Desde el 2004, cada primer sábado de febrero se celebra al pisco sour. (Foto: Nancy Chappell)
Desde el 2004, cada primer sábado de febrero se celebra al pisco sour. (Foto: Nancy Chappell)
/ NANCY CHAPPELL
Redacción EC

Fiel defensor de la peruanidad del pisco, el diplomático destacado en Bélgica vuelve a escribir sobre nuestro celebrado destilado en un estudio que citamos hoy, día en que el país celebra a nuestro coctel bandera. , quien el año pasado publicó su estudio “” –donde advierte la defensa de la nacionalidad del pisco que ya en la década de 1930 inició la Embajada del Perú en el mercado estadounidense–, enfoca esta vez su atención en documentos ubicados en España, y que dan cuenta del origen del nombre ‘pisco’ asociado a nuestro destilado de vino.

En “El pisco, la primera referencia a su nombre”, el embajador cita una información divulgada por un grupo de historiadores de Chile, que indica que el nombre del aguardiente de uva se usó por primera vez en ese país en 1733. “El pisco nació en Chile. Génesis de la primera denominación de origen de América”, libro de más de 400 páginas documenta que en el inventario de la hacienda La Torre (1733) “se registraron ‘tres botijas de pisco’”. Este es el registro más antiguo del uso de la palabra ‘pisco’ para denominar el aguardiente de uva en Chile y en América. Poco después, otros vecinos del valle de Elqui imitaron esta idea, y comenzaron ellos también a usar la palabra ‘pisco’ para llamar al destilado”, afirma.

“En realidad, el uso de la denominación ‘aguardiente de pisco’ para referirse a la bebida espirituosa peruana ya se encontraba muy arraigado en el comercio desde inicios de siglo XVIII”, señala el embajador Gutiérrez.

—De puño y letra—

El estudioso peruano cita antecedentes en el registro de exportaciones de pisco del Perú hacia Ecuador, que datan de 1750, pero señala un dato más preciso e interesante –hallado gracias al apoyo del historiador peruano Luis Miguel Glave– entre las millones de páginas del Archivo General de Indias en Sevilla, España, y que documentan la presencia española en colonias americanas.

“Se investigó en torno a una serie de topónimos relativos a valles y haciendas ubicados en la zona de Ica y Pisco. Uno de ellos fue el de la zona de Cóndor. Allí apareció un inmenso expediente contenido en seis gruesos legajos sobre un litigio relativo a la intervención y concurso de acreedores de las haciendas del conde de Castelblanco, José de Rozas y Meléndez”, explica Gutiérrez en su texto.

En uno de aquellos expedientes, se da cuenta de un litigio que ante la Real Audiencia de Lima sostienen un comerciante y el administrador de los bienes de la hacienda Cóndor por el precio de las botijas de aguardiente. El documento está fechado en 1726, siete años antes de la mención a la que se refiere el estudio chileno.

Allí se lee: “Por el mes de octubre del año pasado de setecientos y ventiseis vendio este testigo a Andres Rendon y a otros Aguardiente de Pisco a trece pesos [sic]”. Y también: “Dice y le consta por el (año) digo mes de octubre de año pasado de setecientos veinte y seis el precio corriente del Aguardiente de Pisco era de doce a trece pesos por lo cual vio este testigo vender dicho aguardiente de buena calidad de botijambre grande y en partida de ciento y cinquenta botijas lo cual es lo que save [sic]”.

Lea el estudio completo de Gonzalo Gutiérrez, embajador del Perú en Bélgica, aquí:

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