A inicios de marzo pasado, la Universidad del Pacífico publicó un informe que contrastaba los planes de gobierno [de los, por entonces, 18 partidos políticos en carrera presidencial] con los objetivos planteados por Naciones Unidas para el desarrollo sostenible de los países hacia el 2030.
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Tras los comicios del 11 de abril, el menú de propuestas se ha reducido a dos organizaciones políticas: Perú Libre, con el candidato Pedro Castillo, y Fuerza Popular, con la candidata Keiko Fujimori. Precisamente, en el estudio de la Pacífico, ambos habían sacado puntajes bastante regulares.
El análisis se había centrado en qué tanta mención o desarrollo de ideas presentaban los partidos con respecto a 17 ejes: fin de la pobreza; hambre cero; salud y bienestar; educación de calidad; igualdad de género; agua limpia y saneamiento; energía asequible y no contaminante; trabajo decente y crecimiento económico; industria, innovación e infraestructura; reducción de las desigualdades; ciudades y comunidades sostenibles; producción y consumo responsables; acción por el clima; vida submarina; vida de ecosistemas terrestres; paz, justicia e instituciones sólidas; y alianzas para lograr objetivos.
Sobre cada punto, se desprendieron otros subtemas. Por ejemplo, en “fin de la pobreza”, se evaluó la presencia de propuestas sobre el sistema de protección social o de pensiones, la resiliencia de personas pobres frente a choques adversos económicos o naturales y la erradicación o reducción de niveles de pobreza.
Del mapeo a los textos de cada partido, el informe le otorgó un porcentaje general de 20.5% a Perú Libre y 50% a Fuerza Popular. Esto, con base en los 17 objetivos y las metas propuestas en los planes:
En diálogo con El Comercio, la jefa del Observatorio de Políticas Públicas de la Escuela de Gestión Pública de la UP, Alexandra Ames, nos explica los balances del informe elaborado bajo su dirección ante la nueva coyuntura electoral. Precisa, además, que la investigación no tuvo por objeto medir la calidad de los planes, sino mostrar el enfoque o el interés -alto o bajo- de los partidos con respecto a estándares globales.
“En el caso de Fuerza Popular, desarrolló un plan de gobierno en el que se concentra mucho en propuestas para el desarrollo económico y la seguridad ciudadana. Ha puesto mayor énfasis en estos dos lados, pero todavía cojea en algunos temas que son cruciales para la Agenda 2030, como los temas medioambientales, como los programas sociales en la lucha contra la pobreza. Considero que se han limitado, en cierta manera, a seguir trabajando en lo mismo y no hay mucha novedad, más allá de lo que las anteriores gestiones han venido haciendo”, analiza con respecto al partido naranja.
En cuanto a Perú Libre, Ames señala que “se ha concentrado en un discurso muy emocional, pero se ha limitado para hacer propuestas de solución sobre diversos sectores”. También advierte que “no termina de aterrizar metas ni estrategias de realización”.
La politóloga Ames estima que, en general, el poco aterrizaje de los planes de gobierno en cada proceso electoral es consecuencia de un déficit de capacitación técnica al interior de los partidos. Según resalta, allí prima la ideología y el discurso, lo que se refleja en enunciados sin propuestas concretas.
—Desde el punto de vista comparativo entre los planes de ambos partidos, ¿qué destacaría?
Si comparamos ambos, resulta curioso porque Perú Libre, desde la primera página, alza la propuesta de una nueva Constitución y, justamente, Fuerza Popular, también desde su primera página, menciona que lo primero que se va a defender es la Constitución vigente de 1993. Entonces, desde la primera página vemos grandes diferencias que se evidencian mucho más hoy en día, cuando ambos partidos pasan a competir directamente.
Sin embargo, yo creería que, más allá de esa discusión que puede resultar interesante, lo fuerte está en un vacío común: ambos planes adolecen de propuestas de reforma del Estado, para que este sea más eficiente, más moderno y capaz de articular políticas públicas.
