Hay una urgencia y varios dilemas en el castillismo. Lo urgente, imperioso e imponderable es que quieren que se proclame a su líder ya. Necesitan empezar una transferencia para la que Francisco Sagasti ya lleva semanas preparándose, pero no puede mover un dedo hasta que el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) lo proclame y bendiga.
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Un castillista, fastidiado, me dice: “Va a empezar mal, pues; ni siquiera hay tiempo para transferir”. Por cierto, la virtual primera y única vicepresidenta Dina Boluarte ha pedido comandar el proceso entero. Alguien que la conoce me dijo que ella da por hecho que tendrá el encargo; sin embargo, otra fuente me dice que ello aún no está definido. Pero lo estará, muy pronto, cuando el JNE acabe la tortura electoral. Entonces, Dina u otro personaje, comandarán un equipo en el que debemos analizar, con lupa y pinzas, quiénes solo transferirán un área y quiénes agarrarán fajín y se quedarán en un ministerio.
Allí empiezan los dilemas y estos tienen nombres, apellidos y siglas. ¿Perú Libre o Nuevo Perú? Tal es el dilema estelar de Pedro Castillo. El partido del que es socio y afiliado lo llevó al triunfo y le sigue dando un apoyo logístico en esta agónica fase cuasi electoral. Tiene una bancada electa que ya sacó algunas garras (Guillermo Bermejo, Guido Bellido) más filudas que las del ala de sus invitados. Y tiene, claro, un socio complicado y potencial enemigo íntimo, Vladimir Cerrón, que se ha convertido en estrella de la provocación política.
En verdad no se trata solo del peso relativo de Perú Libre, cuya bancada, una vez en el gobierno tendría una elección muy simple que hacer para cualquier mortal: O apoyas a tu líder partidario, Cerrón, atribulado por la persecución judicial a él y a su entorno, imputados por corrupción durante su gestión en el gobierno regional de Junín; o respaldas al presidente de la república. Visto así el dilema de los militantes, Cerrón lleva las de perder.
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Se trata de algo menos ligero que esa elección: PL encarna las promesas radicales (nueva constitución con asamblea constituyente, nacionalización de recursos, impuestos a las sobre ganancias) que Castillo ha reiterado aún después de su moderación y que sobrepasan con creces al pequeño partido. El profesor está recibiendo muchos cursos rápidos en economía, gestión pública y reformas sectoriales, pero le quedan algunas ideas fuerza, convicciones, ideario, llámenle como le llamen, que no quiere dejar aunque sus nuevos amigos se lo susurren en aras del pragmatismo.
El MEF ya es bastante
Hay “miedo a un Humala 2″, me dice un castillista y me da testimonio de esa conmoción. El Nuevo Perú de Verónika Mendoza es limeño y moderado a ojos del militante promedio de Perú Libre; pero, en todo caso, no se les puede acusar de humalistas con hoja de ruta (símbolo de capitulación ideológica en toda la izquierda), pues fueron traicionados por ese régimen. Hay entonces, instalándose en el ala dura del castillismo, una resignación a tolerar el influjo de NP en un próximo gobierno.
Pedro Francke en el MEF es la carta más segura del próximo gobierno y habla en nombre de Castillo en varios foros y encuentros semiprivados con inversionistas. No solo eso, ambos ‘pedros’, Castillo y Francke, triangularon la llamada a Julio Velarde a pedirle que se quede. Conversé con una fuente cercana al economista y político, y me contó que ha pedido tener gente de confianza en todo el aparato clave de la economía, ligado a la función del MEF, como la Sunat y la SBS.
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Con Francke, militante de Nuevo Perú, capitaneando la economía, ya sería bastante como para pensar –según se especuló hace unos días– que Verónika Mendoza, lideresa de NP, pudiera tener el premierato. Sería insólito que PL y el propio Castillo soporten la idea de entregar los espacios más significativos del Ejecutivo a un solo aliado que, además, tiene técnicos a la espera de ser considerados para otras carteras y para áreas estratégicas en su ideario, como ambiente, minería o cultura.
Castillo demoró en pronunciar la invocación a Velarde, y aún así tuvo resistencia del ala dura. Será difícil conciliar todo el gabinete: los duros son exigentes pero no tienen suficientes cuadros técnicos que ofrecer. Les interesa, por ejemplo, el MTC, pero una de las cartas que quisiera Cerrón para esa cartera de gran y descentralizada ejecución sería nada menos que el controversial Julián Palacín, que vocea megaproyectos en cada entrevista que da.
