Lowry en 1946. Su dipsomanía lo llevó a ser considerado un ‘escritor maldito’. [Foto: Archivo]
Lowry en 1946. Su dipsomanía lo llevó a ser considerado un ‘escritor maldito’. [Foto: Archivo]



¿Un nuevo Santo Grial de las letras? Al cabo de 70 años y contra toda esperanza, circula una versión de Rumbo al Mar Blanco, la mítica novela de Malcolm Lowry que se creía definitivamente perdida. En cierta manera, es como si el manuscrito hubiera resurgido de sus cenizas, ya que había sido devorado por el fuego.

El 7 de junio de 1944, la cabaña de la playa de Dollarton (cerca de Vancouver, Canadá) en la que vivía el escritor británico con Margerie Bonner, su segunda esposa, ardió hasta sus cimientos. Ella se lanzó en medio del incendio y consiguió salvar los originales de Bajo el volcán, la novela que tantos desvelos le había causado a Lowry y que a la postre significaría su consagración literaria. Él, a su vez, intentó rescatar otra de sus obras en marcha, Rumbo al Mar Blanco, pero no tuvo la misma suerte. Una viga se desplomó sobre su espalda, causándole serias quemaduras, y debió ser arrastrado fuera de la vivienda en llamas. Lowry lamentaría esta pérdida por el resto de sus días.

Cabe señalar que el novelista no era ajeno a esos incidentes. Su inestabilidad emocional y una arrolladora dipsomanía hicieron de su vida una constante zozobra. Y, entre tantos viajes y mudanzas, sus manuscritos a menudo se traspapelaban o extraviaban, olvidados en casas de amigos y otros domicilios transitorios. Peor aun, el rechazo de las editoriales a las que enviaba sus trabajos lo impelía a realizar incesantes correcciones y enmiendas, sacando partes de una versión que luego empataba con otros fragmentos, dando lugar a textos embrollados y sin copias de respaldo.

Estos descuidos avivaron la leyenda sobre la fatalidad que perseguía al escritor. Así, se rumoreaba que había abandonado en un taxi el único ejemplar mecanografiado que poseía de su primera novela, Ultramarina. Más tarde, se descubriría que la historia era apócrifa, pero las circunstancias encajaban con su prontuario y le achacaron la responsabilidad. En realidad, el imprudente había sido su editor, a quien le robaron el maletín donde guardaba el texto del asiento de su convertible, mientras paladeaba un trago en el pub de enfrente (¡el alcohol siempre se cruzaba en el destino de Lowry!). El pobre letraherido se quedó devastado. Sin embargo, en esta ocasión, los hados le fueron propicios. Un amigo que lo había alojado mientras revisaba el manuscrito encontró, milagrosamente, en el tacho de basura, una copia al carbón que su huésped había desechado y que le serviría para reconstruir la novela.

El escritor en su casa de Dollarton, en 1945. Un año antes, la cabaña que tenía se incendió, y el manuscrito de "Rumbo al Mar Blanco" se perdió en el fuego. [Foto: colección Malcolm Lowry, University of British Columbia Library]
El escritor en su casa de Dollarton, en 1945. Un año antes, la cabaña que tenía se incendió, y el manuscrito de "Rumbo al Mar Blanco" se perdió en el fuego. [Foto: colección Malcolm Lowry, University of British Columbia Library]

