Has dicho que consideras a este, tu primer libro, un libro político. ¿Por qué?
Yo creo que una de las lecturas que tiene el libro es política. Lo es porque creo que la crónica siempre es política, tiene que ver con la mirada del cronista, su interpretación de la realidad, el background que tiene, la cultura a la que pertenece. Esa lectura está siempre mediada por lo político. En mi caso particular, para mí era importante ofrecer esa lectura también porque estamos hablando no solo de pueblos indígenas, de comunidades, sino también de naciones que tienen sus propios códigos, que tienen sus propias maneras de ver el mundo y esas son miradas políticas. Creo que el gran problema de la prensa al contar estas historias que suceden en la zona rural de nuestro país es que olvidamos que esas personas son ciudadanos con derechos y con deberes. Siempre que se habla de lo indígena se asocia a lo folklórico. Cuando se lo toma como un sujeto cultural en las campañas de la valorización de lo ancestrales está bien, pero cuando hablamos de lo indígena en lo político se comienza a sospechar y se dice “seguro quiere algo, seguro está manipulado por intereses”. Los reclamos de estas poblaciones son legítimos. Por eso es inevitable que mis textos tengan esa impronta a esa lectura.
Mencionabas que somos personas muy ajenas a esa realidad y que podemos distorsionarla al momento de contarla, ¿sentiste ese reto al hacer el libro?
Por supuesto. Yo nací en Lima pero tengo un vínculo familiar con la selva por mi abuela. Para mí el reto mayor fue ese, no distorsionar, y por eso era importante permanecer un tiempo en el lugar, poder conversar con la mayor cantidad de gente y escucharlos. No era solo prender la grabadora y que me digan lo primero que les salga de la boca, sino también reflexionar con ellos sobre qué les ha sucedido y que decisiones han tomado al respecto. Más importante que los hechos es el efecto y la presión que ejercen estos sobre las personas. ¿Qué genera ese desastre en tu vida y cuál es el verdadero impacto? Era muy importante recoger esas verdades a través de muchas entrevistas, de observar, de estar en el lugar y de viajar varias veces. Era crucial que la crónica tuviera todos los matices de esa realidad. Una forma de alejarme de esa mirada urbana en la que crecí era escuchar y recoger sensaciones, pensamiento y reflexiones.
Las tres historias que cuentas en el libro están relacionadas al tema medio ambiental ¿Por qué escogiste este tema? ¿Qué otros temas necesitan una mirada profunda?
Yo no considero que a mi trabajo se le pueda colocar la etiqueta de periodismo ambiental, para mí es periodismo nada más. El Perú es un país que privilegia las industrias extractivas porque exportamos materia prima. El funcionamiento de la economía ha determinado muchas veces cómo está estructurado nuestro país, y si te pones a pensar notas que la madera, el oro y el petróleo son como metáforas poliédricas y puedes acercarte a ellas desde distintos ángulos. Lo que yo he intentado en el libro es precisamente que sea eso como un prisma y tú puedes darte cuenta cuando lees porque no solo está la historia de la persona sino que hay referencias a la historia, a la ciencia, a la antropología, a la economía.
¿Es un deseo de demostrar a través del texto que esa sociedad que vemos lejana vive problemas tan grandes como los nuestros?
Así es. El reto mayor es ese. Como te digo, he tenido un vínculo con estas zonas del país y me interesa mucho la realidad que ahí se vive.
¿Cómo has ido alimentando ese vínculo a lo largo de tu vida?
Ha sido un hallazgo mientras escribía las crónicas. Siendo yo parte de una familia de raíces amazónicas había naturalizado esa vivencia. Mientras mis amigos llevaban su pollo a la plancha con papa sancochada yo llevaba mis juanes o mi tacacho con cecina porque para mí era normal. Cuando ya fui creciendo y debido a los viajes y la escritura me doy cuenta que muchos de los lugares a los que yo iba a reportear tenían mucha similitud con los lugares en los que yo vivía cuando era niño. Eran lugares que para mucha gente están ubicados en la parte periférica de la ciudad, aparentemente marginales. Pero son gente pujante que intenta vivir con dignidad. Cuando yo leía crónicas sobre esos lugares no veía reflejado eso y me preguntaba cómo me gustaría que contaran la historia de mi barrio de una manera mucho más compleja. Para mí era importante poner en evidencia y trabajar en ese vínculo porque sentía que podía contar algo sobre esa verdad que yo veía.
