Orhan Pamuk es el invitado especial del #HayFestivalArequipa de este año. Tiene programada una charla con Peter Florence, director fundador del Hay Festival, el sábado 9 de noviembre.
Orhan Pamuk es el invitado especial del #HayFestivalArequipa de este año. Tiene programada una charla con Peter Florence, director fundador del Hay Festival, el sábado 9 de noviembre.
/ OZAN KOSE, OZAN KOSE
Katherine Subirana Abanto

Google tiene el dato exacto: el escritor turco Orhan Pamuk (Estambul, 1952) tiene 15 publicaciones en su haber, entre novelas, ensayos y un libro de memorias. Cuando recibió el premio Nobel de Literatura, el año 2006, acababa de publicar este último bajo el título de Estambul: ciudad y recuerdos. Se trata de una hermosa semblanza en la que homenajea sus recuerdos y experiencias en los rincones de su ciudad natal. A pesar de la hermosa figura de Estambul que nos regala en ese libro, asegura no estar enamorado ni obsesionado con ella. “Mi intención siempre fue escribir sobre la humanidad, como todos los escritores. Pero me crucé con la humanidad en Estambul”, dice en la conversación que concedió a este suplemento vía Skype. “Soy una persona normal que escribe sobre la ciudad en la que vive. A veces me gusta mucho mi ciudad, a veces tengo problemas con ella. Estambul me hizo y, por eso, he escrito sobre Estambul toda mi vida”, añade.

Desde su infancia soñó con convertirse en artista y hasta los 22 años se dedicó a la pintura. Después de graduarse del secular American Robert College en Estambul, estudió Arquitectura en la Universidad Técnica de Estambul por tres años, pero abandonó esta carrera para dedicarse a las letras, por lo que terminó graduándose en Periodismo en la Universidad de Estambul. Sin embargo, Pamuk nunca trabajó como periodista y, a la edad de 23 años, decidió convertirse en novelista, como está escrito en la presentación de su página web: “Dejó de lado todo lo demás, se retiró a su departamento y comenzó a escribir”. “Cuando empecé a escribir novelas, en 1970, no había muchos lectores, fue muy difícil para mí publicar mis primeros libros en Turquía. Pero fui persistente, siempre creí en la literatura”, cuenta. Y añade que, por supuesto, sigue creyendo.

Las historias que plasma en sus libros están ambientadas en su país y se nutren de la historia y los conflictos que ahí se desarrollan, pero que no están deslindados de situaciones más universales como los conflictos identitarios. Y, en ese sentido, durante nuestra conversación, Pamuk habla de ello poniendo de ejemplo tres de sus trabajos: Una sensación extraña (2014), la historia de un vendedor que vende comida en la calle de Estambul por 40 años y los cambios en la sociedad turca vistos desde una clase social poco privilegiada; El museo de la inocencia (2008), una historia de amor que ocurre entre 1974 y el final del siglo XX, que explora las obsesiones de los hombres de la clase alta; y El castillo blanco (1985), en el que se acerca al este y oeste, y explora la identidad turca o islámica cuando esta se enfrenta con otras.

La reunión virtual fue breve. Superados algunos problemas de conectividad, hablamos un poco del mundo real, del virtual y, por supuesto, de la ficción que nos ayuda a mantenernos vivos.

¿Cuál cree que es el valor del libro tradicional en la actual sociedad tecnológica?

En la época en la que empecé a escribir, no había televisión. Ni un solo canal. Y cuando publiqué mi primera novela apareció la televisión. Entonces, la gente me decía: “Ahora hay televisión; ya nadie está leyendo”. Y ahora mucha gente continúa quejándose: “Hay televisión, hay internet; la gente ya no lee más”. Estas son excusas para la gente a la que no le gusta la literatura. Cuarenta años atrás, la gente vaticinaba que no habría más lectores, mientras yo, con energía y placer, escribía mis novelas, que ahora han sido traducidas a 73 idiomas. Soy un escritor feliz que ha sido leído, cuyos libros han sido leídos. Y quizás sí, algunas personas usan la excusa de la televisión o internet para no leer libros, pero creo que las nuevas generaciones están hambrientas de literatura. Creo que la humanidad quiere leer. Necesita de la literatura.

Usted ha dicho que cuando eligió ser escritor sabía que estaba optando por una vida solitaria, pero el Nobel de Literatura le ha dado muchísima exposición. ¿Cómo lidia con ella?

Al principio, todos los escritores, todos los artistas, son solitarios. Y muchas personas se burlan de ellos porque no son famosos. Trabajas, trabajas, trabajas...y de repente eres famoso y todos quieren hablar contigo. Pero, si quieres ser un escritor, tienes que saber estar de nuevo solo en el cuarto. Si quieres ser un buen escritor, tienes que ser solitario, y no es difícil, solo cierra la puerta, no respondas el teléfono, no mires tu e-mail todo el tiempo. Entonces estás solo y escribes lo que quieres. ¿Cómo lidiar con la fama? Alguna gente gana el Premio Nobel y finge que no es feliz. Yo soy feliz con mi Premio Nobel porque me trajo nuevos lectores, nuevos idiomas y me siento más responsable. Si hay algo de lo que puedo quejarme, es de la política. Porque todos me ven como alguien para comentar los temas políticos.

