Recuerdo muy bien la oportunidad en que entrevisté, en 1988, a la historiadora María Rostworowski a propósito de su libro Historia del Tahuantinsuyu. Y la recuerdo porque, en medio de ese diálogo, sentenció: Un historiador debe ir a los archivos. No hay otra forma de construir la historia. Waldemar Espinoza, reconocido historiador sanmarquino, nos demuestra, con su último libro, La independencia del Perú en provincias. Lo que sucedió día a día en Cajamarca, Chota y Cajabamba. (Fondo editorial de la Universidad Ricardo Palma, 2 vols., 2021), que la investigación en los archivos es una actividad inescapable y que las verdaderas contribuciones vinculadas al propósito de revisar y comprender mejor nuestro pasado, pasan, primero, por la revisión e interpretación del documento. Para la elaboración de este libro, Espinoza consulta diversas fuentes: archivos arzobispales, departamentales, manuscritos y toda clase de documentos relacionados con los hechos relacionados con la independencia del Perú en las tres provincias.
La tarea de Espinoza empieza con su interés por demostrar el papel que jugó el norte peruano en la guerra de la independencia en un momento en que, como sostiene el historiador, esa región era un polo de desarrollo económico importante, dispuesto a apoyar económicamente el proyecto del libertador San Martín. Es cierto, frente a la conocida y esperable resistencia criolla limeña a renunciar a sus privilegios, una región como la de Trujillo, de la que entonces dependía Cajamarca, era contraría a seguir soportando la dominación española.
En el prólogo, Espinoza cuestiona que sigamos utilizando el concepto “luchas por la emancipación” para designar lo que, verdaderamente, fue una guerra por la independencia, si nos referimos a los sucesos que tuvieron lugar entre 1800 y 1826. Destaca, como un importante antecedente, el valor de los movimientos indígenas serranos y de la selva. Así mismo, refiere que “la república que sobrevino después de Junín y Ayacucho resultó peor que el coloniaje” y que esa fue la razón por la cual “se rebelaron cajabambinos, patasinos e iquichanos”. En efecto, Espinoza sostiene que los criollos que asumieron el control de la economía “se negaron a cambiar la mentalidad feudal-mercantil traída por sus antepasados” y que, bajo esos términos, la posibilidad de modernizar el Estado era simplemente imposible. De hecho, dice, que cuando intentaron adecuarse al modelo liberal-burgués, fracasaron.
La independencia del Perú en provincias. Lo que sucedió día a día en Cajamarca, Chota y Cajabamba, trabajo de investigación de larga data del historiador Waldemar Espinoza, puede conseguirse en librerías a S/.300.
Con respecto a Cajamarca se destaca el hecho de que solo en este departamento exista documentación de 1821, lo que lo convierte en un caso excepcional de gran utilidad. Para acercarse a la región, Espinoza hace un levantamiento histórico de la situación de las provincias de la sierra norte desde el inicio de la invasión española hasta el contexto de la guerra de la Independencia. Todo este estudio previo le sirve a Espinoza para explicar la resistencia de aquellas provincias, a lo largo de más de un siglo, que se tradujo en “múltiples conatos y rebeliones indígenas (…) contra el pago de tributos, o contra el temerario tratamiento de los gamonales y de hasta sacerdotes doctrineros”. Espinoza registra desde el siglo XVIII acciones de protesta como el rechazo a los ritos religiosos del catolicismo, conatos de rebeliones de yanaconas y mitayos contra el abuso de hacendados y sacerdotes, luchas por la libertad religiosa y levantamientos como el del cajamarquino Juan Santos Atahualpa.
Espinoza registra, además, el “primer brote de independencia indígena-mestizo” en los pueblos de la provincia de Cajamarca en 1812. Para ello transcribe pasquines y papeles anónimos en los que queda evidenciado el malestar de los cajamarquinos frente a la situación que se vivía bajo dominación española. El autor recupera las proclamas que en 1818 “alababan los triunfos que iban obteniendo los insurgentes en Chile y Colombia” e incluso transcribe una copla con la que se cerraba una de ellas: “Al fin, al fin / Va a llegarle a los godos/ Su San Martín”.
Pleno de documentación inédita que incluye, además, mapas, copias de las proclamas, transcripciones de actas de jura de independencia de pueblos y ciudades, memoriales, grabados, planos, cuadros estadísticos, fotos actuales, notas administrativas y cartas, el libro de Waldemar Espinoza es toda una revelación que sigue año a año, hasta 1828 (con un apéndice que va de 1829 hasta 1939), los sucesos más importantes de un proceso complejo que, a la luz de los descubrimientos del autor, nos permite comprobar no solo la valentía de los pobladores de la sierra norte del Perú, en su lucha contra el dominio español, sino la complejidad de una guerra independentista que tuvo acciones importantes, decisivas, protagonizadas por indígenas y mestizos. Todo un logro de nuestra historiografía.
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