Otra cartera que le interesa a PL y a Cerrón, que no es médico por gusto, es Salud. Sin embargo, allí ya está en el bolo alguien que ha tejido pacientemente un entendimiento con ambas alas. Hernando Cevallos, excongresista del Frente Amplio, también médico, sustentó el plan de salud en el debate técnico y ha declarado más de una vez asegurando que hay armonía entre Castillo y PL. Nuevo Perú tampoco está lejos de él, así que Cevallos podría ser una de las pocas cartas ministeriables que lleguen con su propio consenso trabajado a pulso.
Perú Libre juega en esta historia el papel de perro del hortelano. Hace muchas exigencias ideológicas, pero tiene pocos cuadros técnicos que ofrecer. Ese desfase se vio claro en el debate técnico. Por no darle espacio a los de NP, perdieron puntos esa noche e hicieron peligrar la elección. Por ejemplo, Francke debió enfrentar a Luis Carranza en el segmento económico, pero PL prefirió a Juan Pari. Iván Merino, de PL, fue uno de los responsables de la mala selección de cuadros para el debate, y eso lo deja a él y al partido en mala posición para ofrecer nombres. Aún así, me cuentan que plantean a la economista Celeste Rosas para alguna cartera, a pesar de su frustrante performance en el cierre de ese debate.
Los otros amigos
La balanza de Castillo tiene más platos que los de PL y NP. Está el plato de los amigos, aliados y curiosos, a título personal o semipartidario, que se han acercado a Castillo desde antes de las elecciones. Daniel Salaverry fue de los primeros y, eso me lo cuenta una fuente, le ha ganado reconocimiento en el castillismo. Somos Perú, el partido que tuvo a Salaverry de invitado, por lo tanto, ya tiene una puerta abierta si quiere tener algo más que curules amistosos con el nuevo gobierno.
Hay otros amigos que han cobrado rápida figuración en el entorno castillista, como Carlos Jaico, un apepista que, a título personal, ha ofrecido su apoyo en asuntos internacionales. Por eso se le vio en un webinar en el que Castillo participó con los presidentes de Bolivia y Argentina, Luis Arce y Alberto Fernández. Una fuente me dice que huele allí un afán de llegar hasta la cancillería, pero para ello, Manuel Rodríguez Cuadros, excanciller que ya se encuentra en la órbita castillista, tiene pergaminos para ese puesto e, incluso, para el bolo de la PCM.
Hay mucha y variopinta gente, me aseguran, que orbita al inminente presidente. Hombre sin partido y con círculos de confianza donde priman la familia —“El círculo más íntimo de Pedro Castillo”, publicado en el portal Sudaca da buena cuenta de ello, ponchando a sus sobrinos—, los profesores chotanos y de otros lares, Castillo querrá arreglárselas para que la transferencia y el gabinete tenga algo que lo represente mejor que estos técnicos de jerga y academia que ahora le dicen educadamente lo que debe hacer. Un profesional con el que tiene lazos chotanos y por eso le da alas y este las toma desembozado es el abogado Aníbal Torres, que empezó en el equipo de defensa legal pero ahora responde hasta lo que no le preguntan.
Un político de izquierda en la órbita del castillismo me hizo una apuesta sensata: “Verás que en el gabinete habrá algunos ministros que de alguna manera se acerquen al perfil del propio Castillo, alguien ligado al magisterio en Educación, un productor agrario en Agricultura y así”. Agreguemos a esta observación que un sindicalista no partidarizado como él cree firmemente en el valor de los liderazgos gremiales y de colegios profesionales, y he ahí otra cantera de aliados y cuadros técnicos.
Por lo pronto, el último viernes 2, el ‘intransferible’ Castillo anunció la creación del Frente Nacional por la Gobernabilidad y la Democracia que aglutina a partidos, movimientos y gremios que por ahora le han prometido respaldo. Una vez en el gobierno, por supuesto, el respaldo se traducirá, en varios de esos casos, en reclamos de participación (eso sería lo menos grave) o en conflictos con plataformas de lucha (eso sería lo más serio). El mejor punto de apoyo para enfrentar todo esto, la gobernabilidad y los conflictos sociales, según ha repetido Francke a todos los empresarios y representantes de inversionistas con los que ha conversado en las últimas semanas, es la buena racha de los precios del cobre.
Así que no se extrañen de ver en el poder a una izquierda que se las arregle para mantener sus banderas ambientales y de nueva Constitución, con un entusiasmo liberal por la puesta en funcionamiento de Quellaveco, Mina Justa o la ampliación de Toromocho (pero no les hablen de Tía María). Recientemente, en un mensaje difundido en video, Castillo hizo un preanuncio, en el sentido opuesto a su llamada a Julio Velarde: “Vamos a ponerle frente al Congreso el primer pedido del pueblo: que agende inmediatamente la instalación de la asamblea nacional constituyente”. Más allá de la discusión sobre la vía constitucional para llegar a ello, con Castillo habría gestos y sustos para ambos extremos.
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