En la avenida Viana Bandeira de Santo Amaro de todos los Santos, un pueblo tropical ubicado a unos ochenta kilómetros de la ciudad de Salvador de Bahía, al norte de Brasil, hay una casa blanca con listones azules y techos amplios que no cuenta con ninguna señal distintiva salvo una discreta estela instalada bajo la sombra de un árbol enfrente de ella. Es una piedra bifronte que celebra en cada uno de sus lados a las dos más grandes figuras que ha dado esa tierra: Maria Bethânia, y su hermano mayor, el cantante, compositor y escritor Caetano Veloso. En esa casa del número 179, vivió hasta los 105 años Claudionor Viana Teles Velloso, doña Canô, la mujer que alumbró y crió a ambos músicos hasta que migraron a Salvador a seguir sus estudios y labrar su destino. El teatro del pueblo, que está al lado de la estación rodoviaria, lleva su nombre, y, si uno se baja del bus que conecta Salvador con este pueblo y pregunta por su casa, no hay santoamarense que no sepa dónde queda. Doña Canô es la indiscutible matriarca del pueblo, su Mamá Grande, el vientre más famoso de Santo Amaro y sin duda de todo el norte de Brasil.
El escenario del concierto que cierra la gira de dos años del álbum Ofertório, el disco en vivo que Caetano Veloso lanzó el año pasado y que lo ha tenido girando por el mundo junto a su esposa y sus tres hijos, es exactamente el mismo que se ha visto en todos los escenarios de las principales ciudades de Europa, Estados Unidos y también Latinoamérica, con la lamentable excepción del Perú. Es una obra abstracta del escenógrafo Hélio Eichbauer que consiste en una cuerda suspendida en medio del escenario, una tela que pende de un lado y un círculo perfecto detrás de ambas que bien parece un astro o una semilla, y que a través de las dos horas del espectáculo se revela como el centro de un paisaje visual que alude al cuerpo femenino del que provienen el artista y sus tres hijos en escena, nacidos de tres mujeres distintas: Caetano de Canô; Moreno de Dedé, primera esposa de Caetano; y Zeca y Tom de Paula Lavigne, actual pareja del músico y productora general del show y de la gira que ha sido vista por casi medio millón de personas y que cierra esta noche de sábado 30 de noviembre en el espacio abarrotado de la sala KM Advantages Hall, un auditorio espléndido alojado en un mall exclusivo del barrio Barra de Tijuca, a cuarenta minutos en auto desde el centro de Río.
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He visto el show en video varias veces y a Caetano en vivo tanto en Lima como en Buenos Aires, pero hay algo especial en una noche de clausura en la ciudad en la que el artista vive y ante un público que no lo obliga a usar su pulcro castellano. El espectáculo es austero y primordial, y esta noche los cuatro Veloso lo ejecutan bajo la tensión, la nostalgia y los nervios del último show. Padre e hijos se sientan en sillas simples a interpretar en acústico, como si estuvieran en su casa, una serie de temas vinculados a la celebración de la reproducción y la paternidad, los vínculos filiales y fraternales, la persistencia de la familia. Los temas de Caetano que forman parte del espectáculo son aquellos que compuso para sus hijos (“Boas vindas”, para Zeca; o “Um Tom”, para Tom) o para las madres de sus hijos (“Ela e eu”, para Dedé; o “Não me arrependo”, para Paula) o para sus padres (“Genipapo absoluto”, “Ofertório”). El resto del concierto es enteramente de ellos. Si el artista era antes el foco absoluto del show, en este espectáculo pasa mucho tiempo sentado bajo una sombra deliberada, observando como un espectro que está dentro y fuera del espacio escénico la manera en que sus hijos interpretan temas de una factura altísima con voces que parecen extensiones de la de él. Los tres hijos Veloso son excelentes cantantes, compositores y ejecutores. El menor, Tom, toca “Clarão” o “Um só lugar” con una voz que recuerda al Caetano de los años de Tropicália; Moreno, el más experimentado y desinhibido, repasa hits suyos como “Um passo á frente” o “Deusa do amor”; y Zeca, el más serio y tímido, se revela como la voz más virtuosa de toda la familia ejecutando notas altas a las que el propio padre ya no llegaría a través de un tema que debe ser ya un clásico, “Todo homem”, una suerte de himno amniótico sobre el vínculo madre-hijo como origen y destino.