No está mencionado o desarrollado en los planes y los candidatos tampoco hablan de eso. Preocupa porque, al margen de las diferencias de ambos planes, ninguno podría asegurar mejoras en tanto no se hable de asegurar que el Estado sea más eficiente. No tienen propuestas para fortalecer la institucionalidad pública. No se habla necesariamente de reformas pendientes de los sistemas electorales o políticos; tampoco del Poder Judicial o del acceso a la justicia.
—Usted señala que se detectó en los planes de gobierno, en general, un énfasis de algunos partidos a postur
as ideológicas y que ello podía explicar la falta de opciones de propuesta para ciertos objetivos. ¿Existe esa predominancia ideológica en Perú Libre y Fuerza Popular? ¿Cree que los limita?
Sí. Justamente, los planes de gobierno de estos dos partidos políticos son los más ideologizados. Esto, en el sentido puntual de estar en contra o no de una Constitución. No vimos otros partidos de derecha o centroderecha hablar con tanta energía en la defensa de la Constitución de 1993, como tampoco vimos a otros partidos de izquierda hablar con tanta emoción, digamos, por anular esa Constitución. Incluso frente ofrecimientos similares como los de Juntos por el Perú o Frente Amplio, Perú Libre se presenta con un discurso mucho más drástico, radical, en pro de este cambio. Lo mismo sucede con Fuerza Popular: una defensa muy grande a la Constitución, que impide una crítica objetiva al modelo. Creo que algunos electores, en medio de esas dos posturas y si no están del todo alineados a la propuesta de Perú Libre, pueden necesitar un poco de ese diagnóstico de fallas del modelo por parte de Fuerza Popular.
-En el informe de la UP, se identificó la ausencia de algunas palabras clave en los planes de gobierno, como identidad de género. En el caso de Perú Libre, individualmente, no se mencionan otras palabras destacadas, como biodiversidad o conflictos sociales. ¿Qué tan determinantes son estos vacíos en un plan de gobierno? ¿Se podría advertir que no son prioridades para la eventual gestión?
Yo diría que tenemos dos partidos que van a dificultar u obstaculizar la posibilidad que una agenda de género sea debidamente implementada en estos cinco años. Creo que el gran perdedor de estas elecciones es, justamente, la política sobre el enfoque de género en la educación. Ninguno de los partidos aprueba esto y eso se refleja también en sus planes. Recordemos que Fuerza Popular, desde su bancada formada en el 2016, hizo lo posible por censurar a Jaime Saavedra del Ministerio de Educación, que promovía esta reforma educativa. Por otro lado, Pedro Castillo, desde su trinchera en la dirigencia sindical del magisterio, también ha criticado este enfoque.
Otro tema que se proyecta como el gran perdedor en estas elecciones es la agenda de derechos de algunos grupos. Si bien Perú Libre habla de la reivindicación de la población andina y del campesinado, se invisibiliza a las comunidades indígenas amazónicas y a la población afroperuana. Por otro lado, aunque existan las menciones sobre la necesidad de luchas contra la pobreza y acabar con la pobreza extrema, ninguno de los dos partidos habla de una meta crucial que es la resiliencia de los pobres frente a las crisis. Tampoco se desarrollan mucho los temas relacionados al medio ambiente.
—El análisis también le otorgó puntaje de 0 a Perú Libre y a Fuerza Popular sobre el eje de “alianzas para lograr los objetivos”. No se halló propuestas de articulación con otros niveles de gobierno -regionales, distritales- ni tampoco de mejora del sistema estadístico. ¿De esto se puede inferir que, una vez en el gobierno, cualquiera de estos partidos tiene la visión de centralizar su trabajo?