El 10 de diciembre de 2006, Orhan Pamuk recibió el Nobel de Literatura de manos del rey Carlos XVI Gustavo de Suecia.
El 10 de diciembre de 2006, Orhan Pamuk recibió el Nobel de Literatura de manos del rey Carlos XVI Gustavo de Suecia.

Es inevitable hacerle preguntas sobre actualidad política, sobre todo porque Turquía es un país que, en este lado del mundo, muchas personas no entienden muy bien. Por ejemplo, Turquía no forma parte de la Unión Europea. ¿Cree que en algún momento llegue a hacerlo?

Mirando el panorama completo, la situación no se ve bien. Turquía está eligiendo estar sola. Y no sé por qué lo están haciendo. La guerra en Siria ha puesto en jaque a muchas naciones. Lo que está pasando en Siria y Turquía no es un problema de la Unión Europea o de Estados Unidos. Quizá no hay un entendimiento de tolerancia, un entendimiento de paz. Parece que la gente está más dispuesta a resolver problemas con tanques y armas.

Usted ha condenado públicamente los genocidios kurdo y armenio, y eso le trajo muchos problemas en su país. El último premio Nobel, Peter Handke, tiene problemas porque lo acusan de avalar el genocidio serbio...

Prefiero no responder esa pregunta.

Se ha declarado gran admirador del boom latinoamericano. ¿Cómo influyeron los escritores del boom en usted? ¿Qué piensa de Mario Vargas Llosa ahora?

Leí los libros de los escritores del boom cuando fueron traducidos al inglés o al turco. Y, definitivamente, ellos me inspiraron. Fácilmente, puedo identificarme con García Márquez, Rulfo, Borges, Mario Vargas Llosa, todos escritores que admiro y respeto. Lo que los hace importantes para mí no es que no sean americanos o europeos, sino que usen todas las técnicas experimentales modernas, el monólogo interno, el flujo de consciencia, la fantasía, los recuerdos..., mucho dadaísmo y surrealismo. Fueron innovadores como los pintores surrealistas. Fueron radicales en su literatura. Y, con toda su inventiva, fueron además exitosos, cambiaron el mundo de la literatura. Yo era un chico turco que leía a los latinoamericanos y pensaba: “Wow, yo también puedo hacer eso desde acá, desde Turquía”. Y lo hice representando las peculiaridades turcas, usando técnicas modernas y posmodernas usadas por los latinoamericanos. Su éxito, su inventiva, fueron muy importantes.

Sus historias nacen en Estambul, pero sus temas y sus lectores son universales. Cuando escribe, ¿cómo imagina usted a ese lector universal al que se dirige?

Todos los escritores pensamos en los lectores universales. Mi hermano, mi madre, mis amigos, definitivamente, van a leer mis libros, pero estos también han sido traducidos a más de 70 idiomas. Una de las preguntas que más me hacen es para quién escribo, habiendo sido traducido a tantos idiomas. Hacen esta pregunta porque parte de mis novelas están basadas en la identidad nacional. Bueno, yo digo: “Estoy escribiendo para todos”.

Una vez dijo que Ana Karenina era una de las mejores novelas escritas. Ana Karenina no sería una mujer aceptada en Turquía.

Una novela es buena no porque el personaje haga esto o lo otro. Ana Karenina es una gran novela no porque Ana haga una cosa y otra, sino porque cada oración, cada párrafo, son hermosos y están muy bien escritos. Puedo decir lo mismo de Madame Bovary.

Le preguntaba por el personaje de Ana Karenina para entrar al tema de cómo se ve a las mujeres en Turquía, una sociedad abiertamente machista.

Sí, bueno. Escribí sobre este tema en mi novela El museo de la inocencia. Sobre el sexo antes del matrimonio y cómo el concepto de virtud está en un pedestal. Turquía no es un buen lugar para las mujeres. Hay, definitivamente, mucho camino por andar.

En su última novela, La mujer del pelo rojo, habla, entre otros temas, de un hombre que se torna la figura paterna de un muchacho ante el padre ausente. Es inevitable no relacionarlo con su propia historia, pues usted siempre ha dicho que su padre fue una figura ausente.

Sí, pero también es en parte la historia de un padre acongojado. Sí, fui criado por un padre que no estaba presente mucho. Él solía salir y desaparecer, quizás con otras mujeres. Es difícil hablar de esto ahora que está muerto. Pero me gusta resaltar que él siempre fue un gran libertario, una persona muy tolerante. Mi padre leía a Jean-Paul Sartre y Albert Camus; aprendí mucho de él. Aprendí muchos valores liberales occidentales de él.

Y ahora usted es padre. ¿Qué retos supone criar a su hija en la sociedad turca?

Prefiero no hablar de mi hija.

#HAYFESTIVALAREQUIPA2019

El sábado 9 de noviembre, entre las 18:00 y 19:00, el escritor turco Orhan Pamuk conversará con Peter Florence, fundador del Hay Festival, en el Teatro Municipal de Arequipa. Las entradas están a la venta en la web .

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