?

Sí, creo que estamos viendo la poesía con cierta seriedad y la solemnidad nos termina llevando a lugares inciertos. Pero en el arte la solemnidad termina siendo aburrida muchas veces. Escribiendo el libro, sentí que no quería hacer un manifiesto sobre la historia del Perú sino contar de manera poética el naufragio que somos como sociedad, por eso quise romper un poco la solemnidad de la primera parte del libro.

Escribes el verso final del poemario: La abarrotada nación contempla el progreso / Y saca un dudoso ticket para su próxima inclusión. ¿Qué clase de progreso le espera al Perú en un futuro próximo? ¿A qué costo?

Quise que tuviera un final feliz, curiosamente. Fue justo antes de las elecciones donde estábamos viviendo momentos de bipolaridad y quería mirar esa incertidumbre sin fatalismo; pero es verdad que soy escéptico. El verso final tiene mucho de esperanza, pero no de realidad.

El libro tiene como uno de sus modelos a Un Iceberg llamado poesía de Pablo Guevara

Totalmente. Leer La Colisión: Ópera Marítima en 5 actos [Un Iceberg llamado poesía es el primero de los libros] fue para mí una forma de ver que la poesía podía tener otro lenguaje. Es un libro muy arriesgado donde hay teoría literaria, lingüística y filosofía. Quise mucho a Pablo, fue un gran amigo, uno de esos maestros que te marcan la vida.

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