Es una inferencia válida y preocupante, en todo caso. La articulación con otros sectores o niveles de gobierno y la mejora del sistema estadístico son dos medios clave para cumplir el resto de las metas de la Agenda 2030. Pero vemos que los partidos no los están priorizando o no lo tienen en el radar. El Ejecutivo no puede actuar en solitario para resolver los problemas sociales o los problemas públicos que tenemos y necesita -sí o sí- trabajar con los gobiernos regionales o locales. El sistema estadístico también es primordial porque nos referimos a datos que podrían aportar al diseño de políticas públicas y a soluciones reales, ajustadas a la información y a la evidencia. Eso no solo está postergado de los planes de gobierno, sino también del debate público, a pesar de tener encima una pandemia que, de todas maneras, haya visibilizado esas carencias de trabajo conjunto.
—Sobre la pandemia, Perú Libre no tiene ningún desarrollo en su plan de gobierno y el texto no se actualizó después del brote del COVID-19 en el país. Fuerza Popular sí ha mencionado el tema en su plan. Pero, en el eje de salud y bienestar del informe de la UP, tampoco es que Fuerza Popular saque un puntaje ejemplar.
Yo creo que, en general, los planes de gobierno no han desarrollado con gran visión la lucha contra la pandemia y, probablemente, esto se deba a que no se pensaba en segundas o terceras olas, sino en una herencia de administración de la primera. Los planes fueron presentados a fines de noviembre, cuando los casos de contagio no estaban descontrolados como ahora.
Al margen de que Perú Libre no haya presentado propuestas sobre la pandemia, también se nota una falta de capacidad general de traducir las intenciones en planes concretos. En el caso de Fuerza Popular, tiene una agenda amplia y coincide más que Perú Libre en los temas enfocados en los ODS de la ONU, pero tampoco demuestra una capacidad de aterrizar propuestas. Habla de más temas, tiene más páginas, pero tiene -casi en su mayoría- medio punto por cada una de las 55 metas que destacamos en el informe.
—Un problema que se detecta no solo en esta campaña, sino en anteriores elecciones es que los diferentes candidatos terminan minimizando sus planes de gobierno cuando el debate público resalta faltas de propuesta o cuestiona lineamientos. ¿Esto es consecuencia de que no exista un formato estándar y un observatorio de cumplimiento para lo que se propone?
Creo que esa pregunta nos lleva a una reflexión bien importante. Uno de los principales problemas que tenemos en el Perú es que los partidos políticos se han convertido en instituciones donde los políticos pesan más que los técnicos. Entonces, no hay necesariamente canales o espacios de participación donde confluya lo técnico con lo político. Hemos visto como los candidatos presidenciales de esta segunda vuelta han tenido problemas para dar respuestas sobre sus equipos técnicos. Hay un desafío pendiente por parte de las autoridades y de las instituciones electorales o del sistema de partidos políticos para promover la capacitación técnica. Debemos entender que las decisiones son siempre políticas, pero las soluciones deben ser técnicas. No es compatible, en un trazado de metas, que una propuesta de solución tenga peso ideológico y no técnico.
Por otro lado, también hay algunas carencias en la formulación de los planes. Los diagnósticos, como decía, sobresalen y están mezclado con los discursos políticos o la bandera de cada partido. Hemos visto que muchos candidatos, a lo largo de la campaña de primera vuelta, reconocieron con bastante naturalidad que sus planes de gobierno no estaban completos. Yonhy Lescano, que salió con una calificación muy baja en el informe que hicimos (16.1%), mencionó en un momento que ese no era su plan de gobierno. Lo mismo Hernando de Soto (18.8%), que dijo que lo presentado era “un resumen”. Y ahora, estamos viendo a Pedro Castillo mencionar que lo que presentó Perú Libre es un ideario y no necesariamente un plan de gobierno. Creo que es importante que los medios u otros actores de la sociedad civil o académica rescaten los contenidos de los planes de gobierno para que, justamente, los políticos sepan que están siendo evaluados por la población y se esfuercen en futuros procesos de elección.
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