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Ofertório es la manifestación explícita de la posibilidad antes impensable de integrar las agendas aparentemente irreconciliables del artista y del padre. Si el “estilo tardío”, como planteó Edward Said, puede llevar al artista a la armonía tanto como al aislamiento, Veloso ha radicalizado la primera opción a través de una hiperconectividad familiar. Padre e hijos han llegado a esta última fecha afinando la sutileza de sus parlamentos sin perder verdad y aun menos opacar la hondura y sutileza de la propuesta musical. Salvo por algunos momentos festivos (en Río fue la canción del Flamengo campeón de la reciente Copa Libertadores o el cierre apoteósico de “A luz de Tieta”), el concierto es sobrio, contenido y de enorme concentración.
El círculo del escenario vira al color amarillo en un tema, al rojo en otro, y también al negro. Probablemente ese fue su color cuando el artista ejecutó en solitario (esta vez quienes quedaron a oscuras fueron sus hijos) el tema religioso que compuso a pedido de su hermana Mabel para la misa que celebraron en Santo Amaro por los 90 años de su madre y que da título al álbum doble, a la gira y al show. Se trata de una oración de agradecimiento a Dios por la vida y la progenie. “Permitiste que mi persona fuese de la esperanza tu señal/ una prueba de que la vida es buena, y de que la belleza vence al mal”, se dice en el tema. Caetano le dice al público que él no es religioso pero que por su hermana y por su madre compuso un tema religioso. Cuando el artista cante “Todos estos frutos que aquí juntos ves, señor de la vida/ todos fieles tuyos, los pongo a tus pies”, el propio concierto se convertirá en la puesta en escena viva de la canción. Antes de interpretarla, Caetano confiesa al auditorio: “Cuando escribí las palabras de este tema, sentí que ellas me eran dictadas por mi madre”.
"Los tres hijos Veloso son excelentes cantantes, compositores y ejecutores. Ellos son los protagonistas del último concierto"
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Unos días después del concierto en Río, motivado por esos videos en los que aparecen él y Maria Bethânia en el patio de la casa de Santo Amaro cantando junto a su madre, decidí extender mi viaje hasta el mismo lugar de nacimiento del artista. Llegué al pueblo el último día de mi estadía en Brasil un mediodía de sol que recordaba un cuento de García Márquez. Atravesé el teatro y la iglesia del pueblo hasta dar con la puerta de la casa. Con un arrojo inexplicable toqué el timbre. La generosidad de Bárbara, la mujer que cuida la casa donde vive Rodrigo Veloso, el hermano mayor del artista, me permitió entrar a ella por un momento y recorrer el pasillo, caminar por la sala y asomarme al patio de infancia del artista sobre el cual el sol de Bahía caía a metralla. Una imagen enorme de doña Canô se imponía a las demás fotos y muebles del recinto. En Verdade tropical, su libro autobiográfico, Caetano escribe que el acto de cantar es lo que explica su persistencia en la carrera musical pese a lo que él considera sus enormes limitaciones musicales. En su tema “Genipapo absoluto”, dedicado a Santo Amaro, dice que su madre es su voz. Estar parado ante la imagen de esa mujer me dejó claro que mi viaje en pos del último gran trabajo del artista bahiano había llegado a su fin. El cierre de todas las cosas es siempre el principio de ellas.
El álbum
Ofertório
Grabado en vivo, este álbum es como asistir a un encuentro familiar y musical con los Veloso. Caetano y sus tres hijos, Moreno, Zeca y Tom, tocan, cantan y comparten el protagonismo en un disco que, como ha dicho Caetano, es un truco para mantener a la familia unida.
“Esta canción está pensada como para que la cante mi madre y es, al mismo tiempo, un homenaje a la religiosidad de mis hijos”. — Caetano Veloso
Los datos
- La gira de este show íntimo y familiar de los Veloso, que culminó en Río, se inició hace dos años y llegó a escenarios de Valencia, Madrid, Los Ángeles, Nueva York, Buenos Aires, entre otras ciudades.
- 28 pistas trae el álbum grabado por los Veloso en São Paulo.