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El itinerario vital del escritor abunda en peripecias y calamidades por el estilo, lo que le valió un estigma de maldito que, a la larga, ha atentado contra una correcta evaluación de sus aportes literarios. Por otra parte, el gran calado de Bajo el volcán (1947), que ha sido reconocida como una de las novelas capitales del siglo XX, ha llevado al equívoco de encasillar a Lowry como autor de un solo libro. Es verdad que Ultramarina (1933) palidece ante su obra maestra, pero se trata de una novela de juventud, escrita antes de cumplir los 24 años. Y, a pesar de sus debilidades, marcó el despegue de un proyecto narrativo cuya ambición y profundidad le exigirían superar sus propios límites. De ahí que la entrega y tenacidad con que Lowry abrazó su vocación sean admirables, sobre todo si tomamos en cuenta los tormentos cotidianos que le infligía su atroz dependencia del alcohol. Prueba de ello son los numerosos escritos (relatos, novelas y poemas) hallados después de su muerte, acaecida en 1957, en vísperas de celebrar sus 48 años. Su difusión póstuma, a cargo de especialistas, ha ampliado el corpus de su producción y abierto nuevos horizontes para calibrar debidamente su legado.

Rumbo al Mar Blanco (Malpaso, Barcelona, 2017) es una pieza clave de este testamento literario y constituye el eslabón perdido entre Ultramarina y Bajo el volcán. Lowry le dedicó nueve años de intensa labor y jamás superó su destrucción. En esa etapa de su trayectoria, ya jugaba un rol fundamental dentro de sus planes creativos y constituía la tercera parte de una trilogía dantesca que había denominado “El viaje que nunca termina”: Bajo el volcán representaba el infierno; Lunar Caustic —que se conoce en español como Piedra infernal— correspondía al purgatorio; y Rumbo al Mar Blanco simbolizaba el paraíso. Lowry empezó a escribirla a mediados de la década del treinta y le mostró el borrador a su mentor, Conrad Aiken, durante una visita suya a Cuernavaca en 1937. Entusiasmado, el poeta y narrador estadounidense comentó: “Estoy leyendo la novela de Malcolm; es extraña, profunda, laberíntica, increíblemente jugosa. ¡Dios, vaya genio! ¡Qué maravilla! ¡Qué delicia sumergirse en su extraordinaria belleza, en la densidad táctil de su prosa!”.

Lowry continuaría trabajando incansablemente en Rumbo al Mar Blanco, a tal punto que el manuscrito sumaba un millar de hojas cuando fue pasto del fuego aquella infausta mañana de 1944. Abatido y descalabrado, no intentó reescribirla, quizá porque le parecería imposible igualar el nivel de depuración que había alcanzado tras un proceso tan arduo y largo. Por ello, es importante advertir que la versión que hoy se ha publicado data de 1936 y que su extensión equivale a casi una cuarta parte del texto que se quemó. En consecuencia, no resulta descabellado suponer que la novela, en su último estado de composición, había progresado significativamente y difería bastante de aquel esbozo preliminar. Por desgracia, nunca sabremos si Lowry había logrado satisfacer sus expectativas y cincelado otra magnum opus, a la altura de Bajo el volcán.

El libro fue publicado en el 2014 por la Universidad de Ottawa y la versión en español acaba de aparecer bajo el sello de Malpaso.
El libro fue publicado en el 2014 por la Universidad de Ottawa y la versión en español acaba de aparecer bajo el sello de Malpaso.

De corte autobiográfico, Rumbo al Mar Blanco presenta a un joven estudiante de Cambridge con inclinaciones literarias que, al pretender escribir sobre su experiencia como grumete (suceso que Lowry describió en Ultramarina), se percata de que existe una novela de un autor noruego que narra la misma historia. Las coincidencias son tan grandes que abriga la sospecha de que su obra en ciernes y aun su propia existencia ya han sido “escritas” por él. Obsesionado por esta dualidad, decide embarcarse de nuevo para buscarlo en Oslo y poder dilucidar tan extraña situación. Como de costumbre, Lowry apela a sus propias vicisitudes para construir a su personaje y nos remite a su relación con el narrador noruego Nordahl Grieg, a quien se empeñó en conocer y fue una influencia esencial en sus comienzos. En esa perspectiva, Rumbo al Mar Blanco se inscribe en el subgénero de la novela de formación artística (Künstlerroman), que explora la intrincada y misteriosa confrontación que se establece entre la vida y la creación.