Es importante que esas historias lleguen a la mayor cantidad de ciudades y pueblos de nuestro país. ¿Qué planes para llevar tus historias más allá de las librerías limeñas?
El proyecto del libro nació con la idea de poder difundir el conocimiento, no solo que la gente pueda enterarse de las historias sino hacer una especie de tour por las regiones, ir a las universidades, hablar con los estudiantes, animarlos a que cuenten historias de sus propias regiones que son muy particulares. Aquellos que quieran escribir crónicas puedan usar las experiencias de periodismo narrativo para generar una conexión con los lectores y contar lo que sucede de una manera mucho más sensible.
Las historias que cuentas en este libro requieren de una acción política. ¿Quisieras ser partícipe de esto, más allá del texto?
Sí, muchas veces las historias de la zona de la sierra y de la selva siempre son contadas por personas del centro, un periodista de Lima va a esos lugares y cuenta y regresa al centro pero pocas veces son contadas por la gente que vive en lo que hemos llamado periferia. El hecho de poder hacer talleres o conversatorios es conseguir que ellos que viven ahí puedan contar las historias de esos lugares y eso es político. ¿Por qué un periodista ayacuchano no podría contar lo que está pasando en su región o por qué no conocemos ese trabajo? Y esto sucede porque solo miramos al centro donde está el poder económico, cultural y demás. Hay que descentralizar eso. Una propuesta mía es decir “Yo, Joseph Zárate, nací en el centro pero mi mirada no es del centro. No nací en Miraflores, yo viví en San Martín, Condevilla, Villa María del Triunfo. Zonas que para el centro de la ciudad son marginales. Yo he tratado de acercarme y abrazar esa mirada para poder estar más cerca de esa realidad. Obviamente nunca voy a estar realmente cerca pero lo que puedo hacer es hacerlo lo más posible. No creo que el periodismo sea una especia de apostolado pero creo que puedo conseguir que la gente que me lea pueda hacerse preguntas y pueda interpelar. Pueda decirse yo también cumplo un papel importante en la causa de los desastres y de esas realidades tan trágicas. Las crónicas son instrumentos para que la gente se cuestione su manera de ser ciudadanos, de vivir en el país y ser peruanos. No hay que olvidar que el periodismo es un servicio.
Comentabas en la presentación del libro que había varias historias que tenías en mente incluir en el libro pero te quedaste con tres ¿Por qué las elegiste?
Cuando revisas la historia del Perú te das cuenta que en diferentes etapas se han privilegiado la explotación de un material como el salitre, el oro, cobre, el caucho, la madera, el petróleo. Para mí era elegir esos tres materiales que son tres de los más importantes para la historia republicana o para lo que consideramos ese proyecto impostergable de llevar al país al primer mundo. Explotar recursos naturales para que haya más dinero, para que haya más inversión y poder llegar a este ideal. Estos materiales son símbolos de esa aspiración y cada una de ellas son símbolos que entendemos como progreso y que son también metáforas de ciertos asuntos humanos que tiene que ver mucho con nuestra vanidad.
Tú ves de cerca el proceso de escritura de varios de tus alumnos en la universidad y ves los retos que enfrentan en sus libros. ¿Qué retos compartes con ellos al momento de escribir estas historias?
Hay alumnos que demuestran su deseo que sus historias no solo sean periodísticamente interesantes sino también humanamente interesantes. Que es historia te ofrezca la discusión sobre ciertos asuntos humanos. Eso es importante porque trasciende la práctica del periodismo. Por ejemplo, hay alguien que escribe sobre el incendio de Las Malvinas y lo que hace el autor tiene que ver con discutir esta condición de ciudadanos de los chicos que murieron carbonizados. Habla de esta realidad en el Perú y el mundo en la que muchas personas prácticamente están siendo esclavizadas. Estos chicos formaban parte de una cadena productiva de la que formamos parte al comprar. Este libro te pone a pensar sobre qué papel cumple uno y creo que el papel periodístico debe ser discutir los hechos y la noticia pero también interpelar y llamar a la reflexión, que el lector siempre se cuestione.