Acusado de ser un “disparate garrafal”, de “jeroglífico macho” o “tabla de logaritmos en forma de verso”, además de corromper el buen gusto literario, Trilce tuvo que vivir, después de su publicación en 1922, el calvario de la incomprensión y el vacío. ¿Determinó está agresiva respuesta que Vallejo dejara de escribir poesía por largos años y se dedicara a la prosa de ficción y al periodismo? ¿O el gran poeta arribó a la conclusión de que había llegado al límite de sus capacidades expresivas con Trilce?
Con una breve introducción titulada “La polémica de Trilce”, el maestro Jorge Puccinelli Converso incluía, en 1997, en su edición de los artículos y crónicas de Vallejo, una serie de notas de daban cuenta de la recepción del famoso poemario. La recopilación formaba parte de los anexos de la edición y casi pasaba inadvertida.
Luego de más de veinte años, Jorge Puccinelli Villanueva ha retomado ese corpus textual y, en libro independiente[1], nos lo presenta con el título de El escándalo acerca de Vallejo, Trilce y el diario El Norte. ¿El resultado? Un libro que considerarse una importante contribución que echa luces sobre un momento crucial en la forja de la poesía peruana.
A la primera recopilación referida, hecha por su padre, constituida por los textos publicados en los diarios chiclayanos El Tiempo y El País, esta edición suma la respuesta del diario trujillano El Norte, dirigido por Antenor Orrego, además de fotos y la correspondencia entre José León Barandiarán y Nicanor de la Fuente muy ilustrativa sobre el origen de la polémica. Todo comenzó con un artículo que publicó Barandiarán en el diario El Tiempo, pero no pasaría mucho para que el resentimiento y la envidia se esparcieran como un olor hediondo por todo el norte peruano a lo largo de 1923.
El estudio incluye una aproximación a la relación de César Vallejo con la prensa; busca reconstruir el contexto político regional desde el periodismo; atiende a las circunstancias de la publicación del poemario; rastrea las primeras referencias a Vallejo en el diario El Norte desde febrero de 1923; hace un seguimiento del anuncio de Escalas en el mismo periódico; reseña los Domingos Literarios que el diario le dedica; compara la relación de Whitman y de autores norteamericanos con Vallejo y, antes de entrar al análisis de la polémica, investiga sobre el mercado de libros en la época de la publicación de Trilce. El estudio se cierra con una selección de crónicas de Vallejo escritas en París que aluden a la dignidad del escritor y a su condición socio-política, además de fragmentos de sus ensayos y reportajes.
La polémica
Gracias a sus investigaciones, Puccinelli Villanueva llega a determinar que la polémica fue muy agresiva. Los atacantes de Vallejo hacían extensiva la humillación del poeta a sus defensores, al punto que los retaban a debate público para denigrarlos. Se manifestaron posiciones en defensa (las menos), otras fueron cautas, pero la mayor parte cogió la bazuca y trató de destruir al poemario con los argumentos de la ignorancia. Otros tantos se quedaron mudos.
Con respecto a los textos que preceden a la respuesta de El Norte, Puccinelli Villanueva establece que se usó el anonimato para atacar y que el principal “argumento” en contra del poemario fue su “complejidad”. Sumemos a ello que esta incapacidad para comprender el poemario convertía a los poemas en “detestables” y a Vallejo en un poeta oscuro.
La resistencia de los lectores al poemario se sostenía, desde el punto de vista estético, en la existencia de “normas inmutables de belleza” a partir de las cuales se postulaba que “lo que fue bueno en tiempos remotos lo sigue siendo hoy”. Es evidente el arraigo del modernismo y el carácter irrebatible de sus formas: los objetores de Trilce no podían valorar una “poesía sin verso, sin rima y, sobre todo, sin ritmo”.
Las controversias literarias cumplen una función reveladora siempre, aún las más improductivas. Hacen evidente las limitaciones del campo literario, las resistencias a lo nuevo, el riesgo de la retorización, la facilidad con que se descalifica lo que no se entiende, sin dejar de mencionar los odios personales. Ojalá no fuera así, pero a veces es algo inevitable. Por el lado positivo, los debates literarios permiten un despliegue de inteligencia, talento, agudeza y adaptabilidad al cambio, pero, sobre todo, nos permiten forjar héroes literarios. Y Vallejo es uno de ellos, como lo son José María Arguedas o Guamán Poma de Ayala.
Nuestro mayor poeta vivió la injusta experiencia de ver privada su libertad y luego tuvo que soportar la malsana virulencia de quienes se resistían a ver en su poemario lo más hermoso que hay en literatura: el cambio.
[1] Editorial Fuente de Cultura Peruana, 2020, 414 pp.
*Jorge Valenzuela Garcés es escritor y catedrático de la UNMSM