En principio, la propuesta no podía ser más atractiva. Lowry aborda temas caros a él como la aventura del mar, la intrusión del doble o la problemática del suicidio, además de los conflictos inherentes al oficio de escritor. Sin embargo, la novela naufraga por su falta de equilibrio. En su afán por ahondar en las contradicciones del comportamiento humano y analizar su deriva trágica, Lowry indaga en aspectos filosóficos, históricos y estéticos que reiteran sus preocupaciones, pero sobrecargan el discurso. Las constantes alusiones cultas, directas o veladas, abruman al lector y alteran el ritmo de la trama. Desde luego, hay algo deslumbrante en esa desmesura y en la voluntad de aprehender las múltiples facetas de la realidad. No obstante, el bombardeo de ideas satura y menoscaba la fuerza emocional que, en nuestra opinión, debe prevalecer en una novela.

Por supuesto, mal haríamos en descalificar al autor por una obra tan embrionaria e inacabada. El manuscrito que se ha divulgado no es más que un material primigenio, una copia de trabajo que pertenece a una fase creativa en la que el narrador tantea el camino a seguir y todavía tiene mucho que probar, desechar y replantear. Lowry se esforzó y pulió la novela hasta el hartazgo ocho años más. Naturalmente, ignoramos cuánto mejoró el texto, aunque sabemos que creció considerablemente en ese lapso (de 265 a mil páginas), lo que permite especular que el plan inicial sufriera cambios y se desarrollaran personajes y episodios que no estaban contemplados en el borrador que ha llegado a nuestras manos.

Malcolm Lowry se casó dos veces, en 1934 con la ex estrella de Hollywood Jan Gabrial  y en 1939 con la escritora Margerie Bonner.
Malcolm Lowry se casó dos veces, en 1934 con la ex estrella de Hollywood Jan Gabrial y en 1939 con la escritora Margerie Bonner.

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En lo que concierne a la recuperación del documento, el mérito es de Jan Gabrial, la primera esposa de Lowry. El 2000, un año antes de morir, dio a la imprenta un libro de memorias. Allí, entre otras confidencias, reveló que atesoraba una versión temprana de la novela desaparecida. De acuerdo con su testimonio, en 1936 viajó con Lowry a México desde Nueva York. Al dejar esta ciudad, el escritor le confió a su suegra una copia al carbón de Rumbo al Mar Blanco. En 1944, cuando sobrevino el incendio, la pareja ya se había divorciado y Jan había perdido todo contacto con su exmarido. El manuscrito permanecería guardado en casa de su madre durante varias décadas hasta que finalmente decidió recobrarlo. En 1991 lo transcribió en limpio con miras a una eventual publicación, pero esta no se concretó. A raíz de su fallecimiento, el ejemplar fue entregado a la Biblioteca Pública de Nueva York, de donde ha sido rescatado por un equipo de estudiosos que ha emprendido un proyecto de ediciones críticas de Lowry.

El volumen, estupendamente anotado, fue lanzado el 2014 por la Universidad de Ottawa. La versión en español de Malpaso ha simplificado el título original (In Ballast to the White Sea), que debería haber sido traducido como “En lastre hacia el Mar Blanco”. La expresión “en lastre” alude al barco que navega sin la carga de mercancías habitual. Si bien se han conservado las notas —muy útiles para comprender las citas y referencias crípticas de Lowry—, se ha prescindido de una interesante introducción y tampoco se han consignado los nombres de los editores. ¿Acaso se ha querido soslayar el carácter de edición especializada de Rumbo al Mar Blanco? Sea como fuere, es poco probable que atraiga a un público más amplio. Dadas las peculiaridades que hemos expuesto, este hallazgo literario está destinado a los fanáticos incondicionales del escritor.

Si la novela aspiraba a recrear el paraíso, pues queda claro que no hay trazas de él. Tal vez Malcolm Lowry solo podía concebir versiones ilimitadas de su infierno personal.

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