Recorrer Santa Beatriz —aquella franja urbana ubicada entre las primeras cuadras de la avenida Arequipa y el Estadio Nacional— supone encontrarse con una historia de resistencia. Aunque una parte de la urbanización ha sido devorada por la crisis de finales del siglo XX o por el posterior boom inmobiliario, hay otra que, silenciosamente, se mantiene en pie y exhibe dignamente la hermosa arquitectura de las primeras décadas del siglo pasado. Peregrinar por esta zona, que no es lo mismo que solo caminar, supone encontrarse con historias de una ciudad que no merecen ser olvidadas.
Así lo creyó Paulo César Peña, escritor, gestor cultural y responsable desde hace casi tres años de la organización de Peregrinación a Santa Beatriz, una iniciativa que ofrece, una vez al mes, un recorrido gratuito de, aproximadamente, una hora y media por el barrio que acogió, en diversos momentos, a algunos de los nombres más ilustres de las letras limeñas. Dicho de manera sencilla, se trata de caminar por las calles en las que vivieron poetas y artistas, la mayoría de la generación del 50, conocer sus casas y reconocer los espacios físicos en los que transcurren algunas de sus ficciones.
La ruta incluye los hogares de Blanca Varela, Julio Ramón Ribeyro, Sebastián Salazar Bondy, Fernando de Szyszlo y Javier Sologuren; la Quinta Dolores, lugar donde Ribeyro cometió sus primeras travesuras infantiles y que trascendió en el texto “Juegos de la infancia”; o la iglesia en la que Varela y Szyszlo se casaron, sin testigos, en 1949, horas antes de partir a París.
Pero más que solo conocer fachadas, lo que el recorrido propone es acercarnos a las experiencias de este grupo de creadores y su relación con el que fuera en algún momento su espacio cotidiano. Esto, a su vez, nos invita a detenernos a observar nuestra propia relación con una urbe que cambia a velocidad vertiginosa.
“Los recorridos son también una ocasión para aprender a establecer una manera distinta de acercarse al espacio público, a partir del conocimiento de su historia”, dice Peña.
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Santa Beatriz ha cambiado mucho desde los años cuarenta, pero se resiste a dejar de lado el encanto que la convirtió en uno de los barrios más apreciados de la Lima que nos heredó el presidente Leguía. En sus calles aún hay árboles que nos regalan un fresco descanso ante el inclemente verano, y nos trasladan a una época que ya no existe. Esto sucede en la casa de Blanca Varela, por ejemplo, que conserva su arquitectura original. Pero, a dos cuadras, el inmueble en el que alguna vez vivió Javier Sologuren ha desaparecido. Miramos con tristeza cómo la modernidad ha cambiado toda esa esquina: un edificio de 20 pisos reemplaza lo que alguna vez fue una casa solariega. No hay árboles a la vista.
Justamente, para recuperar esas memorias perdidas, Paulo César Peña ha editado una plaqueta (ver recuadro) en la que cuenta cómo se gestó esa amistad entre escritores y artistas en Santa Beatriz. Citamos un fragmento: “Fue precisamente a través de Sebastián [Salazar Bondy] que se logró conformar el grupo. Y es que, debido a él, Javier [Sologuren] y Jorge Eduardo [Eielson], amigos suyos a causa de compartir ciertas clases en San Marcos, conocerán en 1944 a Szyszlo, entonces estudiante de Pintura y futuro ilustrador de la portada de la antología que editarían los tres en 1946, así como también a Blanca, que había ingresado a estudiar Literatura en San Marcos, en 1943, y que se convirtió, a las semanas, en otra de las asistentes a la Peña Pancho Fierro. [...] Los amigos de barrio habían formado una especie de familia sustituta. No pasará mucho tiempo para que Blanca y Szyszlo se hagan novios. Santa Beatriz fue el escenario de esa relación y de esos descubrimientos. De hecho, hay un par de fotografías que así lo demuestran. Una, en tonos sepia, muestra en primer plano a Sebastián y Blanca, acompañados por la hermana de esta, Nelly, sobre una banca del Parque de la Reserva”.
Por el Día de la Poesía —el 21 de marzo— y el décimo aniversario del fallecimiento de Blanca Varela —12 de marzo de 2009—, la peregrinación de este mes será hoy, domingo 17, a las 16.00. El punto de encuentro es en la esquina de las avenidas Petit Thouars y Alejandro Tirado. ¿Nos vemos?